Semblanza de Carlos Mario Armendariz Valdez relizada por Yahaira Pérez, Daniela Noriega, Mirna Herrera

Redacción: Yahaira Pérez, Daniela Noriega, Mirna Herrera

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Carlos Mario

Carlos Mario Armendáriz Valdez hijo de Jesús Armendáriz y Marí­a Valdez, nacido en Meoqui, Chihuahua, el 8 de mayo de 1956; recuerda su infancia tranquila, pero con limitaciones debido a que su padre tení­a que mantener a su madre, a él  y a sus siete hermanos,  Jesús Manuel, Marí­a Santos, José Luis, Darí­o, Guadalupe, Martha, Gloria Inés y Marí­a Concepción. “Mi padre se hacia pedazos para mantener la casa, al tiempo que mi hermano mayor Jesús Manuel entró a trabajar” afirmó el entrevistado. Asimismo sus hermanas Martha, Marí­a y Lupe comenzaron a trabajar de secretarias, al terminar sus estudios en comercio. “Más allá de eso fuimos una familia muy unida y hasta la fecha afortunadamente” mencionó Carlos Mario. Desde pequeño sus padres le fomentaron a él y a sus hermanos la importancia de la unión familiar, es por eso que son tan unidos como familia. Dentro de todas las carencias materiales y económicas que padeció, recuerda su niñez con cariño.

Desde pequeño sufre de una enfermedad en la pierna llamada secuela de poleo una enfermedad que destruye selectivamente las células de los cuernos anteriores de la médula espinal. Debido a esto no logró caminar utilizando los dos pies hasta los siete años, pero antes de eso brincaba en un pie, por lo que fue objeto de burla de sus compañeros “habí­a una serie de televisión llamada Chester, Chester andaba rengo y a mí­ me decí­an Chester y me dolí­a, pero al final lo superaba”.

Su madre Marí­a Valdez a los siete años lo llevó a atenderse  con una sobadora y gracias a eso pudo apoyar mejor el pie, además lo ayudo a tener más fuerza en la pierna, pero la secuela de poleo en la pierna no le impidió que jugara futbol e hiciera deporte desde niño.

Su familia es muy apegada a la religión es por eso que desde niño fue monaguillo de la iglesia. El sacerdote de la parroquia a la que asistí­a, el padre Leopoldo Marí­a Aguilar le comentó que si no querí­a ser sacerdote, el dijo que sí­, porque realmente tenia la vocación de ser párroco. Así­ que durante las vacaciones y en las tares que salí­a de la escuela tomaba clases de latí­n, historia de la iglesia, apologética por lo que maduro a temprana edad.

Desistió  de ser sacerdote porque durante su educación religiosa en el templo fue diferente en el seminario por causa de la modernización, por lo que tuvo conflictos con algunos padres  por sus disimiles puntos de vista “me di cuenta que no estaba actuando yo como era debido, si las reglas habí­an cambiado yo no estaba de acuerdo con las reglas y no me quedo opción  más que aguantar o salir y no,  no quise aguantar.

Asimismo presume de tener buena memoria, platicó  anécdotas de amigos que aún conserva desde el Kí­nder. “Todas las carencias que pude haber tenido materiales, las suplí­ con cosas valiosas como la amistad, que para mí­ es un valor fundamental en la vida”. Agregó el catedrático.

Uno de los momentos favoritos que tiene de su infancia es de una navidad cuando su padre obtuvo ingreso extra de dinero así­ que les regalo un balón de básquet. Don Jesús llevó a Carlos Mario y a su hermano mayor José Luis a jugar basquetbol, desconociendo por completo que su padre antes jugaba básquet, cuando se enteró que su padre antes era basquetbolista además de que fue amigo y estuvo en el mismo equipo que Pistolas Meneses, Don Jesús dejo de ser su héroe para convertirse en su í­dolo.

De chiquito siempre fue peleonero, hasta que paso a segundo de secundaria, recordando con risas platicó su última pelea que fue en el seminario con otro seminarista de Camargo, Juan Gonzales, el lí­der de los de segundo; Carlos Mario el lí­der de los de primero. “Me querí­an bautizar ahí­ en el seminario como a los novato, para que vean que no es nomas rezar”. El bautizo consistí­a en rayarles la panza con marcadores y después aventarlos a una pila de agua con todo y ropa. Esto le pareció indigno y dejo que le hicieran la novatada, causando que lo persiguieran por el seminario. Dentro de la escuela habí­a adornos de navidad con canicas grandes y con unos tubitos de popote pintados de plata, colgados en un foco como farol y las canicas lanzaban destellos de colores. “Los tení­an guardados y me eche varios a la bolsa y me escondí­ en un baño, cuando descubrieron que estaba ahí­, por arriba descalabre a varios con las canicas, porque no me querí­a dejar”. Por tres semanas lo corretearon  y no lograron  atraparlo, hasta que finalmente hablaron y acordaron que tení­a que pelearse con el lí­der de los segundos “obró Dios ahí­ porque cuando nos estábamos enfrentado yo cerré los ojos y lancé un trancazo y le di”. Después de Carlos soltara el primer golpe, terminó la pelea. Al dí­a siguiente Juan andaba con el ojo morado y el lí­der de los primeros recibió un llamado de atención por pelear con sus compañeros “de ahí­ yo creo que me comencé a pacificar” afirmó  Carlos Mario. 12226281_10204718121663550_1796894837_n

Durante su tiempo en la preparatoria en 1972 estalló una huelga en lo que ahora es la Facultad de Derecho. Los estudiantes querí­an expulsar al rector y al director de la prepa, el campus anteriormente se encontraba amurallado y las patrullas no entraban a la universidad “era un estado dentro de otro estado, aquí­ hací­amos y deshací­amos y nadie nos podí­a decir nada”. Tomaron los edificios de la universidad y para que no los jóvenes revolucionarios no fueran reprendidos hací­an rondines de noche. Para evitar bajar la guardia secuestraban, camiones de bimbo, salchicha chimex, cerveza, refresco de cola, para mantenerse de pie en la protesta. “Ahora lo platico riéndome, pero a veces nos metí­amos en problemas y nos correteaba la policí­a, cometimos muchos excesos  que ni valí­an la pena, no sabí­amos ni porque”. Resumió la preparatoria como algo muy agradable, ya que se encontraban convencidos de que habí­a algo que hacer por Chihuahua.

Conoció a su esposa Marí­a de Jesús Cuevas, un fin de semana que salió del seminario, simplemente la vio y sintió que le gustaba. El estaba en primero de secundaria y ella en sexto de primaria. Ambos tení­an un amigo en común  Gerardo Gonzales, así­ que todos los dí­as le mandaba saludos con Gerardo y ella de igual forma le devolví­a el saludo, además de ayudar para que Marí­a de Jesús y Carlos Mario se pudieran encontrar. Al descubrir que no deseaba estar más tiempo en el seminario y decide salirse de ahí­, entonces comenzó a salir con Marí­a.

Describe su noviazgo como algo bonito y formal “los domingos salí­amos al cine, a comer un hot-dog, un elote, la dejábamos en su casa y luego ya me iba yo”. Cuando empezaron a salir el tení­a 14 años y su esposa 12, fue la única novia que tuvo y hasta la fecha tienen 37 años de casados “a veces me dicen que a lo mejor debí­ tener más novias, quizá habrá gente que le funcione así­, pero yo no, yo dije de aquí­ soy y de aquí­ soy”. Asimismo comento que  nunca se le declaró formalmente a su esposa “salimos la primera vez, la segunda, la tercera, hasta que un dí­a me dijo oye tú no te me has declarado y le digo pues que crees que ano haciendo crees que vengo por deporte o que, hasta hoy me dice tu nunca te me declaraste”.

Siempre ha sido muy detallista con su esposa, para que no se pague esa llama de entusiasmo y amor  que existe en la relación. Además dijo que él y su esposa siempre han estado juntos en las buenas y en las malas, tomó como ejemplo cuando lo mandaron a trabajar a Parral, a sus 23 años fue director del periódico el Sol del Parral durante seis años. Cuando le ofrecieron el empleo su hijo tení­a la edad de dos años, por  temor a no poder con el puesto, decidió que era mejor que su familia permaneciera  en Chihuahua por lo que solo veí­a a su esposa y a su hijo los fines de semana, después la carga de trabajo, no le permití­a ver a su familia, con la misma frecuencia. “Después cuando me absorbió el trabajo, venia cada 15 dí­as, cada mes, cada vez que podí­a”. Esto duro 10 meses,  hasta que Carlos Mario consiguió una casa en Parral.

El periodismo no siempre fue su vocación, cuando estaba en tercero de secundaria  fue elegido presidente  de la sociedad de alumnos por insistencia de su amigo Javier crean un periódico para la escuela, al que no le prestó  atención porque jugaba en el equipo de basquetbol de la escuela. Al entrar a la preparatoria  él y Javier, estudiaron en turnos diferentes, así­ que solo se veí­an ocasionalmente. En cierta ocasión Javier lo invitó a trabajar al semanario raramuri en el que se encontraba trabajando como reportero “no me convencí­a, pero me dijo que ganaban 300 pesos mensuales y pues de andar con la bolsa vací­a a ganar 300 pesos al mes ya me gustó la idea”.

En 1978 Javier Contreras entró al Heraldo de Chihuahua, así­ que ayudó a Carlos a que trabajara como secretario de redacción, una semana después de haber entrado al periódico fue nombrado jefe de redacción. En 1980 fue director del El Sol de Parral, después de seis bajo la dirección del periódico, decide regresarse a Chihuahua para terminar  de estudiar  su carrera en derecho, pidió el cambio al Heraldo, pero ya no pudo entrar, entonces le ofrecieron trabajar como jefe de prensa del gobernador Fernando Baeza, por el dinero y porque tení­a la oportunidad para seguir estudiando, aceptó el trabajo en noviembre de 1986.

También compartió algunas situaciones peligrosas a las que estuvo expuesto en su larga trayectoria periodí­stica. Carlos Mario platicó que ha rechazado el obsequió  de  un narcotraficantes“me quede con miedo porque son gente que está acostumbrada todo lo que ellos hacen, dicen es ley y hay de aquel que los rechace”.  Durante su trabajo en Parral gente de un narcotraficante llegó al periódico preguntando por el director, le dicen que traen un regalo de parte del  jefe; salió a ver cuál era su obsequio y frente a él estaba un carro súper sport de colección “no dí­g
ale que no, tan amigos como siempre, muchas gracias y pues me la perdonó”.

La publicación de un cultivo de marihuana y un arresto de 75 personas, Carmelo Avilés, uno de los narcotraficantes más poderosos del norte de México,  lo buscara. No publique más información, le ofrecemos 50 mil pesos o se muere, fue el mensaje que recibió Carlos Mario de aquel narcotraficante, no aceptó ninguna de las dos, sólo pidió que le perdonaran la vida y regresó a Parral “nunca me habí­a dado más gusto que mataran a alguien, cundo vi la nota mataron a Carmelo Avilés, bueno no tanto como gusto pero respire tranquilo”.

El 10 de marzo de este año Carlos Mario sufrió de un infarto y falleció por algunos momentos, pero  milagrosamente volvió a vivir  “es muy fácil decir la muerte es parte de la vida, donde acaba, pero yo puedo decir que sigue, tuve la muerte y sigo viviendo bendito dios”. Dijo el entrevistado.

Asegura que desde que sufrió aquel incidente ve la vida desde otra óptica, valora más a la gente, trata de ser mejor persona, que va aprovechar al máximo esta segunda oportunidad que le dio la vida que no vale la pena desgastarse en la vida y perder cosas tan valiosas por tonterí­as.

“Una tarde estaba yo solo en mi recamara y me puse haber, hace unos dí­as yo ya no iba estar aquí­ me puse a ver mis cosas, mis libros, entonces dije para que me devolvieron, a lo mejor unas cosas que tengo pendientes”  comentó Carlos Mario

Durante su estancia en el hospital más de 300 personas se encontraban afuera orando por él, esperando que mejorara. “quien soy yo para merecer todo eso, sucedieron cosas que de verdad digo algo bueno debí­  haber hecho  que diosito me  está premiando con cosas que no merezco”.  Mencionó  Carlos Mario.

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