Un viaje en metro
En la universidad, la agenda suele estar repleta de actividades, por lo que aprovecho cada oportunidad para pasar el día con mis amigos. Habíamos planeado ir a escalar durante el fin de semana y, llegado el sábado, nos dirigimos en metro a “Coyoacán”, donde se encontraba el lugar para escalar. Llevamos nuestras credenciales de estudiante con la esperanza de obtener un descuento en la entrada, ya que ninguno de nosotros contaba con mucho dinero.
Al llegar, nos encontramos con que el descuento de estudiante solo aplicaba entre semana, y los precios de entrada eran el doble los sábados. Ante la falta de recursos, decidimos cambiar nuestros planes y buscar otro lugar para pasar el tiempo. Terminamos en un parque que parecía un bosque y nos intrigó la idea de explorarlo. Sin embargo, uno de nuestros amigos necesitaba ir al baño, y el guardia del parque nos informó que debíamos entrar para llegar a los baños. Dada la extensión del lugar, dimos vueltas y más vueltas hasta que nos dimos cuenta de que el baño estaba más cerca de lo que pensábamos inicialmente. Pasamos un rato allí antes de decidir dirigirnos a mi casa cuando cayó la tarde. Dado que estábamos lejos, optamos por regresar en metro. Al llegar, nos dimos cuenta de que el metro estaba abarrotado, como si fuera un día festivo. Al entrar en la estación, escuchamos el sonido del metro acercándose, así que bajamos corriendo las escaleras. Desafortunadamente, solo uno de nosotros, Tuki, logró subirse. Le pedimos que se quedara en la siguiente estación mientras esperábamos el siguiente tren. El siguiente metro tardó unos 5 minutos en llegar, pero estaba tan lleno que apenas cabía un alfiler. Decidimos esperar al siguiente, y después de un tiempo, logramos subir. Bajamos en la estación donde esperaba nuestro amigo, pero no lo encontramos. Acordamos con él subir al próximo metro y bajar en una estación específica.
Al bajar en la estación indicada, Tuki llamó a nuestro otro amigo, a quien llamamos Jatch, diciéndole que no bajó porque pensó que queríamos encontrarnos en otra estación. Le dijimos que se quedara allí, que íbamos a buscarlo. En el siguiente transporte, solo Jatch pudo subirse, mientras que mi amigo y yo nos quedamos en la estación donde habíamos bajado. Dada la confusión entre bajadas y estaciones, decidimos encontrarnos cada uno por su cuenta en mi casa. Después de este calvario que duró aproximadamente una hora, finalmente logramos reunirnos todos en mi hogar.
Un agradecimiento especial a Julio Tabares por esta gran historia.