En la nota pasada, hablamos acerca del impresionismo en la pintura, sin embargo, este movimiento, al igual que muchos otros, se extendió a otros terrenos artísticos, en este caso específico al terreno musical, en donde el impresionismo tuvo una fuerza maravillosa que impulso la creación de obras magníficas y atemporales que se siguen tocando hasta la fecha en las mejores salas del mundo.
El movimiento impresionista en la música se desarrolla en Francia a finales del siglo XIX, poco después de cuando el momento se inició en la pintura, es factible decir que los compositores se vieron influenciados por las obras pictóricas impresionistas y que posteriormente la influencia se dio en ambos sentidos.
En la pintura, el impresionismo se caracterizó por la importancia que la luz y el color tomarían, pues harían que el detalle se perdiera, las obras serían una verdadera “impresión” de la realidad más que una “reproducción” de la misma, la atmosfera y la evocación de sensaciones son de suma importancia. Del mismo modo, en la música los compositores buscarían salirse de los caminos más trillados y comenzaron a experimentar con armonías distintas, escalas exóticas (como las pentatónicas). La atmósfera y las “sensaciones” cobrarían una gran importancia en contraste con los aspectos más “serios” de la obra.
Una gran variedad de músicos dieron a conocer o entraron en el movimiento, podemos mencionar a Gabriel Fauré y Camille Saint-Saëns como precursores, y ya como impresionistas a Isaac Albéniz, Joaquín Turina, Paul Dukas, al español Manuel de Falla, al francés Erik Satie, pero sobre todo dos nombres saltan de inmediato cuando se habla de impresionismo: Maurice Ravel y Claude Debussy, ambos compositores franceses.
Ravel y Debussy comparten, desde mi punto de vista, la bandera del impresionismo musical, ambos tienen obras que son la representación perfecta del movimiento, tanto si las vemos por el aspecto musical como si las obras son vistas desde una pintura, es decir, la música evoca la imagen del impresionismo y la pintura se refleja en la música impresionista de ambos compositores.
Al respecto del inicio del movimiento, se ha tomado al poema sinfónico “Preludio a la siesta de un fauno” de Debussy como la obra que daría origen al impresionismo. En esta pieza la armonía deja de tener un papel funcional dentro de la música y adquiere, por el contrario, una función meramente plástica, colorista, la armonía se “emancipa”, por así decirlo, de la música y esta se vuelve misteriosa, sensual, novedosa y emotiva.
La orquesta nos sumerge en una neblina de texturas y colores a los que los espectadores no estaban acostumbrados, los elementos musicales más icónicos prácticamente desaparecen, como el ritmo, el cual se funde dentro de este infinito de colores orquestales; las exóticas armonías utilizadas por Debussy se distienden en el tiempo con una libertad antes no vista y que nos hacen sentir que la música se vuelve un organismo vivo y autónomo.
Invitamos al lector a escuchar el poema sinfónico:
https://www.youtube.com/watch?v=bYyK922PsUw
Maurice Ravel
Ravel, a la par que Debussy, se establece como el compositor impresionista por excelencia, teniendo obras en las que se utilizan escalas exóticas y en las que la armonía, al igual que con Debussy, se desprende de sus labores usuales en el terreno musical y da pie a la libertad dentro de la obra.
El compositor francés es conocido por sus trabajos para orquesta y piano, y curiosamente él mismo orquestó muchas de sus composiciones, labor que le dio fama como un magnífico orquestador.
Las obras de Ravel tiene una fuerza evocadora asombrosa que nos transporta al mundo del compositor, entre sus obras más conocidas podemos mencionar a “Miroirs”, una serie de piezas que buscan representar distintos temas; “Gaspard de la nuit”, obra virtuosísima compuesta de tres piazas para piano solo, basada en los poemas de Aloysius Bertrand, y finalmente Daphnis et Chloe, un ballet compuesto bajo el encargo de Sergei Diaghilev, sobre esta última obra profundizaremos un poco.
Daphnis et Chloe es una obra escrita por el autor griego Longo, del cual se conoce muy poco. La obra es una novela pastoral que nos habla acerca del amor y representa paisajes bellos característicos de las islas griegas. Ravel se encarga de llevar estos paisajes maravillosos al terreno y los representa increíblemente, creando atmosferas y evocando sentimientos a través de la paleta orquestal y armónica.
Debido a la belleza de la obra, esta ha sido representada más veces como composición para orquesta que como un ballet.
Invitamos al lector a escuchar un extracto de la obra:
https://www.youtube.com/watch?v=_M0boaBa6QM
En pocas ocasiones un movimiento artístico se refleja tan perfectamente en dos disciplinas distintas. En la mayoría de los casos se comparten solamente características, pero es difícil ver la correspondencia del movimiento en las distintas disciplinas. En el caso del impresionismo, la pintura y la música se funden prácticamente en una sola y curiosamente se termina por identificar como lugar impresionista por excelencia a Francia.