“El principal sazón es el amor que uno le pone a la comida”: chef del Ristorante Di Merlo

De origen italiano y con trayectoria en España,  José Merlo, llega al estado grande para deleitarnos con un sazón a base de amor, pasión y entrega.

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Haciendo magia en la cocina

En sus inicios como chef viví­a en España donde trabajaba para la empresa Asesorí­as Gastronómicas, donde se dedicaba especialmente al funcionamiento de los restaurantes; desde la decoración, la creación de menú, hasta la capacitación de ayudantes de cocina, entre otras cosas.

Su dedicación lo ha llevado a conquistar varios logros personales en paí­ses de primer mundo como lo son: Canadá, España e Italia, los cuales han forjado su gran trayectoria culinaria. Así­ mismo la conquista de su esposa fue lo que lo trajo a vivir a Chihuahua, en donde tení­a la idea de abrir un pequeño restaurante con atención personalizada y recetas de autor. En mayo de 2000 finalmente conquisto la tierra rarámuri donde comenzó su visión de emprender un negocio propio con el apoyo de su querida esposa.

Cuando dicho proyecto llegó a la cumbre para ser lanzado a la realidad, el contratiempo de no conocer a nadie se hizo un obstáculo, ya que al momento de querer rentar una locación para abrir este ambicioso objetivo no tení­a aval quien firmara. Sin embargo un amigo de la familia decidió ayudarlos debido a que vio algo especial en este chef.

Después de adecuar la locación de lo que fungirí­a como el Di Merlo, ubicado en aquel entonces en Av. San Felipe y Deza y Ulloa, abrió sus puertas a todo público el 11 de febrero de 2001.

“Los primeros meses fueron muy difí­ciles ya que no conocí­a a nadie y no tení­a clientes. Un dí­a vino la señora Olmeda, publicista de periódico El Heraldo de Chihuahua, y me comentó que habí­a venido a comer el director del periódico y le comentó que esa casa editora querí­a regalarme una página para publicidad. Después de eso fue la locura a partir de ese momento el Di Merlo pasó a ser un restaurante muy visitado por los comensales. Afortunadamente crecimos en San Felipe con mucha gente”, comenta el chef.

Debido al gran crecimiento durante 6 años, el restaurante tuvo que mudarse a un local ubicado en la avenida Carbonel, “decidimos buscar otro local y fue cuando nos cambiamos a Carbonel, un lugar grandí­simo, muy bonito pero enorme. Nos fue muy bien, y tuvimos un crecimiento al 300%, tení­amos 4 salones; uno donde cabí­an 30 mesas, otro para 100 personas y en otro 60″, agregó Merlo.

Sin embargo se perdió el concepto inicial de un restaurante chico, con atención personalizada, “se perdió el calor de recibimiento, se volvió un negocio de eventos, donde la gente llegaba para celebrar eventos. Me cansé de eso, no era mi objetivo principal”, asegura José.

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Fachada del negocio

Después de algunos años el chef decidió volver al concepto original de cercaní­a con el comensal; fue ahí­ cuando decidió mudar su negocio a la ubicación actual en la plaza Rayuela ubicada en Av. de la Cantera y Rí­o de Janeiro.  “Volvimos con un concepto personalizado, en donde estamos mi esposa y yo, donde el restaurante es chico, donde apapachamos a la gente. Ha sido difí­cil porque la gente se quedó con la idea de Carbonel, me llegan 25 personas y no tengo donde meterlas.”, comenta el chef.

De igual manera en este tiempo el restaurante a sorprendido a chicos y grandes y poco a poco la gente se va adaptando al concepto original, donde actualmente el restaurante está dividido en 2 partes, uno se encuentra en la parte superior de la plaza, con una terraza muy acogedora; y el otro en la planta baja, donde se muestra un menú más relajado, donde se puede escoger entre pizzas, pastas, paninos y muchos platillos más.

El chef asegura que el mejor pago que un creador de platillos puede recibir es el ¡qué rico! de los comensales ya que ahí­ es cuando se muestra qué tanto amor se tiene al momento de cocinar.  “Realmente mi cocina viene de familia. Las recetas que tengo son recetas de autor, mí­as, de mi abuela y bisabuela.”, comenta el chef.

“Puede uno tener la carrera de chef y tener la bases teóricas pero a la hora de la verdad, cuando uno se pone delante de la barra caliente y si no tiene ese ´feeling´ para cocinar no sirve de nada. Yo estoy enamorado de esto, me encanta. Y para mí­, cocinar es la esencia del gusto por hacer las cosas, sentir la comida y sobre todo sentir  los sabores”, finaliza Merlo.

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