La “Carta VII” de Platón. Su epístola más famosa.

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¿Sabían que Platón no se llamaba Platón?

Su nombre real fue Aristocles, el nombre de Platón fue, al parecer, el apodo que le puso su profesor de gimnasia y que se traduce como “aquel que tiene anchas espaldas”. Platón nació en Atenas sobre el 428/27 a.C. en el seno de una influyente familia aristocrática.

Su origen noble le permitió disfrutar de una educación integral (gramática, retórica, música, poesía, etc.) enfocada hacia una futura vida política, que, por aquel entonces, estuvo marcada tanto por la Guerra del Peloponeso y el declive de la democracia ateniense. Hacia el año 407, el joven Platón empezó a frecuentar el círculo del gran Sócrates, convirtiéndose en uno de sus discípulos más cercanos hasta su condena a muerte en el 399. Tras aquel acontecimiento, que dejaría una profunda impronta en su vida, realizó una serie de viajes que le condujeron hacia diversos centros del saber de aquella época, desde Egipto hasta las colonias griegas del sur de Italia.

Uno de sus viajes más famosos fue su tercer viaje a Sicilia y quedó documentado en una carta, llamada la “Carta VII”, escrita por él mismo. En la obra Vidas de los Filósofos más ilustres, el doxógrafo Diógenes Laercio relata en el libro tercero:

“Navegó tres veces a Sicilia: la primera para ver la isla y observar el Etna […] La segunda vez que viajó a Sicilia fue para pedir a Dionisio, el Joven, tierra y hombres que vivieran según la República que él había ordenado […]. Viajó por tercera vez a Sicilia para reconciliar a Dión con Dionisio […] (1)”.

En este artículo, comentaré este último viaje que documentó en su llamada “Carta VII (Ἐπιστολὴ Ζ΄)” que es, seguramente, la más editada y comentada de la colección de 18 cartas transmitida junto a los famosos diálogos de Platón y el resto de textos espurios (falsos, ilegítimos, falsificados) atribuidos al filósofo ateniense. Como curiosidad, esta es la carta más larga que llegó a escribir Platón.

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¿Pero de qué trata? A continuación, haré un breve resumen de lo que es esta maravillosa epístola.

Platón, en esta séptima carta, cuenta brevemente sus dos primeros viajes a Sicilia para enfocarse en su último viaje a Siracusa en tiempos de Dionisio I el Viejo. Platón dirige su carta a los amigos y familiares de Dión. A modo de respuesta, Platón escribe en la carta que tras una reflexión de todo lo que experimentaba políticamente, había demasiados excesos y debía cambiar la situación política, por ello quería hacer un gobierno justo que fuera gobernado por el filósofo. Tal pensamiento tenía Platón en su primer viaje a Italia y a Sicilia, en la carta plasma lo siguiente:

“[…] no cesarán los males del género humano hasta que ocupen el poder los filósofos puros y auténticos, o bien los que ejercen el poder en las ciudades lleguen a ser filósofos verdaderos (2)”.

En Sicilia entabló conversaciones con un joven Dión (cuñado de Dionisio I) de Siracusa, éste, por ser su gran admirador convenció a Platón de que sus teorías podrían llevarse en práctica.  Cuando Dionisio I murió en 367 a. C. lo sucedió Dionisio II quien, junto a Dión, quien lo persuadió, querían que Platón fuera a Siracusa, Platón guiado por el sueño de materializar sus ideas políticas, salió de su patria a ponerse a las órdenes de un régimen tiránico. Al llegar tuvo algunos problemas con Dionisio hasta que decidió salirse de la isla. Esto ocurrió en su segundo viaje.

En el tercer viaje regresó a Siracusa por las constantes llamadas de Dionisio. Ahora Platón daba consejos a Dionisio con mayor cuidado. Entre Dión y Platón fueron guiando a Dionisio como mejor creían para gobernar; entre ambos intentaron reestructurar el gobierno a algo más moderado, con Dionisio como el arquetipo de filósofo-rey. El problema surgió cuando Dionisio empezó a creer en rumores que Dión quería quitarle el poder, por lo que Platón se presentó ante el tirano para convertir la discordia en amistad.

Más tarde, Calipo, un ateniense que acompañaba en una expedición a Dión lo asesina. Por su parte, Dionisio vivió en un estado cada vez más miserable. En la carta Platón se dirige de nuevo a sus receptores, explicando qué falló tanto con Dionisio como con Dión, aquello que no deben hacer los terceros que reciben las palabras de Platón, es decir, a los que está dirigida la séptima carta. Para el final, Platón se sentía un tanto impotente al no poder ejercer su gobierno ideal, noto que está frustrado y enojado (casi al final), porque no le hicieron caso y distorsionaron lo que él les enseñó, creyendo que su manera de gobernar era la mejor, estaban equivocados.

La gran importancia de esta carta reside en que ahí menciona que existen unas enseñanzas para el público general (las obras escritas) y otras solo para los iniciados (las doctrinas no escritas). Platón escribe:

“Precisamente por ello cualquier persona seria se guardará muy mucho de confiar por escrito cuestiones serias, exponiéndolas a la malevolencia y a la ignorancia de la gente. De ello hay que sacar una simple conclusión: que cuando se ve una composición escrita de alguien, ya se trate de un legislador sobre leyes, ya sea de cualquier otro tema, el autor no ha considerado estas cuestiones como muy serias, ni él mismo es efectivamente serio, sino que permanecen encerradas en la parte más preciosa de su ser (3)”.

Y es que Platón pensaba que las verdades más profundas no podían ser expresadas por escrito. También que solo se obtenía el conocimiento a partir de la combinación de la descripción verbal y la percepción sensorial, y uno debía tener el conocimiento antes de poder alcanzar el objeto del conocimiento. Por ello, afirma que ninguna persona seria intentaría nunca enseñar doctrinas filosóficas serias en un libro o al público en general.

“El que haya seguido esta exposición y esta digresión comprenderá perfectamente que, si Dionisio o cualquier otra persona de mayor o menor categoría ha escrito un libro sobre las elevadas y primordiales cuestiones referentes a la naturaleza, en mi opinión es que no ha oído ni aprendido doctrina sana alguna sobre los temas que ha tratado, ya que, de no ser así, habría sentido el mismo respeto que yo hacía tales verdades y no se habría atrevido a lanzarlas a un ambiente discorde o inadecuado (4)”.

Y aunque su autenticidad se puede poner en duda, esta séptima carta ha sido leído por cada estudiante de filosofía. Resulta un testimonio de incalculable valor literario y filosófico para acercarse tanto al propio Platón, como al mundo de la Academia y al tumultuoso contexto político de Sicilia, una de las áreas culturales y sociales más importantes en toda la época clásica.

Sea o no del propio Platón, no se puede dudar del interés que suscita este relato en primera persona acerca de las turbulentas peripecias del gran filósofo en su relación con el poder y la praxis política concreta.

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Busto de Platón del siglo iv a. C. copia romana de un original griego (Museo Pio-Clementino del Vaticano).

Referencias:

(1) Libro III, 11-14.

(2) 326b

(3) 344c

(4) 344d

Bibliografía

Laercio, D. (2007). Vidas de los filósofos ilustres. (C. García Gual, Trad.) Madrid, España: Alianza Editorial.

Platón. (s.f.). Diálogos (Vol. VII Cartas). (J. Zaragoza, & P. Gómez Cardó, Trads.) Gredos.

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