La fuerza de la mujer

El bip de mi móvil me anunció que tení­a un mensaje. No lo atendí­. El panel que se desarrollaba absorbí­a todo mi interés, los testimonios de vida que las asistentes presentaban, eran verdaderos ejemplos de lucha, espí­ritus guerreros. Esas mujeres hablaban sobre cómo habí­an logrado enfrentar situaciones que a muchos de la audiencia nos daba material para reflexionar sobre lo sencillas que nuestras vidas han sido, comparadas con las de quienes exponí­an sus vivencias.

El congreso de mujeres emprendedoras, enfocado a latinas, al que acudí­ ese fin de semana en Long Beach, California, fue una experiencia enriquecedora, pues los ejemplos de vida que me tocó conocer tienen un agregado especial. Todas ellas han tenido que luchar con circunstancias adversas: El idioma, la asimilación de culturas, en muchas ocasiones el machismo absurdo y la discriminación de género o racial. Pero ahí­ estaban, relatando sus historias del éxito que lograron pese a los embates de las olas bravas que pretendí­an hundirlas en el mar de la vida. Este agregado especial de combate da más mérito a sus logros.

Una de ellas relató el acoso que desde niña sufrí­a de su madre, quien la agredí­a constantemente con expresiones como “no vales nada”, “eres una inútil”, “no sé para qué viniste a esta vida”. Esto, viniendo de su madre, la hizo crecer con una falta de autoestima que obstaculizó su desarrollo. En una ocasión platicando con su padre, le dijo que a ella le gustarí­a vivir en Estados Unidos y ser una mujer de éxito, su padre le comentó que lo primero que debí­a hacer era aprender inglés y que para eso tendrí­a que pagarse sus clases. En el testimonio no lo menciona, pero se comprende que ese afán por salir de la casa era una reacción de autodefensa de una niña, por alejarse de ese ambiente que tanto daño le hací­a. A los 11 años habí­a reunido lo necesario para tomar las clases de inglés y, cuando tuvo la edad suficiente, se fue a radicar a Miami, en donde se casó y tuvo dos hijas. Su relación matrimonial fue catastrófica, plasmada de violencia fí­sica y moral, a tal grado que un dí­a decidió dejar el hogar conyugal, con sus hijas, y así­ lo hizo, mudándose a California, donde ahora vive con sus pequeñas, junto a las que ha escrito un libro y se dedica a escribir guiones para caricaturas y cuentos infantiles.

Otra panelista dio testimonio de cómo, desde pequeña, tuvo que superar múltiples obstáculos por haber nacido con sí­ndrome de inatención. En la escuela, su capacidad para desarrollarse en un sistema educativo tradicional era muy limitada, aunque en este caso, contrario al anterior, ella recibió apoyo de su madre quien le enseñó a tener inteligencia para la vida y no para las buenas calificaciones. Cuando llegó a la edad de entrar a la universidad, se habí­a superado tanto que cursó su carrera becada y luego, logró hacer un posgrado en el extranjero gracias a que obtuvo otra beca, otorgada en casos excepcionales por Rotary Internacional. Otro de los problemas que ha enfrentado en su vida es la tendencia natural a acumular grasa en su organismo, lo que durante su infancia y juventud le hizo sujeto de continuas agresiones. Destinó quince meses a dietas y ejercicios para tener el cuerpo delgado, lo que logró a costa de sacrificios, pero comentó que solo viví­a para eso, por lo que decidió aceptarse y quererse tal y como es. Ahora es una muy reconocida influencer en Youtube, con centenas de miles de seguidoras, que la apoyan, pues se dedica a ayudar a quienes tienen los mismos problemas.

En un receso, recordé el bip de mi celular y encendí­ la pantalla, era un mensaje que contení­a un video. En este se ve un automóvil que circula por un camino vecinal, es conducido por un hombre mayor y en el asiento trasero viaja un jovencito de unos 12 años. Un vehí­culo de la policí­a le sigue y le marca el alto, el agente de la ley hace bajar a ambos y les lleva hacia la parte de atrás y ordena al mayor abrir el maletero, en él se encuentra una mujer con las manos atadas al frente y la boca cubierta con una cinta adhesiva. La mujer sale del maletero y gesticula haciendo sonidos continuamente, es indudablemente la esposa del guiador, que mira al policí­a con un gesto que parece decir “esto es lo que tengo que aguantar”.

No seguí­ viendo el video, supongo, por la lógica de la trama, que hacen que la mujer vuelva al maletero.

El mensaje estaba impregnado de burla, discriminación y violencia hacia la mujer, lo que no me extraño, pues su emisor se formó en una cultura misógina, en la que yo también fui criado, pero he tenido la fortuna de vivir rodeado de mujeres valiosas, madre, esposa e hijas, y también, como catedrático, he conocido gran cantidad de mujeres jóvenes que son madres solteras o que han tenido la desgracia de perder al marido, a las he visto salir adelante con sus hijos. No recuerdo ningún caso de varón que así­ lo haya hecho, aunque debe existir alguno.

Estas vivencias me han dado el privilegio de superar, al menos en parte, la cultura estúpida de menosprecio hacia la mujer y admirarla como esa parte de la especie humana plena de fuerza interior.
í¢â‚¬”Oscar Mí¼ller Creel es doctor en Derecho, catedrático y conferencista. Puede leer sus columnas en www.oscarmullercreel.com y puede buscar sus videos en YouTube a nombre de Oscar Mí¼ller Creel.

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