En más de una ocasión he escuchado mencionar, en diferentes situaciones, el tan conocido refrán: “Que lloren en mi casa, a que lloren en la tuya, mejor que lloren en la tuya”. Quizá este refrán, como otros dichos populares, contiene sabiduría, ya que muchos de los refranes populares la tienen, pero ¿qué consejo está detrás del mismo?
No pretendo dar una clase de refranes populares, ni del lenguaje figurado que manejan, ni del momento que se usan, ya que esta es solo una simple reflexión.
Este refrán, al parecer, refleja el pensamiento de muchos –quizá más de uno de los que lean este texto- algunos justificarán al mismo diciendo que es preferible que el mal o la desgracia llegue a otros que a los que uno ama, y que no es egoísmo, sino que es natural el deseo de proteger a los nuestros y a lo que consideramos nuestro (propiedades, mascotas, amigos, etc.).
Si bien es cierto que de manera natural buscamos y procuramos el bien de los que amamos, también es cierto que el mal de los demás no deja de afectarnos. Un claro ejemplo sucede cuando se ha sabido que al vecino de la cuadra le han robado su casa cuando él estaba ausente. Quizá cada vecino en ese momento se podría referir al mencionado refrán, aumentar la seguridad de su casa y mantenerse lejano al asunto, quizá también podría pensar: “que cada quien se cuide solo, a mí nadie me va a cuidar, cada quien que vea por lo suyo”, y que lo que le pasó al vecino es una consecuencia por no invertir en su seguridad.
Hasta este momento la situación estaría resuelta, cada quien se cuidaría solo, cada quien velaría por sus propios intereses, y todo estaría bien. Estaría bien, pero tal vez de manera parcial, ya que pudiese pasar que, meses más adelante, los delincuentes han visto la colonia como una zona vulnerable, y han cambiado la modalidad de robo, ahora es a mano armada en las calles, para lo cual no se ha contemplado la protección.
Otro escenario podría ser que cuando los habitantes de la colonia se enteran de que al vecino de la cuadra le han robado su casa estando ausente, podrían reunirse para colaborar brindando medidas de seguridad, quizá proponer la colocación de cámaras de seguridad, algún portón en zonas vulnerables o alguna jornada de vigilancia. Esto al menos podría ahuyentar a los delincuentes, los cuales se verían evidenciados y más vigilados.
El mal de otros también nos afecta de manera directa o indirecta. En diversos casos se ha visto que la solidaridad y unidad de las personas han evitado y superado muchas desgracias. Las grandes cosas no se hacen en solitario, las grandes cosas se hacen en y para el colectivo. Todos necesitamos de todos, y en muchos casos el bien de todos es el bien de uno, y el bien de uno es el bien de todos.
Así que sería mejor ser compasivos y ver por las personas que nos rodean, no solo por nuestro bien, sino por el bien de todos.