El nombre Mata Hari es ya un símbolo de la mujer que utiliza sus encantos para extraer secretos del enemigo en tiempos de guerra. ¿Acaso la verdadera Mata Hari, fue espía? Si lo fue ¿para qué bando trabajó realmente?
“No soy francesa” dijo la mujer a sus acusadores “Tengo derecho a tener amigos en otros países, incluso en aquellos que están en guerra con Francia. Yo soy neutral. Confío en la bondad del corazón de ustedes, los oficiales franceses. Esto dijo Mata Hari en su defensa ante la corte marcial en París , el 24 de julio de 1917. Los tres jueces se retiraron para deliberar. Regresaron a los 10 minutos con un veredicto que volvería legendaria a la mujer. La bailarina estilo hindú y cortesana internacional seria fusilada por espionaje.
El tortuoso camino hasta el juicio se inicio 41 años antes en Leeuwarden, una aldea al norte de Holanda, donde el comerciante Adam Zelle y su esposa tuvieron una hija el 7 de agosto de 1876, bautizada como Margaretha Geertruida. A los 14 años fue enviada a una escuela de monjas para ser educada en las artes domesticas en preparación para el matrimonio: tal era la crianza propia de las jóvenes de su clase. Pero esta vida convencional no era para Margaretha. Un mes antes de cumplir 19 años se casó con Campbell MacLeod, un oficial del ejército holandés de origen escoses, 21 años mayor que ella. El matrimonio fue un error desastroso.
En la rápida sucesión, la joven señora MacLeod dio a luz a un hijo y una hija y en 1897 acompañó a su esposo a las Indias holandesas, donde comandaría un batallón en Java. MacLeod bebía demasiado, era mujeriego y golpeaba a su esposa: una vez la amenazó con una pistola. Su hijo murió en circunstancias misteriosas; una versión afirma que fue envenenado por un sirviente al que MacLeod había maltratado. Poco después de que la familia MacLeod regresara a los Países Bajos en 1902, Margaretha se separó de su esposo, se divorciaron 4 años después. Dejando a su hija con parientes, la joven mujer partió a París con todo su pasado tormentoso a cuestas decidida por sus muchas habilidades a iniciar una sorprendente y nueva carrera.
Inventando a Mata Hari
Como esposa de un oficial holandés y madre de 2 niños, Margaretha no habría podido conquistar a la sofisticada capital de Francia. Pero como exótica bailarina oriental obtuvo toda la atención que quería. Así, en 1905, asumió una nueva identidad, haciéndose pasar por la hija de una bailarina de la India que murió al dar a luz. Margaretha afirmó que, para sustituir a su madre, ella fue consagrada al Dios Shiva e iniciada en sus rituales eróticos. Alta y esbelta, de pelo negro azulado, por su físico extraño y hermoso se le puede confundir fácilmente con una mujer india. El exótico nombre que adoptó, Mata Hari significaba “ojo del Alba”.
Mata Hari siguió cosechando triunfos en los salones elegantes de París. Pasó por los teatros de Montecarlo, Berlín, Viena, Sofía, Milán y Madrid. Parecía que toda Europa estaba bajo sus pies. Aunque los miembros de su público mayoritariamente masculino afirmaban que su razón para asistir a sus presentaciones era para aprender más acerca de las religiones orientales, en realidad iban a ver a una sensual y hermosa mujer que se atrevía a presentarse ante el público casi desnuda.
No es de sorprender que la voluptuosa bailarina tuviera legiones de admiradores que pagaban de buena gana por los favores que ella otorgaba generosamente. Al estallar la Primera Guerra mundial en agosto de 1914, Mata Hari era la cortesana mejor pagada de Europa. Sus conquistas en Berlín eran el príncipe de Alemania el canciller y el duque de Brunswick. Cuando se declaró la guerra, fue vista en las calles de Berlín en compañía del jefe de la policía.
Viajes fatales
A finales de 1915, Mata Hari regresó a París: una versión dice que para rescatar sus pertenencias en su villa en las suburbana Neuilly; otra historia afirma que para cuidar de un amante ruso herido. Una tercera versión, la del espionaje, fue dada en un críptico mensaje enviado por el servicio secreto italiano a sus contrapartes francesas. “La celebridad teatral llamada Mata Hari…que afirma revelar secretas danzas hindúes que requieren la desnudez”, advertían los italianos, había renunciado a su afirmación de haber nacido en la India y ahora hablaba alemán con un leve acento oriental.
Detenida por las autoridades francesas, Mata Hari negó con vehemencia ser espía alemana y ofreció impetuosamente a Francia sus servicios como agente secreto. Curiosamente, los franceses aceptaron su oferta y le enviaron a Bélgica, ocupada por los alemanes, con una lista de 6 agentes que operaban allá. Poco después, uno de ellos fue capturado y fusilado por los alemanes: se dijo que por ser traicionado por una mujer. Pero los franceses asignaron otra misión a Mata Hari en la neutral España, a dónde fue por barco vía los Países Bajos.
Los ingleses detuvieron el barco en Falmouth, al sur de Inglaterra, y arrestaron a Mata Hari creyendo que era la espía alemana Clara Bendix. Logró que los ingleses la liberaran al convencerlos de que trabajaba para Francia. Aunque sus captores le aconsejaron renunciar a su peligrosa labor, continuó su viaje a Madrid.
En la capital española, Mata Hari se relacionó con agregados navales y militares de Alemania y se le pagó generosamente por sus servicios. La naturaleza exacta de los servicios que prestó a los oficiales es la cuestión central del misterio que envuelve a Mata Hari.
Tinta invisible para H-21
A finales de 1916, Berlín dijo a los dos agregados alemanes en Madrid que estaban pagando demasiado por la información rutinaria que recababa el “agente H- 21”; se los ordenó que la agente debía ser enviada a París con un cheque de 5000 francos, pagadero en un Banco francés. El incriminatorio mensaje fue interceptado por el servicio secreto de Francia.
El 12 de febrero de 1917, Mata Hari llegó a París y se registró en el elegante hotel plaza en la avenida Montaigne. Al día siguiente fue arrestada y acusada de ser doble agente alemana. La evidencia usada para comprobar el cargo fue un cheque, sin cobrar, por 5000 francos, pagadero en el Banco especificado en el mensaje alemán, y un tubo que contenía tinta invisible: ambos objetos habían sido confiscados en su habitación de hotel.
Mata Hari explicó durante su interrogatorio que la “tinta invisible” era un desinfectante común que ella utilizaba como contraceptivo. En lo que el cheque se refería, admitió que eran honorarios de los agregados alemanes en Madrid, pero no por espionaje sino por sus favores sexuales. Sin saber de lo precaria que era su situación, hizo varias declaraciones poco convincentes y ambiguas acerca de los viajes que hizo durante los últimos 2 años y medio, desde el inicio de la guerra. La que fue celebridad en Europa y amante de mandatarios fue enviada a la celda 12 de la prisión Saint- Lazare. La celda ya había sido ocupada antes por las tristemente famosas asesinas de un ex presidente francés y editor de un diario y por Margueritte Francillard, quien fue ejecutada por espionaje.
Juicio poco concluyente
Después de meses de infructuoso interrogatorio en los que Mata Hari sostuvo su inocencia, se inició su corte marcial el 24 de julio de 1917. El presidente y otros dos miembros de la corte ya estaban convencidos de su culpabilidad, aunque las multitudes en las calles que aguardaban el veredicto estaban convencidas de su inocencia y esperaba la absolución.
Ella atestiguo que presenció maniobras militares en Alemania, Italia y Francia, pero como invitada de alguno de sus muchos admiradores. ¿Y los 30000 Marcos que recibió del canciller alemán? “Tal es el precio de mis favores. Mis amantes nunca me ofrecieron menos”. Respecto a las 50000 vidas que se perdieron cuando se torpedeó a buques franceses en el Mediterráneo con base en información proporcionada por ella, ¿dónde estaba la evidencia de los hundimientos? En lo que se refería a su uso del correo diplomático holandés para enviar mensajes de París, dijo que era para escribir cartas a su hija . A pesar de lo débil de las acusaciones era predecible el veredicto en su contra, tomando en cuenta los ánimos de la época. El alto mando francés necesitaba un chivo expiatorio que explicara el fracaso aliado para romper el estancamiento de 3 años con Alemania.
Esperando la sentencia
La sentencia de muerte no se llevó a cabo inmediatamente. Durante los meses de espera, Mata Hari se sintió cada vez más nerviosa y abatida, la única noche en que dormía bien era la del sábado, pues no había ejecución en los domingos. Las demás noches se acostaba sabiendo que, de un golpe en la puerta, al alba, la llevaría ante el pelotón de fusilamiento.
Su abogado le ofreció posponer la ejecución diciendo que estaba embarazada de él, pero Mata Hari la rechazó indignada. Prefirió poner sus esperanzas en la petición de clemencia elevada a última hora el presidente de Francia. Su petición fue denegada. Así, antes del amanecer del lunes 15 de octubre, fue despertada de un sueño inducido por la medicación que pidió al médico de la prisión. Con voz inexpresiva, su abogado comunicó a la espía convicta que moriría esa mañana abatida por las balas.
¿Simulacro de ejecución?
Consciente de la reputación, la mujer de 41 años se vistió cuidadosamente con un vestido gris perla , un gran sombrero de paja y su mejor par de zapatos. Se puso un abrigo sobre los hombros. Solo después de ponerse guantes estuvo lista para salir de su celda y entrar al coche que la llevaría a Chateau Vincennes, su fatal sitio de muerte en las afueras de la ciudad.
El pelotón de fusilamiento le esperaba en Vincennes: 12 hombres alineados sobre los 3 lados de un cuadrado orientado hacia un árbol sin hojas ni ramas. Mata Hari caminó con paso firme hacia el árbol. Aceptó el vaso de ron que se ofrece a los condenados, pero se rehusó a ser atada al árbol o a que la vendaran: prefería ver a los ojos a sus ejecutores. Cuando el sol atravesó la niebla de la noche, se retiraron el cura y las monjas que la asistían, el pelotón se aprestó a la orden de su comandante y se dio la señal. 12 disparos rompieron el silencio buscando el blanco de la tan controvertida mujer y el cuerpo sin vida de “ojo del Alba” cayó al suelo.
La razón de la excepcional compostura de la mujer condenada en el momento de su ejecución fue explicada después con una extraña historia. Un ardiente y joven admirador llamado Pierre de Morrisac se las ingenió para sobornar al pelotón de fusilamiento para que cargara sus rifles con balas de salva. La ejecución debería ser un simulacro, como en la ópera Tosca de Puccini, tan de moda en esos días.
Pero igual que en la ópera, falló lo urdido por Morrisac: los rifles estaban cargados con balas reales y la víctima, sin sospechar nada, murió al instante.
La verdad de esta historia, y de otra que describe a Mata Hari abriendo su abrigo al momento de los disparos para mostrar su desnudez a los soldados, es imposible de comprobar y no es importante. Ambos cuentos solo son parte de la glamurosa leyenda de la belleza de Holanda que logró la fama como bailarina exótica y muy costosa cortesana, pero que logró la inmortalidad al morir como la espía que quizás nunca fue.
Fuentes:
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