Que palabra tan extensa: México, mi México es el decimocuarto país más extenso del mundo con una superficie cercana a los 2 millones de kilómetros cuadrados con 118 millones de habitantes, es un país extenso en territorio cultura e historia y su población es tan numerosa como diversa y lo amo por eso alzo la voz.
Muchas veces me preguntan que si soy izquierdista o porque siempre me quejo, entonces pienso y me digo: lo hago porque quiero, porque puedo, porque soy MUJER, porque estoy en mi derecho y eso no me hace ser de izquierda, para mí no es el partido, son sus acciones. Cuando tenía entre 9 y 13 años pasaba mis vacaciones en ciudad Juárez con familia de mi padre, recuerdo que no me gustaba ver noticias porque siempre me asustaba cuando decían que asesinaban a mujeres jóvenes, y a mi edad muchas veces pensaba en porqué a las mujeres, pensaba en si era malo ser mujer, si las mataban por su manera de vestir, por ser bonitas, por ser de bajos recursos y simplemente no entendía la razón de cómo era posible, si existía la policía, que pasaran estas cosas, pues para mí, a esa edad pensaba que todos eran buenos, y si un día, yo, por cualquier razón tenía que escapar de algún delincuente correría a los brazos de un policía, que cosas ahora a mi edad, no pienso lo mismo.
Pensaba en cómo era posible que más de 700 mujeres muertas y 1,000 desaparecidas según las estadísticas, no habían tenido justicia en sus muertes, y peor aún es sus vidas, como podía ser posible que se permitieran tales abusos a mujeres, y en muchos casos niñas al igual que yo, que se dedicaban a trabajar, arriesgar su vida por un salario mínimo, no suena nada lógico, pero lo es.
En Juárez y en Chihuahua las ganancias de las fábricas fueron más importantes que la vida de las mujeres, pues hicieron nuestros cuerpos desechables; la mayoría de estas mujeres eran de clase baja jóvenes, de piel morena, bajos recursos y empleadas de las maquilas, aunque también hubo casos de estudiantes en la capital del estado.
A mi edad tenía miedo, y me enojaba cuando veía las noticias, después comprendí que se trataba de un sentimiento llamado: impotencia, me llenaba de enojo, de coraje, como podía ser posible que mujeres aparecieran asesinadas, violadas, torturadas o que tal vez nunca aparecieran, qué era lo que hacía el gobierno, en qué pensaban, dejaron que violaran, mataran a muchas mujeres y niñas para poder llamar su atención y pienso que no sería lo mismo si las hijas de nuestros gobernantes fueran las que se encontraran en estas situaciones; y ahora lo único que nos queda es la cruz frente al Palacio de Gobierno del estado de Chihuahua, ese monumento sin vida que el gobierno da al pueblo para que olvidemos, eso que jamás les devolverá sus hijas a esas familias.
No puedo imaginarme la tristeza, la impotencia, lo que las familias tienen que pasar, lo duro que es porque uno siempre cree que a uno nunca le va a pasar, pero pasa siempre pasa. No es posible que tengan que matar a miles mujeres para que nos escuchen, existimos, tenemos voz y no nos pueden callar. Nos arrancaron nuestra, ropa, nuestro cabello, nuestros senos, nuestra voz. Pero nos queda el alma, el coraje y la fuerza para seguir luchando por las que estamos vivas, las muertas y las que aún no encontramos.