Carta a Mary Wollstonecraft: Vindicación de los derechos de la mujer

Querida Mary:

Me quedé pensando en que me gustaría hablar de muchas cosas contigo, especialmente después de haber leído lo que escribiste acerca de los derechos de las mujeres. Encuentro de extrema importancia todos y cada uno de los puntos que tocas en tus ensayos, y me da causa mucha desilusión que (sí, ya se que las mujeres ya podemos votar, hurra) las cosas no han cambiado mucho por aquí.

Podrías pensar: “Oh, han pasado cientos de años, las mujeres deben ser independientes, igual de relevantes que los hombres, no existen diferencias entre nosotros, aquellas creencias se dejaron en el pasado”, pero temo que debo ser la portadora de las malas noticias.

He de admitir que a pesar de que te admiro mucho, y a todas aquellas mujeres que pelean por nuestros derechos, decidí apagar mi feminismo y me temo que no he podido encontrarlo desde entonces. Eso no significa que no sea feminista, o que no crea en la causa, o que me haya dado por vencida, solamente significa que estoy muy cansada. Estoy cansada de ser cuestionada, de que no me crean, de ser histérica, de ser ruidosa, de gritar, de pelear. Después de mucho tiempo de ir contra corriente, de perder amistades, de ser tachada de problemática, sentí que era necesario un descanso.

No era solo una lucha interna para mí. Al encender mi celular lo único que veía eran rostros de mujeres y niñas que un día no llegaron a su hogar o aún peor, fueron despojadas de este. En vez de compartir todas esas imágenes de mujeres desaparecidas, comencé a ignorarlas. Dejé de cuestionar las acciones de mis amigos varones. Elegí ignorar comentarios ignorantes en vez de darles pelea. Poco a poco me fui convirtiendo en una persona normal, no una feminista, porque la gente tiende a separar estos dos conceptos, como si una feminista no pudiera ser un humano convencional.

Antes de que me dirijas una mirada cargada de decepción, deberías ponerte en mis zapatos. Estoy segura de que tú misma debiste sufrir mucho en aquel entonces. No me puedo imaginar la cantidad de críticas que una mujer liberal en el siglo XVII habrá recibido por su ideología feminista.

No creo que ser feminista sea una elección. Una vez que te quitas la venda de los ojos, es imposible volvértela a poner. Dejé de seguir páginas de mujeres desaparecidas en mis redes sociales, pero las mujeres siguieron desapareciendo. Dejé de observar las actitudes machistas de mis amigos, pero ellos siguieron haciéndolas. Intenté ignorar los comentarios de los demás, pero seguí escuchándolos.

Seguía escuchando que era nuestra culpa por la ropa que usábamos. Que una mujer no debería beber, maldecir, salir de noche, bailar, tener amigos, vida social. No debes ser muy gorda, tienes que cuidar tu salud, y tampoco muy delgada, para tener “de donde agarrar”. Tienes que trabajar, estamos en pleno siglo XXI, no esperes que un hombre pague la cuenta; sin embargo, al mismo tiempo, las mujeres no deberían trabajar, no deberían tener puestos ejecutivos, no pueden descuidar el hogar. Tienes que ser hermosa, natural, usar mucho maquillaje no es bueno, no obstante tu rostro no favorece los estándares de belleza. Si disfrutas de tu sexualidad, nunca nadie te querrá para algo serio, pero si no lo haces “de seguro es lesbiana”.

Sé que probablemente desconoces términos como “celular”, o “redes sociales”, y ahora que lo pienso es probable que no entiendas ni siquiera la mitad de mi carta, pero quiero creer que has estado observando la evolución de la sociedad desde el cielo, o donde sea que estés en este momento. Pero decidí escribirte esta carta después de leer tus escritos porque es muy difícil ser mujer, y creo que estarías de acuerdo conmigo. Y sí, trato de luchar contra los estereotipos de género, Mary, pero es muy difícil cuando soy una mujer extremadamente complaciente que ama el rosa, no maneja bien y le gusta hornear.

Creo que mi feminismo resurgió de aquel lugar escondido en el que lo aventé por mucho tiempo después de leer un hilo de Twitter (otros términos que no entenderías) acerca de un grupo de hombres que comenzaban a adoptar una filosofía arcaica conocida como “red pill”.

Esta ideología androcéntrica se basa asignar el valor de una mujer en relación con la cantidad de hombres con los que ha estado, y otras pautas de una misoginia violenta y preocupante. La filosofía de la pastilla roja también incluye “consejos” de citas que son, a grandes rasgos, descripciones de relaciones abusivas, en las ínsitas a los hombres a ser dominantes y ejercer su papel de “alfa” en una relación porque consideran a las mujeres inferiores. Tómate la libertad de investigar esta atrocidad si así lo deseas; te sorprenderías de lo repugnante que es. A pesar de que he hecho todo lo posible por ignorar lo mucho que he visto crecer esta ideología en redes sociales, es increíblemente peligroso que esta información se distribuya libremente en internet, y me duele ver lo fácil que es para los niños encontrar esta información en línea. Solo puedo imaginar las dificultades que tuviste que atravesar en tu época; si es difícil hoy en día, ni siquiera quiero pensar en el siglo XVIII.

Y después de eso me enteré del movimiento feminista 4B que está teniendo mucho auge en las mujeres de Corea del Sur. Debo confesar que me reí un poco cuando lo leí, y luego me causo mucha tristeza. Te explico rápidamente: el movimiento feminista coreano 4B se refiere a un movimiento feminista en Corea del Sur que se centra en cuatro áreas principales: la cama (bed), el trabajo (bread), el transporte (bus), y el asiento (bench). Estos elementos representan aspectos de la vida cotidiana donde las mujeres experimentan desigualdad de género o discriminación. Más o menos, en pocas palabras: las mujeres coreanas que son partícipes de este movimiento han decidido no casarse, no reproducirse, no salir, ni tener citas, ni tener relaciones sexuales con hombres. ¿No es esto muy triste, Mary?

Las coreanas se rindieron. Casi como yo lo hago al apagar mi feminismo. Deciden atacar la violencia con violencia porque no encontraron ninguna otra manera de luchar contra el sistema del que somos víctimas. Porque sí, los hombres también son víctimas del patriarcado. Todos estamos atrapados, y no sabemos cómo salir, como desaprender todo lo que hemos aprendido.

Hay muchas cosas extrañas en estos tiempos. En fin.

Como diría mi buen amigo Jorge Luis Borges, eso es lo que quería decirte hoy.

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