Romeyno, pianista orgullosamente rarámuri

Foto tomada antes de que Romeino iniciara concierto
Foto tomada antes de que Romeino de inicio a un concierto

“Siempre toco con mi camisa y mi cinto Rarámuri, es un gran orgullo para mi poder representar a mi comunidad”

Romeino es un joven pianista que nació en la Sierra Tarahumara y que ahora se dedica a dar conciertos a nivel internacional, interpretando música clásica y nativa.

“Soy de Retosachi, una comunidad de Guachochi de la Sierra de Chihuahua, nací­ el 24 de junio de 1986, aunque en mi acta de nacimiento dice que en julio, pero fue error de la secretaria que yo creo escuchó mal”, dijo Romeino.

Su nombre completo es Valente Romeino Gutierrez Luna, algunos lo conocen como Valente, pero en el mundo exterior lo conocen como Romeyno. “Me gusta mi segundo nombre, pero con `y` porque se ve más bonito”, aclaró Romeino.

Su nombre se debe al reconocido pianista estadounidense Romayne Wheleer, quien llegó a la comunidad en 1960, con la intención de encontrar músicos que se unieran a la Universidad de Viena, pero que según palabras de Romeino, quedó encantado con la cultura y se quedó a ayudar a los indí­genas.

Foto tomada en Retosachi, cuando Romeino era niño.
Foto tomada en Retosachi, cuando Romeino era niño.

Cuando Romeino nació, Wheleer decidió convertirse en su padrino, y es por esto que Juan Gutiérrez y Regina Luna, padres de Romeino lo llamaron así­ en honor al padrino, pero con el cambio en la “o” porque, según explica el pianista, todos los nombres rarámuris deben de terminar en vocal.

Romeino cuenta que desde pequeño le gustaba la música, y que cuando su padrino tocaba el piano, él se asomaba por la ventana y duraba escuchándolo hasta que terminaba de practicar. En ocasiones, dice, se poní­a a bailar alrededor del piano y al compás de la música.

“Por eso mi padrino supo que tení­a un don, porque desde pequeño vio que traí­a la música en la sangre”, así­ lo mencionó Romeino.

Fue a los 5 años que Romeino comenzó a tocar el piano, su maestro fue su padrino, quien le enseño a leer partituras y a tocar las notas. “Fue difí­cil porque yo no sabí­a leer partituras, yo sacaba las canciones de oí­do, pero mi padrino me enseño a hacerlo”.

Primer acercamiento de Romeino al piano
Primer acercamiento de Romeino al piano

En Retosachi, no hay escuela así­ que Romeino, tuvo que asistir a clases en Guachochí­, al terminar la preparatoria decidió venirse a la ciudad de Chihuahua a estudiar música.

Romeino dice que, “siempre es difí­cil salirte a estudiar, y más por lo que yo querí­a estudiar. Mi papá me decí­a que querí­a que estudiara ingenierí­a y así­ podrí­a ayudar a la comunidad y aportar dinero, pero yo no quise”.

Luego de la preparatoria él joven viajo a Michoacán, donde se convirtió en discí­pulo de la maestra Martha Irene Mendez, quien según Romeino, le enseñó mucho en cuanto a tocar el piano, y con ella aprendió bastante de lo que sabe ahora.

Sus primeros años en Chihuahua, estudió en el Conservatorio, donde conoció a excelentes maestros,  una de ellas Lilit Margaryan, a quien recuerda con mucho cariño.

Foto tomada cuando Romeino tení­a 3 años
Foto tomada cuando Romeino tení­a 3 años

Pero no satisfecho con eso, decidió salirse del conservatorio para entrar a la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma de Chihuahua, sin embargo un suceso lo convenció de volver a su comunidad.

“Era noche y me levantaron, me quitaron mis cosas y me bajaron del auto, no me gustó eso y decidí­ volver con mi familia a la comunidad”, dijo Romeino.

Pero él piensa que eso le trajo cosas buenas y vio la luz ante la adversidad, pues cuando volvió a Retosachi su padrino le regaló un piano de cola. “Fue el primero, y con ese toque en la comunidad”, dice con orgullo el pianista.

Cuenta una divertida experiencia sobre este preciado tesoro, pues en ese tiempo le pidieron dar un concierto en Guachochi. “Nos tuvimos que llevar el piano, lo cargamos entre varios para que no se lastimara, tení­a que andarlo moviendo de aquí­ para allá”, recuerda Romeino.

Fue también durante ese lapso en el que conoció a su actual esposa, que es hija de un conocido de él al que le gustaba mucho escucharlo tocar. Dice el artista: “un dí­a llegue y fui a su casa y ahí­ estaba ella, comenzamos a platicar y a salir y se dio”.

Romeino ya habí­a conocido a su esposa años atrás, pero no se acordaba de ella porque aun era muy pequeño. Cuenta el pianista, “estábamos juntos en la primaria y yo la habí­a visto nomas, pero ella dice que ya sabí­a que tení­a que estar conmigo”.

í”°l volvió a Chihuahua y se reincorporó a la Facultad de Artes a estudiar piano, comenta que no perdió muchos semestres ya que le revalidaron materias. Pero ahora no volvió solo, Elvira Luna, su esposa, vino con él para estudiar enfermerí­a y en un par de años tuvieron una hija.

“Es muy difí­cil, me sentí­a dividido, porque yo tení­a que estar concentrado para ir de gira y mi esposa se enojaba porque pasaba mucho tiempo aparte. Las extrañaba, y trataba de estar con ellas, pero también sabí­a que tení­a otro deber”, recuerda Romeino.

En año pasado Romeino junto con su padrino Romayne, iniciaron una gira de nueve lugares, en España, Italia, y Austria, y de forma especial Viena, donde Romeino dice que fue el mejor lugar ya que ahí­ estudio su padrino, entre otros motivos: “para mí­ fue un gran privilegio tocar donde interpretó por última vez Mozzart, en ese lugar tan maravilloso, fue una gran emoción para mi”.

Romeino Gutierrez junto a su piano.
Romeino Gutiérrez junto a su piano.

Roma, fue otro de los lugares en donde se presentó Romeino y cuenta otra anécdota sobre ese viaje, “habí­a una amiga de muchos años, Adriana Shiabon, que era de allá, pero nunca me pidió que fuera con ella, y cuando acabe que tocar me dijo: yo no sabí­a que lo hací­as tan bien, me da mucho gusto, me sorprendiste. Después me dijo mi padrino que ella no querí­a que fuera porque nunca me habí­a oí­do y no querí­a que me fuera mal”.

Respecto a su preparación antes de cada concierto el pianista explica que siempre trata de llegar un dí­a antes al lugar e ir a ver como es el auditorio donde se presentará, qué piano va a usar, revisar la acústica, practicar su repertorio. Comenta que no siente nervios al salir, solo emoción, porque sabe lo que hace, pero siempre se encomienda a los dioses y medita antes de pararse frente al escenario. “Un poco de meditación, respirar y saber lo que hago, eso me ayuda a entrar en paz y tranquilidad para transmitir a los escuchas”.

Su música favorita es la clásica, pero siempre trata de interpretar piezas más complejas: “Me gusta Chopin, porque sus obras son más para piano, pero hago mis arreglos e interpreto música nativa, siempre cambio las piezas en mis conciertos para que siempre escuchen algo diferente”.

Ante la pregunta ¿Qué dice tu comunidad de ti? Romeino rí­e con la sencillez que lo caracteriza, “están orgullosos de mí­, para mí­ es un gran honor, porque dicen que nadie ha salido de la comunidad y menos como yo, pero que yo los motivé a hacer algo más, y me llena de alegrí­a”.

Ahora Romeino vive con su esposa, con la cual se casó en junio del año 2014 en el registro civil, vestidos ambos de rarámuris y en septiembre del mismo año fue la ceremonia religiosa.

Sus planes son seguir estudiando en la UACH, y seguir dando conciertos porque lo que más quiere es ayudar a su comunidad a salir adelante.

“Estoy muy agradecido con mis padres por apoyarme, con mi padrino por enseñarme lo que sé y estar apoyándome todo el tiempo en lo que hago, y con mi comunidad por estar a mi lado, quiero regresar todo lo que me han dado lo único que quiero para mí­ y los demás es amor, paz y tranquilidad”.

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