- Es una celebración de origen mesoamericano.
- En el 2008 se declaró patrimonio culturar inmaterial de la humanidad.
- En el calendario mexica se pueden observar al menos seis festejos hacia los difuntos, por lo que no es nada nuevo celebrar la muerte en México.
- Entre los pueblos prehispánicos era común conservar los cráneos de los difuntos.
- Las festividades eran presididas por la diosa Mictecacíhuatl, conocida como la “Dama de la Muerte” (actualmente relacionada con “La Catrina”, personaje de José Guadalupe Posada).
- Los pueblos antiguos creían que los rumbos destinados a las almas de los muertos estaban determinados por el tipo de muerte que habían tenido, y no por su comportamiento en la vida.
- Los entierros prehispánicos eran acompañados de ofrendas que contenían dos tipos de objetos: los que, en vida, habían sido utilizados por el muerto, y los que podría necesitar en su tránsito al inframundo.
- Cuando llegaron a América los españoles en el siglo XVI trajeron sus propias celebraciones tradicionales para conmemorar a los difuntos, donde se recordaba a los muertos en el Día de Todos los Santos.
- En 1859 se consolidó la costumbre de adornar las tumbas con flores y velas, visitar los panteones los días 1 y 2 de noviembre, La clase alta por las mañanas y los pobres por la tarde.
- La Unesco distinguió esta festividad como una de las representaciones más relevantes del patrimonio vivo de México y del mundo, y como una de las expresiones culturales más antiguas y de mayor fuerza entre los grupos indígenas del país.
- El pan de muerto es una representación de la eucaristía, y fue agregado por los evangelizadores españoles. Es un panecillo dulce que se hornea en diferentes figuras, desde simples formas redondas hasta cráneos, adornado con formas de huesos hechas con el mismo pan; se le espolvorea azúcar y se elabora con anís.
- Las tumbas se adornan con coloridas coronas de flores de rosas y girasoles, entre otras, pero principalmente de cempasúchitl, las cuales se cree atraen y guían las almas de los muertos.
- El agua en un altar de muertos tiene gran importancia ya que, refleja la pureza del alma, el cielo continuo de regeneración de la vida y de las siembras y en la ofrenda se representa con un vaso lleno de agua que sirve para que el espíritu mitigue su sed después del viaje desde el mundo de los muertos.