Tan solo estamos un instante en este mundo, nadie puede escapar a la muerte. La muerte puede ser concebida de diferentes maneras. Hay quienes pueden pensar que no hay nada después de la muerte, y otros, creyentes en Dios o simplemente en la vida después de la muerte, podrán decir que hay un lugar en el cielo y que todos vamos para allá.
Para Martin Heidegger, filósofo alemán existencialista (1889-1976), considera lo siguiente sobre la muerte: “es el acontecimiento esencial en la aventura humana. La muerte es un misterio, la consideramos como el momento de decir adiós a todo, es el viaje de, irás y no volverás” (Heidegger). Las despedidas siempre han sido difíciles para los seres humanos, aunque sean temporales, pero la muerte ya no tiene manera de revertirse.
Para muchos, el término “la muerte” puede ser innombrable, y considero que es por el miedo que muchos tienen de suponer en lo que pasará después de morir. Otros más, porque tienen miedo de haber dejado cosas inconclusas y que la muerte les sorprenda.
Para Sócrates, filósofo de la antigua Grecia, “La muerte es una posibilidad de encuentro y reencuentro con los que ya han muerto y, por qué no decir, con los que morirán” (Sócrates). Muchos sienten paz al pensar que al morir podrán reencontrarse con sus seres amados que se les adelantaron. Considero que la muerte se da en nuestro cuerpo o materia, pero que hay un mundo espiritual al que muchos le llaman cielo a donde vamos, y que probablemente podamos reencontrarnos con personas que quisimos, pero que tuvieron que partir antes que nosotros.
Ahora, vivir la muerte de un ser querido comúnmente es bastante doloroso. No estamos preparados para despedir a nuestros seres amados. Preferimos no creer que eso sucederá, y en nuestra mente creemos que tenemos una larga vida por delante.
Sin embargo, la vida puede ser corta para unos, como para los bebés, niños o jóvenes, y larga para otros, como para los adultos y ancianos; no sabemos en qué momento nos tocará.
He visto que cuando un servicio funerario ofrece sus paquetes, nos negamos a escucharlos. Algunos creen que es como si fuera algo de mala suerte, pero más bien es darles tranquilidad a nuestros seres queridos, teniendo el lugar donde van a quedar nuestros restos y los servicios de traslado, y el apoyo a la familia para cuando llegue el momento en el que nos toque irnos.
Es bueno generar conciencia sobre estos temas que pueden ser difíciles y dolorosos. Una conciencia de que somos pasajeros en esta vida y que debemos prepararnos para nuestra propia muerte, sin que sea algo alarmante o se piense que es de mala suerte
Vivir el día como si fuera el último, con nuestros seres queridos y con nosotros mismos, ayudará a que seamos más felices, a no dejar pendientes para el mañana, porque no sabremos si ese mañana llegará, pendientes que podemos solucionar en el momento y que no queremos hacer porque nos sentimos muy disgustados con alguien a quien nos ha herido, o porque somos bastante orgullosos para pedir disculpas, o porque simplemente no se nos da la gana.
Expresar nuestras emociones de cariño con las personas amadas, el arreglar confusiones que se han dado o malentendidos es algo de lo que también debemos hacer para vivir el día. El dormirse y no quedarse con pendientes y poder descansar en tranquilidad es lo que también debemos hacer todas las noches.
Nuestra propia muerte puede estar en cualquier momento. Y que debemos amar y perdonar también a los que nos rodean, porque como seres humanos todos somos pasajeros en esta vida. Lo mejor es estar en paz en cada momento con nuestros semejantes para que en el momento de sus partidas no nos quedemos con el “hubiera hecho” o “hubiera dicho” y no lo hice y no le dije.
El epicureísmo es un movimiento filosófico fundado alrededor del 307 a.C. por Epicúreo de Samos. Esta doctrina se enseñaba en un jardín, y así es como se llamaba la escuela “el jardín”. Decían que si la muerte no está presente cuando estamos vivos, entonces no tenemos por qué preocuparnos. Por eso se interesaban en saber cómo alcanzar la felicidad en esta vida terrenal. Para ellos, la única manera era a través del placer y el alejamiento del dolor. Sin embargo, hay momentos en los que debemos aceptar el dolor por un bien futuro. Para Epicúreo, la amistad es lo más importante, ya que el amor de una amistad siempre será el más sincero y espontáneo, comparándolo con el amor de un familiar, que a veces se da porque se tiene que dar.
Tener una vida en paz con los demás y con nosotros mismos, liberándonos de las mentiras que nosotros mismos creamos, nos ayuda a irnos en paz. Vivir el día a día no significa que vamos a despilfarrar todo lo que tenemos o que no vamos a tener objetivos a largo plazo. La fe en los seres humanos nos alienta a perseguir nuestros sueños. Lo que trato de decir es que debemos vivir en paz cada día con nosotros mismos y con los demás.
Octavio Paz también escribió sobre la muerte y comenta que una de las fiestas principales del mexicano es el Día de los Muertos. Los mexicanos celebran la muerte, transformándola en algo para celebrar. Esto sigue las actividades que nuestros ancestros realizaban con ofrendas y sacrificios a los muertos. El mexicano celebra la muerte de los demás, pero no piensa en su propia muerte. La muerte en general de los mexicanos es símbolo de diversión y burla, y debería ser sinónimo de respeto y veneración. Elaboramos el pan de muerto con figuras de huesos, sin miedo del verdadero significado de la muerte.
Octavio Paz dice: “otros países no quisieran hablar de la muerte y el mexicano, en cambio, la frecuenta, la burla, la acaricia, duerme con ella, la festeja, es uno de sus juguetes favoritos y su amor más permanente” (Paz, Octavio, 24).
Para Octavio Paz, si no tenemos respeto por la vida, tampoco lo tendremos por la muerte. Tomar a la ligera la muerte nos hace pensar que no damos la importancia que debiéramos a la vida, y que nos es indiferente vivir o morir. Esto es más que una máscara para evitar la verdad; es evitar vivir de acuerdo a nuestros valores. La vida es corta, y nada ni nadie debe impedirnos ser felices. El miedo a la muerte debe ser evitado, aunque sea normal temer a lo desconocido. Para muchos, el no saber sinceramente qué pasará después de la muerte los llena de miedo y preocupación. Se limitan en su vida y dejan de hacer cosas que los hacen felices debido al miedo a lo desconocido.
Cada día es una oportunidad para aprender, crecer y disfrutar de las experiencias que nos brinda. No sabemos cuánto tiempo tendremos, por lo que es esencial vivir con pasión, amar, reír y hacer las cosas que realmente importan. La frase “la vida es corta” nos recuerda que debemos valorar cada momento y no postergar lo que realmente deseamos hacer.
Bibliografía
Dherbey, Maria Daraki Gilbert Romeyer -. El mundo helenístico: cínicos, estoicos, y epicuréos. Madrid: Akal S.A, 2000, 2008. Digital.
Paz, Octavio. El laberinto de la soledad. España: Fondo de cultura económica, 1998. Digital.