La Revolución Mexicana es uno de los procesos históricos más trascendentes de la Historia de nuestro país, y más aún de nuestro estado. No en balde, el actual gobierno, seamos o no adeptos al mismo, considera a la Revolución como una de las tres grandes transformaciones de nuestra nación. La Revolución Mexicana ha sido influyente también en otras latitudes, como en Rusia, pero sobre todo en Cuba e inclusive en Chile.
No obstante, de entre todas las grandes transformaciones sociales armadas del siglo XX, la mexicana sigue destacando por sus particularidades endógenas, siendo sus dos principales, el hecho de haber sido la primera, y en no haberse reclamado como marxista-leninista. Este último punto generó que, aunque fuera la primera, no resultara la más influyente, como fue la rusa.
Esta cuestión ideológica también generó críticas hacia la misma, pues más de un pensador consideró que la Revolución Mexicana carecía de ideología, mientras que la rusa estaba respaldada por el andamiaje teórico de Marx, Engels, y las propias aportaciones de Vladimir Ilích Lenin. Hubo incluso un personaje que, al considerar que la Revolución Rusa se hallaba mejor organizada, se retiró de un México donde la facción carrancista se perfilaba como la triunfadora, a una donde el bolchevismo se hallaba unificado bajo el mando de Lenin. Este personaje fue, desde luego, el periodista estadounidense John Reed.
Otra distinción, si acaso infame de la Revolución Mexicana, y que el historiador Friedrich Katz, experto en Francisco Villa, gustaba de recordar cada vez que le era posible, es que la Revolución Rusa acabó con la aristocracia contra la que luchó, mientras que la mexicana le devolvió el poder. Él comentaba que si tomaba un taxi en Europa Oriental podía toparse a un antiguo noble de la Rusia zarista, pero si tomaba un taxi en Chihuahua o en Texas, lo más probable es que el taxista fuera ex revolucionario. El motivo de esto es muy sencillo, en Rusia triunfó el ala más radical de la Revolución, el cual nacionalsocialistas (nazis) llamaron: “El terror rojo.” Mientras que en México, el más bien conservador Venustiano Carranza fue quien tomó el poder, seguido por Álvaro Obregón y luego Elías Calles, fundador del antecesor del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
El país en el que la Revolución Mexicana influyó de una manera un tanto más directa fue en Cuba, pero con sus respectivos bemoles. Después de todo, Ernesto “Che” Guevara y Fidel Castro planearon la Revolución Cubana en México. No obstante, Paco Ignacio Taibo II, el biógrafo tanto de Villa como de Guevara, afirma en sobra sobre el segundo que este veía en México una Revolución traicionada. Quizá el Che comprendía que no era la Revolución de Villa la que había triunfado, ni mucho menos la de Zapata, sino la de Carranza. No obstante, no cabe duda de que Guevara y Castro creían en los ideales que habían llevado a los mexicanos a levantarse en armas en 1910, y traspolaron estos anhelos populares a la isla caribeña.
Aun cuando tras el triunfo de la Revolución Cubana, esta se vio forzada a alinearse a la Unión Soviética para hacerle frente a la fuerte presión y bloqueo estadounidense, jamás desatendió sus relaciones con México. Si bien la opinión de Guevara era de sentimientos encontrados por el resultado de la Revolución Mexicana en ese país, Castro tenía una postura mucho más agradecida con el gobierno mexicano, y no veía una separación tan clara entre el estado mexicano y la Revolución, encarnada en los años de la década 1950 por el Partido Revolucionario Institucional. La presencia de Salvador Allende en la Universidad de Guadalajara en 1972 es otra muestra del esfuerzo de los estados latinoamericanos por legitimar la Revolución Mexicana como origen del PRI.
Ahora bien, aun cuando en pleno 2023 el discurso revolucionario del PRI está sumamente desgastado, este parece haber reencarnado en MORENA. Sin entrar en mucha controversia política, solo hace falta mencionar los personajes históricos que esta administración reivindica, después de todo, el año 2019 fue el año de Emiliano Zapata, y este es el año de Francisco Villa, así como que en 2019 también se celebró el centenario luctuoso de Felipe Ángeles (todas estas figuras antagónicas a Carranza, Obregón y Calles, facción que dio soporte ideológico y práctico al PRI). Mientras que el próximo año será también el centenario de Lenin y no parece ser plausible que Putin vaya a realizar una gran fiesta por recordarlo, al menos no podemos imaginarnos unas “Jornadas Leninistas” como si ocurre en Hidalgo del Parral año con año.