Natalicio número 146 de Francisco Villa

José Doroteo Arango Arámbula nació en el Rancho de la Coyotada, del municipio de San Juan del Río, en Durango, México, el 5 de junio de 1878. Desde muy joven trabajó como peón en una hacienda llamada Gogojito de la familia López Negrete. Él mismo contó que el señor Agustín Negrete quiso abusar sexualmente de su hermana, deseando ejercer lo que otrora se conocía como “derecho de pernada,” a lo cual el joven Arango respondió con un arma de un primo suyo disparándole al agresor, sin herirlo de muerte. Ante esto salió huyendo y nunca regresó a la hacienda, viéndose forzado a convertirse en un bandido, perteneciendo a la gavilla de Ignacio Parra, quien a su vez había formado parte de la del legendario Heraclio Bernal, también conocido como “El Rayo de Sinaloa.” Villa practicó el bandolerismo a través de las regiones serranas de Durango y Sinaloa, adoptando diversos pseudónimos tales como el de Antonio Flores además de Francisco Villa, hasta que empezó a correr peligro por parte de las autoridades porfiristas en Durango, por lo que decidió mudarse a Parral, Chihuahua.

Como dice Friedrich Katz, esta decisión no fue fácil de tomar, ya que a diferencia de en Durango, los bandoleros no eran tan romantizados en Chihuahua como sí lo eran en Durango; mientras que en el segundo había corridos que aclamaban el carácter social y bondadoso de personajes como el ya mencionado Heraclio Bernal o Ignacio Parra, en Chihuahua el clan Terrazas-Creel y sus asociados gobernaban con puño de hierro y no toleraban en absoluto esta clase de actividades.

Es, pues, por la cercanía entre Parral y el estado de Durango que Villa decide establecerse ahí. Con el paso del tiempo Villa encuentra numerosos trabajos, y alterna la vida de bandido con la legal, principalmente esta segunda, pues, con el paso del tiempo comienza a internarse más y más en Chihuahua, sobre todo en el municipio de Satevó y en la Sierra que tanto conocía, pero ahora en su porción chihuahuense, particularmente en Namiquipa, pero también en San Andrés, que se encuentra antes de entrar a la región serrana, y donde hace la mayoría de sus amigos que lo seguirán durante la Revolución. Inclusive llegó a vivir y trabajar en Santa Eulalia (hoy Aquiles Serdán) en Chihuahua.

Dado que ya conocía los agrestes caminos de Chihuahua, particularmente los de la Sierra, fue común que empresas extranjeras y no extranjeras, particularmente aquellas que eran la competencia de los negocios del clan Terrazas-Creel, contratasen a Francisco Villa para transportar mercancías a través de caminos difíciles, lo cual le brindaba protección a Villa de la persecución terracista y porfirista. La primera era más apremiante, porque Villa no había dejado de ser un abigeo que le robaba cabezas de ganado a las más grandes haciendas, entre ellas la de El Sauz y la de El Torreón, las cuales, durante la época, ambas pertenecían a los Terrazas. Pero Villa dejaría su vida de criminal o de bandido social (dependiendo de la lupa desde la cual se le mire) cuando es contactado por Abraham González a finales de 1910, para añadirse al Partido Antirreeleccionista presidido por Francisco I. Madero, quien estaba organizando una insurgencia armada contra el presidente Porfirio Díaz.

Además de Villa fueron reclutados Máximo Castillo, Braulio Hernández, Pascual Orozco y otros personajes interesados en el movimiento armado, aunque todos estos chihuahuenses (a excepción de Villa que era duranguense, pero que se reclamaba chihuahuense) estaban más interesados en derrocar de su poder político y económico a Luis Terrazas y a su clan, más que a Porfirio Díaz, aunque también se adhirieron al movimiento maderista varios veteranos y descendientes de otras revueltas armadas aplastadas ora por Terrazas, ora por Porfirio Díaz, como la de Tomóchic, Pinos Altos, Namiquipa, Puerto Palomas, entre otras. Una vez triunfada la primera etapa revolucionaria, a saber, la maderista, a raíz de los tratados de Ciudad Juárez, y como lo señala Jesús Vargas Valdés en su obra Villa Bandolero, termina oficialmente la etapa de bandolero de Villa, pues además de un pago de honorarios de $10,000 (uno de los más altos de entre los revolucionarios por ser, junto con Pascual Orozco, uno de sus soldados más valiosos y activos) recibe además el indulto oficial del ahora nuevo presidente de la República, además de la petición, casi orden, de que se retire de la vida armada, se case y viva de “manera honesta.”

Villa sigue las instrucciones de Madero y con el dinero recibido se casa con Luz Corral en San Andrés, pone una carnicería en la Ciudad de Chihuahua, y comienza la construcción de la casa más famosa que tuvo, conocida hoy como la Quinta Luz o Museo de la Revolución en Chihuahua. No obstante, el enconado odio entre Luis Terrazas y Francisco Villa no hizo, sino crecer, pues el segundo argüía que los impuestos del primero sobre la carne hacían imposible hacer rentable su negocio de carnicería (tal vez esa sea la principal razón por la que una de las primeras gestiones de Villa como gobernador será bajarle el precio a la misma) y Villa consideraba que la Revolución no había terminado, no así en tanto los Terrazas siguieran en el poder. Existen inconformidades contra el nuevo gobierno de Francisco Madero, por considerársele demasiado tibio, Pascual Orozco proclama el Plan de la Empacadora en Ciudad Chihuahua y se rebela contra su antiguo jefe, Máximo Castillo, Braulio Hernández y numerosos anarquistas magonistas se le adhieren, aunque algunos arguyen que estaban financiados por la misma oligarquía chihuahuense, no obstante, Villa se debate si participar en el movimiento orozquista o no, empero, Orozco entra en conflicto con Villa y este último se decide por escuchar la petición de Madero de que protegiese su Revolución en el estado de Chihuahua, por lo que ahora Villa lucha contra el orozquismo.

Villa triunfa en su campaña contra Orozco, muchos argumentan que esto es debido a que Villa conoce mejor a la gente y el territorio, y que la clave de su genialidad proviene de su época como bandolero, lo cual lo convierte en un gran líder para el pueblo. No obstante, en medio de la campaña Villa le confisca unos caballos a la burguesía de Jiménez, Chihuahua, y Victoriano Huerta lo enjuicia por robo, y decide fusilarlo sumariamente, no obstante, Madero envía una orden de que se le perdone la vida, y es enviado a la prisión de Santiago Tlatelolco en la Ciudad de México. Por otra parte, en que por aquel entonces era la prisión de Lecumberri, hoy Archivo General de la Nación, es asesinado Francisco I. Madero junto a su vicepresidente José María Pino Suárez, por el mismo Victoriano Huerta tras un golpe de Estado apoyado por el embajador estadounidense Henry Lane Wilson, el gobernador de Nuevo León Bernardo Reyes y los sectores más reaccionarios de México. Villa ya había escapado de prisión cuando el golpe de Estado había tomado lugar, y se refugió en El Paso, Texas. Cuando se enteró de la noticia decidió declararle la guerra a Victoriano Huerta, al mismo que lo había encarcelado, intentado fusilar, además de haber matado a su amigo y líder.

De manera tal que, tras la proclamación del Plan de Guadalupe por parte de Venustiano Carranza, Villa, Calixto Contreras, Tomás Urbina, José E. Rodríguez, Rodolfo Fierro, Toribio Ortega, Pánfilo Natera, Felipe Ángeles, Vito Alessio Robles y miles de revolucionarios más decidieron formar parte de la División del Norte, el ejército revolucionario más grande de la historia de Latinoamérica, según Friedrich Katz, y quizá de todo el continente americano, si excluimos quizá al de las 13 colonias. Se eligió como líder a Pancho Villa después de que Calixto Contreras declinase dado que no se sentía lo suficientemente apto como para ser líder del susodicho ejército. De modo que la División del Norte se subordinó a Venustiano Carranza, el Primer Jefe de la Revolución, y el ejército de Villa logró vencer al Ejército Federal huertista en Ojinaga y Tierra Blanca (a unos kilómetros al este de Ciudad Juárez), en Chihuahua, al igual que en Torreón y Saltillo, Coahuila. Dado que a Carranza no le agradaba Villa, por diferencias personales e ideológicas, le planteó a los subordinados del Centauro que eligiesen otro jefe, a lo que estos se negaron rotundamente y lo cual dio origen al cisma que le costaría más sangre a México en toda su historia.

Tras la victoria de la División del Norte en Zacatecas, y la posterior llegada a la Ciudad de México del Ejército Libertador del Sur, comandado por Emiliano Zapata, y la División del Norte, por Francisco Villa, así como la del Noreste comandada por Pablo González y la del Noroeste por Álvaro Obregón, se firmaron los Tratados de Teoloyucan, dándole fin al Ejército Federal, asimismo, dando comienzo a la Guerra Civil entre el villismo y el zapatismo contra el carrancismo, en la cual la última facción se vio coronada, por muchos motivos, pero de entre los cuales destaca el apoyo de Estados Unidos a Venustiano Carranza. Algunos más, como Katz, arguyen a que se debió a que Villa se encontraba demasiado confiado y decidió hacer caso omiso de los vitales consejos de Felipe Ángeles, aunque Pedro Salmerón, en su obra 1915, México en Guerra, opina que la razón de su derrota se debe a una cuestión más bien económica y no propiamente táctica. En lo que parecen estar todos de acuerdo es que en 1915, los estadounidenses dejaron pasar a los carrancistas desde Piedras Negras, Coahuila, hasta Aguaprieta, Sonora, a través de Texas, Nuevo México y Arizona, sorprendiendo a los mexicanos parapetados en la mencionada ciudad sonorense, masacrando de esta manera a los villistas. Villa y sus hombres se repliegan a Naco, Sonora, donde Villa emitió un manifiesto en el cual llama a los mexicanos a unirse contra el que ahora consideraba el auténtico enemigo de todos los mexicanos, los estadounidenses.

Después de esto, Villa llegó a la Ciudad de Chihuahua, ofreció un discurso al que casi nadie asistió y disolvió oficialmente a la División del Norte, asimismo, tomó la decisión de irse a refugiar a la sierra de Chihuahua para esconderse de la persecución carrancista. Eventualmente, en enero de 1916, uno de sus más fieles Dorados, Pablo López, ordenó la masacre de 19 ingenieros estadounidenses, trabajadores de la Cusi Mining Company, en Cusihuiriáchi, Chihuahua, lo cual causó un gran malestar en los Estados Unidos, posteriormente atacó Columbus, Nuevo México, acción que generó una respuesta más enérgica por parte de Washington, quien ordenó una retaliación donde el General Pershing invadió el estado de Chihuahua en busca de Villa, a quien nunca halló, finalmente, el ejército estadounidense se retiró para participar en la Primera Guerra Mundial, mientras que Villa y Carranza quedaron bien parados de esta intervención, el primero había ganado nuevos adeptos insuflados en un fervor nacionalista, mientras que Carranza se lució como el presidente mexicano que no le había dado nada a los “gringos” para que se fueran del país.

Ese mismo año, en 1917, Carranza promulgó la Constitución de 1917, que lo legitimó como presidente de los Estados Unidos Mexicanos, no obstante, Villa no cesó la guerrilla contra este hasta 1920, período en el cual Villa cometió los más infames desmanes de los cuales se les ha imputado, como la ejecución sumaria de soldaderas en Camargo, la orden de violación en masa de mujeres en Namiquipa, en Chihuahua, pues de esta manera pretendía vengarse de lo que él consideraba traición, además de que buscaba infundir miedo en aquellos que consideraba se le habían volteado. Aunado a esto se debe sumar la ejecución también sumaria de hombres, mujeres y niños en San Pedro de las Cuevas, Sonora, la cual Villa justificó con que creía que ellos habían apoyado a los carrancistas durante la Guerra Civil.

Después de estos hechos atroces, sobre los cuales tampoco los carrancistas se quedaron atrás, pues el mismo Carranza había mandado a matar a Felipe Ángeles en Chihuahua y a Emiliano Zapata en Morelos, y luego de que el mismo Álvaro Obregón lo hubiese mandado asesinar también en Veracruz, fue Adolfo de la Huerta quien tomó la silla presidencial, momento en el que Villa aprovechó para deponer las armas y llegar a un armisticio con el presidente en Sabinas, Coahuila. De esta manera, a Villa se le permitió mantener a sus Dorados como defensa personal, y una hacienda para trabajarla y poder mantener a sus hombres y familia, la Hacienda de Canutillo, en Durango, su estado natal. Ahí vivió y trabajó hasta que en 1923, cuando iba a un bautizo a la Ciudad de Hidalgo del Parral, lo emboscaron y asesinaron hombres enviados por el presidente Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles y agentes de los Estados Unidos, en lo que considero yo el primer asesinato político del PRI.

De esta manera vivió y murió el legendario Centauro del Norte, pero su legado vive y perdura a través de este siglo, y que muy seguramente será recordado por muchos más, como uno de los más grandes revolucionarios y guerrilleros de la historia universal.

 

Referencias:

Villa Bandolero, la Etapa Desconocida del Gran Líder Revolucionario – Jesús Vargas Valdés

Memorias de Pancho Villa – Martin Luis Guzmán

The Life and Times of Pancho Villa – Friedrich Katz

1915, México en Guerra – Pedro Salmerón.

Related posts