Felipe Ángeles fue, antes de un renombrado General revolucionario, un militar de carrera con particular talento para las matemáticas, la física y la ingeniería. Recientemente, su figura ha sido rescatada del olvido histórico, con obras como el nuevo aeropuerto internacional, las jornadas que realizó el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM) sobre su centenario luctuoso en la Ciudad de Chihuahua, o la reedición por parte del Fondo de Cultura Económica de la biografía escrita por Odile Guilpain. En Chihuahua contamos con una estatua ecuestre en su honor sobre la avenida División del Norte, y en Zacatecas cuentan con otra en lo alto del Cerro de la Bufa.
No obstante, estos esfuerzos conmemorativos han rememorado insistentemente al Felipe Ángeles, revolucionario impoluto, al humanista intachable (así se dividieron las dos charlas principales en torno a su centenario) pero existe una faceta suya que ha quedado relegada en el olvido, el Ángeles científico. Demos entonces un breve recorrido por su carrera por las ciencias marciales entonces.
A los 14 años de edad, en 1883, ingresó al Colegio de Chapultepec, para los 21 años, cuando aún era alumno sargento, ya impartía clases de mecánica analítica y publicó cuando menos un artículo en la Revista Militar Mexicana, el mejor conocido se titula: “Determinación de las Longitudes por el Método de las Coincidencias.” En 1892 egresó con el grado de teniente de ingenieros. Asimismo, fue docente también de matemáticas, balística interior y exterior y de teoría y práctica de tiro, en la Escuela Militar de Aspirantes.
En 1898 conoce al también Ingeniero Militar, el saltillense Vito Alessio Robles, quien lo describe como: “Entre los buenos [profesores] se encontraba el capitán Felipe Ángeles, artillero y matemático distinguido.” La revista de Bellas Artes e Ingeniería, conocida como “El Arte y la Ciencia” publicó, entre enero y noviembre de 1899, una serie de once artículos del “Capitán 1.º de Artillería, Profesor en la Escuela Militar, Don Felipe Ángeles.” Los primeros cinco, de enero a mayo, versaban sobre “Ingeniería Militar. Fórmulas relativas a las velocidades y las presiones ejercidas sobre las armas de fuego”; los seis subsecuentes, de junio a noviembre, giraban en torno al tema de: “Ingeniería Militar. Principios del arreglo del tiro de la artillería.”
Varios años después, concretamente entre 1906 y 1909, retomó sus investigaciones sobre balística y teoría del arte de la guerra en la “Revista del Ejército y Marina,” donde publicó sobre los siguientes temas; “El Fuego de Infantería,” “Efectos del Tiro de Tiempos,” “Citas,” “Apuntes para un Reglamento de Maniobras,” “Teoría del Tiro,” “El Rayado en los Cañones,” “Cómo Podría Prepararse el Cuerpo de Artillería para Recibir el Servicio Militar Obligatorio,” “Profundidad de la Columna de Viaje” y “Apuntes de Cálculo de las Probabilidades,” este último escrito para sus discípulos en balística. Algunos eran tan extensos que fueron publicados a través de varias ediciones, como por ejemplo el de “Teoría de Tiro” que tuvo que dividirse entre diez ediciones sucesivas. En 1905 fue ascendido a coronel técnico de artillería, con retroactividad al año anterior, pues el presidente Porfirio Díaz deseaba resarcir la injusta posterga que se había dado debido a la enemistad entre Ángeles y Manuel Mondragón (el creador del famoso fusil Mondragón, del que hablaremos en otra ocasión).
El General Felipe Ángeles fue una figura polifacética, pero ante su vocación como militar y su fervorosa participación revolucionaria, era él todo un humanista. Fue un hombre de múltiples talentos, lo mismo escribía sobre matemáticas, física e ingeniería militar cuando se hallaba en el Colegio Militar, que manifiestos políticos y sociales, especialmente una vez iniciado el movimiento revolucionario mexicano, del cual siempre fue simpatizante, y al cual se uniría una vez volviera a México de su viaje de estudios en Francia, el cual, según varias fuentes, fue un destierro disfrazado por las duras críticas de Ángeles ante la represión del gobierno porfirista. De 1915 a 1916, tras la derrota villista frente al carrancismo, se desterró en El Paso, Texas, primero, luego en Nueva York, donde fundó la Alianza Liberal Mexicana, y estudió también a los científicos sociales como Karl Marx y Karl Kautsky, lo que lo llevó a definirse como socialista hasta la muerte, tanto así, que su discurso final, pronunciado el día de su juicio, es uno de los discursos socialistas más brillantes y elocuentes que se hayan pronunciado en la historia universal.