El día de año nuevo lo celebraron los cubanos con el triunfo de la Revolución, el dictador pro estadounidense, Fulgencio Batista, había sido derrocado, el Movimiento 26 de Julio, encabezado por Fidel Castro, Ernesto “Che” Guevara y Camilo Cienfuegos marchaba victorioso por las calles de La Habana, una nueva era comenzaba en Cuba.
Es válido afirmar que la Revolución Cubana ha sido la más influyente en el continente americano, al menos del Siglo XX, pues si bien la Mexicana se le adelantó, figuras como las del Che y Castro son más conocidas a nivel global que las de Villa o Zapata. Esto se debe, desde luego, a que la misma se produjo en el seno de la Guerra Fría, y que a diferencia de la Mexicana, al menos en sus últimas instancias, sí se reclamó como Marxista-Leninista, en una palabra, comunista.
Según los textos publicados por Guevara, este era un convencido socialista, otros dicen que el acercamiento de Castro a la Unión Soviética fue más bien pragmático, requería de su protección para hacerle frente al gigante norteamericano, que controlaba la isla a través de Batista, y que jamás descansó hasta derrocar el régimen socialista cubano (cometido que nunca consiguió).
En cualquier caso, el claro desafío de un enclave socialista en América, a escasos kilómetros de distancia de su costa, en el estado de Florida, fue todo un hito internacional, que vivió su punto más dramático durante la Crisis de los Misiles.
Ahora bien, cabe resaltar que los cubanos se inspiraron en parte en la Revolución Mexicana para su levantamiento en la isla caribeña, pero también, una vez triunfante esta, esta inspiró a los grupos guerrilleros que se levantaron en armas en México a partir del Asalto a Cuartel de Madera, Chihuahua, en 1965.
También en Chile hubo un movimiento político, si bien pacífico, inspirado en la Revolución Cubana, donde Salvador Allende, Pablo Neruda o Víctor Jara entraban en constante contacto con personajes como Castro, Guevara o el mismo Silvio Rodríguez.
Resulta evidente notar que el mayor problema del gobierno cubano emanado de la Revolución fue el bloqueo comercial impuesto por los Estados Unidos, y acatado por todas las naciones (a excepción de México). Luego, también queda claro que la caída de la U.R.S.S. en 1991 fue otro golpe durísimo para el castrismo. Otros argüirían que la llegada del internet y la confluencia de nuevas ideas políticas, sociales y filosóficas complicaron la situación irremediablemente. La muerte de Fidel debió ser entonces el último clavo en el ataúd.
No obstante, el régimen persiste, fuerte o tambaleante, se mantiene, no obstante, es el discurso el que palidece, a excepción de alguna que otra representación del Che en La Habana y eslóganes de: “Vas bien, Fidel,” las celebraciones o conmemoraciones de la Revolución se ven desgastadas, y pareciera como si fuesen más bien la bandera de lucha de otras organizaciones, grupos o jóvenes de otros países que buscan un cambio social, inspirados en el hito y el folklore de la legendaria Revolución Cubana.