La ilustración según Kant

La ilustración según Kant


[…] no deben detenerse en las leyes objetivas
de la moralidad para admirarlas y tenerlas
en alta estima en relación con el género
humano, sino que deben considerar
su representación en relación
con el hombre y su
individualidad…
—Immanuel Kant,
Crítica de la razón práctica.

En el siglo XVIII, Immanuel Kant, uno de los filósofos más influyentes de la era moderna, formuló una pregunta que resonaría a lo largo de los siglos: ¿Qué es la Ilustración? Su ensayo, una obra clave del pensamiento ilustrado, es un llamado a la emancipación intelectual y a la libertad de pensamiento, conceptos que continúan siendo relevantes en nuestra sociedad contemporánea.

Kant nos desafía a liberarnos de la tutela intelectual y a atrevernos, a pensar por nosotros mismos. Su famosa frase, “¡Sapere aude! ¡Ten el valor de servirte de tu propia razón!”, encapsula la esencia de la Ilustración. Este lema no solo define el movimiento intelectual de la época, sino que también subraya la importancia de la autonomía individual en la búsqueda de la verdad y el progreso.

En su obra, Kant critica la pereza y la cobardía que, según él, mantienen a las personas en un estado de dependencia intelectual. Afirma que “la pereza y la cobardía son causa de que una gran parte de los hombres continúe a gusto en su estado de pupilo”. Esta afirmación es un llamado a romper con la dependencia de las autoridades establecidas y a ejercer nuestra propia capacidad de razonamiento.

Para Kant, la verdadera libertad necesaria para la Ilustración es la “libertad de hacer uso público de su razón íntegramente”. Esta idea resalta la importancia de la libertad de expresión y pensamiento en la búsqueda del conocimiento. Sin esta libertad, argumenta Kant, el progreso intelectual y social es imposible.

El filósofo alemán también denuncia cómo diversas autoridades coartan el uso de la razón en la vida cotidiana. Ilustra esta idea con ejemplos de figuras de autoridad: “el oficial dice: ¡no razones, y haz la instrucción! El funcionario de Hacienda: ¡nada de razonamientos!, ¡a pagar! El reverendo: ¡no razones y cree!”. Estas instituciones, según Kant, limitan la reflexión crítica y la autonomía intelectual, destacando la lucha entre la autoridad y el individuo emancipado.

A pesar de reconocer la necesidad de obediencia en ciertos contextos, como el militar, Kant defiende que esto no debe prevalecer sobre el pensamiento crítico. Sostiene que, por ejemplo, un médico tiene “la plena libertad y hasta el deber de comunicar al público sus ideas bien probadas e intencionadas”. Esta libertad y responsabilidad son esenciales para el progreso y la reforma en diferentes áreas de la sociedad.

Kant también aborda la responsabilidad intergeneracional de promover el progreso intelectual. Afirma que “una generación no puede obligarse y juramentarse a colocar a la siguiente en una situación tal que sea imposible ampliar sus conocimientos”. Esta visión subraya la importancia de permitir que las generaciones futuras cuestionen y amplíen el conocimiento establecido.

El filósofo refuerza la noción de que el poder político legítimo debe respetar la libertad intelectual del pueblo. Argumenta que “ningún gobernante, por más poderoso que sea, puede imponer restricciones a la libertad intelectual del pueblo sin su consentimiento”. Esta idea enfatiza que el poder deriva del consentimiento de los gobernados y no puede utilizarse para coartar la libertad de pensamiento.

En su conclusión, Kant reflexiona sobre el estado de la sociedad en su tiempo, afirmando que “no vivimos en una época ilustrada, pero sí en una época de ilustración”. Reconoce que, aunque la sociedad no ha alcanzado plenamente los ideales de la Ilustración, está en un proceso continuo de desarrollo y progreso intelectual.

Kant elogia a los líderes que promueven la libertad de pensamiento, describiendo a un “príncipe ilustrado” como alguien que “reconoce como un deber no prescribir nada a los hombres en materia de religión y que desea abandonarlos a su libertad”. Este tipo de liderazgo es crucial para fomentar un ambiente de progreso intelectual y autonomía.

Kant concluye con una reflexión sobre la naturaleza paradójica del progreso humano: “si contemplamos este curso con amplitud, lo encontramos siempre lleno de paradojas”. El proceso de ilustración, lleno de desafíos y contradicciones, refleja la resiliencia del espíritu humano. A pesar de los obstáculos, la búsqueda de la verdad y la libertad intelectual sigue siendo una aspiración inquebrantable.

La obra de Kant sigue siendo un faro de inspiración para aquellos que valoran la libertad de pensamiento y la autonomía individual. Su llamado a la ilustración es una invitación a todos nosotros a desafiar las restricciones intelectuales y a participar activamente en el progreso de nuestra sociedad.

Obras consultadas

  1. Kant, Immanuel. “¿Qué es la ilustración?” Foro de  educación11 (2009): 249-254.
  2. —. Crítica de la razón práctica. Trads. Dulce María Granja Castro y Peter Storandt. Ciudad de México: Fondo de cultura económica, 2011.

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