Los pueblos conservan ciertos rincones que los hacen representativos e incluso icónicos, rincones que pueden sugerir historias que pasan de los aborígenes a las generaciones posteriores. Ojinaga o la Junta de los Ríos, se caracteriza por dos leyendas que han trascendido desde los años que los españoles se asentaron en la región hasta la actualidad. El columpio del Diablo y la Bola de fierro, nombres de estas leyendas, conservan ciertos tintes irreales pero imaginables; y también, por un lado, el profundo arraigo a la religión, a la fe y al ambiente característico del pueblo, y por el otro, una visión curiosa de sus pobladores que, con la bola de fierro que se sitúa en un rincón de la Biblioteca Municipal, intentaron descubrir qué era aquél extraño artefacto.