SAN AGUSTÍN: EL PROBLEMA DEL MAL

Durante el periodo antiguo, el problema del mal no ocupa lugar dentro del pensamiento filosófico, ya que nuestros pensadores se dedicaron a reflexionar sobre el mundo, la verdad, el conocimiento, la racionalidad de la acción, la perfección, el bien vivir, la felicidad, las maneras como el hombre puede acceder a la excelencia y el ser, y estos mismos cuestionamientos lo que los lleva a encontrarse con el concepto del bien y Dios.

Para dar razón al concepto del mal, los antiguos griegos lo significaron como una ausencia o la privación del bien, el cual fue abordado desde perspectivas metafísicas, físicas y morales, en donde el mal metafísico es apreciado como imperfección, ausencia o la nada, el mal físico como dolor o padecimiento y el mal moral como ausencia del bien. 

Ya en obras de Platón podemos observar el uso del concepto del bien y mal, en temas relacionados con la justicia, en donde el mal existe y se manifiesta en el desorden, las pasiones, la injusticia, sin embargo, los debates en torno al mal, surgen dentro de la patrística, con la interpretación del pensamiento Platónico hecha por San Agustín, entre los siglos I y III. 

San Agustín dedicó largos años a la meditación sobre el conocimiento de la verdad, explicación que se encuentra de manera detallada en sus obras, la búsqueda de dicho concepto lo llevó a recurrir al pensamiento de los estoicos, Platón y Plotino, y es gracias a las contribuciones filosófica de estos pensadores y la filosofía en la sabiduría cristiana, que logró encontrarse con la verdad, dar lugar a la Existencia de Dios y generar nuevas teorías para demostrarla 1.

Derivado del problema fundamental, la existencia de Dios, surgieron dos problemáticas más que están estrechamente ligadas, el problema del mal y del tiempo, sin embargo, nos centraremos en el tratamiento del mal desde la perspectiva de San Agustín y para entender su visión, es importante identificar cual es la definición del bien de nuestro pensador, es decir, ¿Qué concibe San Agustín como bien?

Pues bien, es gracias al descubrimiento del mundo inteligible, del pensamiento platónico que San Agustín logra situar a Dios y su trascendencia, significando el mundo inteligible por el de las ideas o verdades eternas de la mente divina (en donde la verdad es Dios), de tal manera que las ideas son los arquetipos de los que dispone Dios para crear el mundo sensible y de aquí surge su concepción Dios, siendo este el principio y fuente de todos los seres, la realidad plena, inmutable, infinita, única, simple, eterna y perfecta; es el Bien, la verdad, la belleza y el ser 2

Las verdades eternas es el principal argumento Agustiniano, en donde fundamenta que el ser humano tiene en su mente ideas universales, necesarias, eternas e inmutables, hablando en un plano inteligible y tomando especialmente esas ideas eternas e inmutables, nuestro filósofo argumenta, que esas ideas no pueden radicar en las cosas o en el hombre, ya que estos son mutables, limitados en el tiempo y finitos, por tanto, si estas ideas eternas e inmutables existen por encima del espíritu humano  debe provenir de la iluminación de un ser inmutable y eterno, Dios, pues él es la causa de esas ideas, es el principio de la creación y de la realidad plena 4.

Otras de sus teorías son el creacionismo y el ejemplarismo, en donde el creacionismo, de acuerdo con las tesis de San Agustín, el tiempo y la realidad fueron creadas a partir de un particular de voluntad divina, es decir, Dios ha creado el universo y el tiempo libremente y de la nada, solo basta la existencia de la idea en la inteligencia infinita de Dios y su palabra, para generar la creación, por tanto, el mundo es un reflejo de las ideas divinas 2.

Por su parte, el ejemplarismo, da significado o explica la teoría anterior, sobre las ideas divinas, el ejemplarismo menciona que Dios tiene en su mente los arquetipos, es decir, las ideas eternas están en la mente de Dios y estas las lleva a la realidad de acuerdo con su voluntad, entonces, cuando Dios crea la materia coloca en ella los gérmenes de los seres futuros, en otras palabras, les da la capacidad de la reproducción y la cualidad de la acción creadora.

Ahora bien, una vez ubicado a Dios y fijado como principio, causa y esencia de todo y del bien, el problema del mal ocupa lugar y con esta interrogante afirmaciones como: si todo lo que existe fue creado por Dios, y existe el mal, y el mal también fue creado por Dios, entonces, Dios es malo, así, entonces ¿Es Dios el autor del mal?, lo que San Agustín refutó afirmando que Dios es el ser, la verdad y el bien, fuente de todas las perfecciones particulares y siendo esta la esencia de Dios, el mal es la carencia de ser o de perfección 3.

Para nuestro intelectual, Dios es bueno pues esa es su naturaleza, el bien, la verdad, orden y excelencia, y así toda realidad que él creó lleva su esencia, el bien, pues todo está hecho a su semejanza, en consecuencia, no es autor de mal alguno, de tal manera que el mal debe buscarse en otro lugar y no en Dios, esto se podía ver reflejado en su libro VII, de Confesiones, en su capítulo V:

“¿De dónde viene el mal? ¿Acaso la materia de dónde las sacó era mala y la formó y ordenó, sí, más dejando en ella algo que no convirtiese en bien? ¿Y por qué esto? ¿Acaso siendo omnipotente era, sin embargo, impotente para convertirla y mudarla toda, de modo que no quedase en ella nada de mal? Finalmente, ¿por qué quiso servirse de esta materia para hacer algo y no más bien usar de su omnipotencia para destruirla totalmente? ¿O podía ella existir contra su voluntad? Y si era eterna, ¿Por qué la dejó por tanto tiempo estar por tan infinitos espacios de tiempo para atrás y le agradó tanto después de servirse de ella para hacer alguna cosa? O ya que repentinamente quiso hacer algo, ¿no hubiera sido mejor, siendo omnipotente, hacer que no existiera aquélla, quedando él solo, bien total, verdadero, sumo e infinito? (Confesiones, pp: 36 – 37)

San Agustín afirma que toda naturaleza humana fue creada desde la bondad infinita de Dios, en Dios existe todo bien, por tanto, toda su creación es buena como él, Dios es el ser y fuente de todas las perfecciones particulares y siendo esta la esencia de Dios, el mal no es una creación de Ser, es más bien, la carencia de ser o de perfección, así, el mal, es para San Agustín corrupción, la cual es contra naturaleza y surge en el hombre como un acto volitivo, es decir un acto que nace desde la voluntad del hombre en forma de pasiones 4.

El libre albedrío del hombre, le permite elegir entre la virtud y la corrupción, ya que además de voluntad y libertad, el hombre está dotado de inteligencia y tienen la capacidad de elegir. El libre albedrío, se le da al hombre como medio para conquistar méritos, lo cual implica el actuar de acuerdo con la voluntad divina de manera libre, es decir, ejercer una libre elección del bien, de la ley eterna 4.

La corrupción o el mal es para nuestro intelectual un bien inferior en donde se encuentran las cosas mudables e inciertas, las cuales se dan, porque los movimientos del alma abandonan los bienes elevados para adherirse a las inferiores, es decir, a las inclinaciones de las cosas que son pasajeras y que van no solo contra la naturaleza de Dios, sino también contra las leyes eternas, es aquí en donde se genera el desorden en la vida del hombre, pues como mencionamos anteriormente, la corrupción y el mal es la primer causa de desorden.

En el libre albedrío no se creó como medio para generar oportunidades de hacer el mal, y menos para generar los contrarios o caos en el hombre, sino como oportunidad de elegir, y, sin embargo, es la causa del mal y el pecado. La voluntad es uno de los factores más importantes dentro del concepto del libre albedrío, pues esta se encuentra a disposición del hombre, es decir, es de donde surge el poder de elegir y es regulada por el hombre, de aquí, que la voluntad es de donde surge el querer, y es precisamente este poder el que da sentido de libertad, tal como podemos observar en sus reflexiones sobre el libre albedrío:

“Ahora bien, si cuando queremos es imposible no querer, los que quieren una cosa tienen voluntad, y, sin embargo, ninguna cosa está en su poder sino aquello que tienen, cuando lo quieren tener. Nuestra voluntad, por consiguiente, no sería nuestra si no estuviera en nuestro poder. Y por lo mismo que está en nuestro poder, por eso es libre, pues es claro que no es libre lo que no está en nuestro poder o que, estándolo, puede dejar de estarlo” (en C. Fernández.  “Los filósofos medievales” pág. 250)

Para San Agustín es importante que el hombre se haga responsable de sus actos, la voluntad es un acto de libertad del hombre, Dios ha querido que el hombre sea libre en su totalidad, y no creó la libertad como medio de generar el mal; desde la perspectiva de San Agustín, nadie puede obligar a nadie a hacer el mal, pues la voluntad se encuentra en el alma del hombre, en su interno y bajo su poder.

Ahora bien, dado que el libre albedrío es un acto volitivo que se gesta en la voluntad del hombre y nos es dado como medio de elegir, en especial el elegir con aspiración al bien, sin embargo, es de este mismo poder de elección en donde engendra o surge el mal, y aquí nos enfrentamos a un nuevo problema, ¿Por qué si el libre albedrío es causa de mal, se le fue dado al hombre?, pues bien, según nuestro teólogo, no es que Dios haya querido que en el mundo existiera el mal, sino que Dios desea que el hombre acceda al bien de manera libre, por elección pues así obrara según la razón, además, la libertad es el medio por el cual Dios dignifica al hombre, para que a partir de su ser y su actuar en el mundo logre madurar en la verdad y alcanzar la perfección 4.

Dios no obliga al hombre a seguir las leyes eternas, ni tampoco a hacer el mal, sin embargo, existe la justicia divina. Existe mucha controversia en cuanto a la justicia de Dios, en la cual no queda impune el mal, pues autores como Nietzsche, afirman que el mal o el pecado dentro del cristianismo es una forma de sometimiento, sin embargo, más que una forma de someter al hombre, para San Agustín el mal es una forma o medio por el cual se genera el desorden, no solo en el mundo, sino a nivel personal, interno, en el alma del hombre 4.

Todo hombre, según la doctrina agustiniana está llamado a la perfección y es imagen y semejanza de Dios, por lo cual, así como tenemos el poder de elegir de acuerdo con nuestras inclinaciones, tenemos el poder de recuperar el orden, la dignidad y elevarnos a un grado de perfección superior que en el que nos encontrábamos 2.

San Agustín nos invita a ser dueños de nosotros mismos y conocernos como medio de regular nuestra voluntad, pues si dejamos de lado las cosas temporales y elevamos nuestro espíritu hacia la verdad y lo eterno, no habrá cabida en el alma del hombre para el mal. El conocimiento de sí mismo se logra, según nuestro docto, en el replegarse en sí mismo, en la contemplación y vivir en contacto con la voz de la razón.

Ahora bien, esta unidad entre conocimiento de sí mismo y la razón lleva al hombre a ejercitar las virtudes morales según el amor, pues es así como el hombre puede elevarse a la perfección y alcanzar la buena voluntad, y es ahí, donde está libre, en el ser virtuoso. Así, las virtudes y la razón son el medio, según nuestro pensador, por el cual podemos llegar a Dios, que es el Sumo Bien, pues su ejercicio permite que el hombre pueda rechazar las pasiones y de los bienes pasajeros.

BIBLIOGRAFÍA:

1 Beuchot, M. “Historia de la filosofía medieval” (2013). San Agustín. Fondo de Cultura Económica. México. pp. 29- 42

2 Universidad Católica de Valparaíso. “Razones seminales en el pensamiento de San Agustín de Hipona”. Pucv.Cl, 2013, https://www.pucv.cl/uuaa/site/docs/20160421/20160421123712/revista_philosophica_43_44.pdf

3 Fernandez, C. “Los filósofos medievales”. San Agustín. La editorial Católica / Biblioteca de autores cristianos. Madrid. 1979. pp. 137 – 491

4 Cordero Hernández, Juan. “El tratamiento agustiniano del problema del mal: una vindicación frente a las crí­ticas secularistas”. SciELO – Scientific Electronic Library Online, 23 de enero de 2009, https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-13242009000100006

OBRAS DE SAN AGUSTÍN:

Confesiones de San Agustín. 2023, Libro VII, capítulo V págs. 36 – 37.

OTRAS REFERENCIAS:

“Revista Chilena De Estudios Medievales”. Tres demostraciones de la existencia de Dios a partir de los Soliloquios de San Agustín, 2019, https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0719-689X2019000200039#:~:text=As%C3%AD%2C%20tal%20como%20en%20este,hace%20entender%20las%20dem%C3%A1s%20cosas.

Arte | San Agustín en su gabinete (Sant’ Agostino nello studio) de Sandro Botticelli, 1480. Se encuentra en La Iglesia de Todos los Santos (Chiesa di San Salvatore in Ognissanti). Templo franciscano en Florencia, Italia.

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