La filosofía del arte de Hegel es un tema fascinante, aunque un tanto compleja, ya que tiene una visión muy profunda en la cual mezcla aspectos filosóficos y espirituales. Hegel consideraba el arte como una forma de expresión del espíritu absoluto, pero, ¿qué es el espíritu absoluto?, pues bien, el espíritu absoluto representa la máxima realización del espíritu, la unidad entre lo objetivo y subjetivo, de lo finito y lo infinito, la suma de todo lo que existe y se reconoce así mismo en todas las cosas, el absoluto para Hegel es equivalente a la autoconciencia absoluta, la verdad o Dios.
Ya en este momento podemos disfrutar del profundo pensamiento de Hegel con relación al arte, pues para él, más que una simple actividad estética sensorial y emocional, es la manifestación de una dimensión espiritual, en la que la producción artística y lo sensible constituyen una unidad, unidad en la cual, nuestro intelectual reconoce al espíritu absoluto.
Según Hegel, los tres momentos en el desarrollo del espíritu absoluto son: el arte, la religión y la filosofía, contienen lo mismo, el absoluto, pero se diferencian en la forma en que el espíritu absoluto se manifiesta. En el arte, el espíritu se expresa de manera sensible y concreta; en la religión a través de representaciones simbólicas (míticas y sentimentales) y en la filosofía, el espíritu se eleva al plano conceptual y racional. Aunque son diferentes modos de manifestación, estos tres momentos tienden a lo mismo: la realización del espíritu absoluto.
Ahora bien, la historia del arte es explicada por Hegel a partir del desarrollo del espíritu absoluto. Para nuestro intelectual, el primer momento es el paso del Absoluto por lo simbólico, en donde el arte expresa lo absoluto de manera sensible y concreta, después, en su paso por lo clásico, aquí ya existe una concordancia entre la forma y el significado, es decir, tomando como ejemplo una escultura de la Grecia antigua, ahora la forma corresponde a esta manifestación de la idea o representación de sus dioses, así la manera no es una sola imitación, es forma e idea en sí misma.
Es en este momento, en donde el absoluto logra la armonía perfecta entre idea y forma, se encuentra a sí mismo y al reconocer su existencia, se supera a sí mismo. Así, el arte clásico es, para Hegel, la culminación del arte, pues esta fase de desarrollo culmina con la conexión entre la significación y la estructura artística (forma), sin embargo, aún no se llega a lo absoluto.
Finalmente, el paso del absoluto por lo romántico. Aunque el arte romántico corresponde al espíritu llegado a su término absoluto, no es posible la perfecta realización sensible, pues en el arte romántico la manera pierde importancia frente al contenido, es decir, en su desarrollo, terminan por darle más importancia a la perspectiva del artista que al contenido, muy similar a lo que sucede en el arte simbólico, solo que aquí los papeles están invertidos, se le daba más importancia a la forma.
El problema que se da en este paso del arte clásico al arte romántico es que el espíritu se eleva por encima de la forma sensible, expresándose de manera más subjetiva y abstracta, por lo cual ya no puede representar adecuadamente lo absoluto, por lo que se da una disolución (auflösung), sin embargo, con este concepto “disolución”, Hegel no hace referencia a un fin (ende) o muerte del arte, como fue malinterpretado, representa que, el verdadero arte es algo del pasado.
Para Hegel, el arte es una forma superior de representación de lo absoluto, en comparación con la naturaleza, pues el espíritu se eleva por encima de la mera forma sensible, es decir, el arte no puede ser reconocido como una imitación de la naturaleza, primero, porque no puede entrar en competencia con ella y segundo, ya que no se puede reducir al tamaño de la técnica. Así, el arte es, para nuestro teórico, la esencia en sí misma o la verdad de lo que representa.
Ahora bien, lo que Hegel intenta explicar, es que, a partir del arte romántico, cuando el artista reemplaza los temas y técnicas clásicas por ideas coloquiales, asuntos de la vida cotidiana y lleva su técnica a experimentar con nuevos materiales, generando una forma de arte abstracto, esto marca el fin de la era del arte tal como se había concebido hasta entonces, en esta etapa el arte se supera a sí mismo, y aunque no llega al absoluto, no por ello muere, sino que se libera.
Aun con esta liberación, nuestro autor manifiesta que después de haber alcanzado su punto más alto en el arte clásico, hay un declive, así, todas las últimas tendencias artísticas del siglo XIX como lo son el romanticismo, el realismo, impresionismo y postimpresionismo, las vanguardias de principios del siglo XX, el arte moderno, el posmoderno y el arte contemporáneo de finales del siglo XX y principios del XXI representan para nuestro intelectual, un descenso en relación con el desarrollo del espíritu absoluto, pues no logran una profunda espiritualidad y la unidad.
Es muy interesante, como en el romanticismo, tras las ideas de la ilustración, se comenzó a valorar la subjetividad, sin embargo, no diría que con ello terminó la era del verdadero arte, sino que comenzó una nueva era, en donde también se valora los sentimientos humanos, las libertades creativas y la originalidad. Por supuesto, habrá quien opine que se ha perdido la unidad y la coherencia (incluyendo el arte contemporáneo), pese a ello, opino, que el arte continúa en desarrollo y ha permitido nuevas formas de expresión en la cual, se refleja y cuestiona los cambios sociales y culturales, así como la experiencia de la vida cotidiana, lo cual ha enriquecido la experiencia estética.
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