La poesía erótica busca capturar la experiencia íntima y personal de la conexión entre amantes. Esto podría incluir no solo la dimensión física del deseo, sino también la conexión emocional y espiritual que surge en el ámbito de lo erótico. El uso de la metáfora implica que los elementos eróticos se expresan de manera simbólica o figurada. En lugar de descripciones literales, se recurre a imágenes, símbolos y comparaciones para transmitir la complejidad de la experiencia erótica. La metáfora permite al poeta jugar con el lenguaje de una manera que va más allá de lo literal, fomentando la reflexión y la interpretación por parte del lector.
En el universo poético de Coral Bracho, la conexión íntima entre amantes se convierte en una danza sensorial y filosófica. Su poema “Tus Lindes: Grietas que me Develan”, parte del poemario “Huellas de Luz”, es un viaje profundo hacia la esencia misma del deseo y la identidad en la intimidad compartida. Su poesía es una voz viva, un torrente suave y enérgico, con una originalidad portentosa que se cifra en la inteligencia de las formas rítmicas del lenguaje articulado.
A lo largo del poema, Bracho utiliza una rica paleta de imágenes sensoriales para describir la experiencia física y emocional de la conexión erótica. Desde el pulsar y templar de la carne hasta la vasta desnudez que se despliega y ofrece, cada verso es una invitación a explorar la profundidad de la unión entre los amantes.
La metáfora se convierte en su herramienta principal, permitiendo que lo erótico se exprese de manera simbólica y figurada. En lugar de descripciones literales, Bracho recurre a imágenes de luz y oscuridad, de mar y tierra, para transmitir la complejidad de la experiencia erótica y su impacto transformador en la identidad. A través de preguntas existenciales y reflexiones filosóficas, el poema invita al lector a explorar la multiplicidad de la experiencia erótica y su conexión con la creación y la formación de la identidad. ¿Quién refracta esta luz? ¿Quién habita en las grietas que revelan nuestra intimidad más profunda?
Cuando se lee en voz alta a Coral Bracho, sus versos parecen rodear, envolver, asediar cada palabra o cada puñado de palabras, genera sintagmas de una reverberante luminosidad o de un sensual claroscuro, según el caso. En este poemario, la poeta explora la naturaleza y la sensualidad a través de imágenes poéticas y descripciones detalladas. Los poemas son fluidos y herméticos, y exploran el deseo como una concatenación de obsesiones, intentando en cada verso abrirse paso entre un mundo mercurial que apela a las humedades, la sensualidad y los sentidos.
Aquí el poema:
Tus lindes: grietas que me develan
has pulsado
has templado mi carne
en tu diafanidad mis sentidos (hombre de contornos levísimos, de ojos suaves y limpios) en la vasta desnudez que derrama,
que desgaja y ofrece;
(como una esbelta ventana mar como el roce delicado, insistente,
de tu voz.)
Las aguas: sendas que te reflejan (celaje inmerso) tu afluencia, tus lindes: grietas que me develan.
—Porque un barniz, una palabra espesa, vivos y muertos, una acritud fungosa, de cordajes, de limo, de carroña frutal, una baba lechosa nos recorre nos pliega, ¿alguien;
alguien hablaba aquí?
Renazco, como un albino, a ese Sol:
distancia dolorosa a lo neutro que me mira, que miro.
Ven, acércate; ven a mirar sus manos, gotas recientes en este fango; ven a rodearme.
(Sabor nocturno, fulgor de tierras erguidas, de pasajes sedosos, arborescentes semiocultos; el mar:
sobre esta playa, entre rumores dispersos y vítreos.) Has deslumbrado,
reblandecido
¿En quién revienta esta luz?
—Has forjado, delineado mi cuerpo a tus emanaciones, a sus trazos escuetos. Has colmado de raíces, de espacios;
has ahondado, desollado, vuelto vulnerables (porque tus yemas tensan
y desprenden.
porque tu luz arranca —gubia suavísima— con su lengua, su roce, mis membranas en tus aguas; ceiba luminosa de espesuras abiertas.
de parajes fluctuantes, excedidos; tu relente) mis miembros.
Oye; siente este fallo luctuoso, en este intento segado, delicuescente
¿A quién unge, a quién refracta, a quién desdobla?, en su miasma
Miro con ojos sin pigmento ese ruido ceroso que me es ajeno.
(En mi cuerpo tu piel yergue una selva dúctil que fecunda sus bordes;
una pregunta, viña que se interna, que envuelve los pasillos rastreados.
—De sus tramas, de sus cimas: la afluencia incontenible.
Un cristal que penetra, resinoso, candente, en las vastas pupilas ocres
del deseo, las transparenta; un lenguaje minucioso.)
Me has preñado, has urdido entre mi piel;
¿y quién se desplaza aquí?
¿quién desliza por sus dedos?
Bajo esa noche: ¿quién musita entre las tumbas, las zanjas?
Su flama, siempre multiplicada, siempre henchida y secreta,
tus lindes;
Has ahondado, has vertido, me has abierto hasta exhumar;
¿Y quién, quién lo amortaja aquí? ¿Quién lo estrecha, quién lo besa?
¿Quién lo habita?
“Tus Lindes: Grietas que me Develan” es más que un poema erótico; es un tratado poético sobre la naturaleza misma del deseo y la identidad en la intimidad compartida. Coral Bracho nos sumerge en un mundo de sensaciones y reflexiones, donde cada palabra es un paso más hacia la comprensión de lo que significa estar íntimamente conectados.