Entrevista a Elena Bulsara Huitimea

Háblanos un poco sobre ti. Tengo entendido que eres de Chihuahua, pero viviste un tiempo en Colima y en el Estado de México.

Sí, es verdad. Pues mira, soy poeta desde hace unos cuantos años. Nací a inicios de siglo y me es muy grato estudiar humanidades. Y respecto a mis desplazos, pues desde pequeña me he mudado de ciudad, siempre entre estos tres espacios geográficos tan diferentes: norte, centro y sur. Hay algo de cada lugar en mí, siento que por eso me gusta el arte, porque ser nómada te brinda siempre una especie de sensibilidad y observación que una puede convertir en obras literarias o de cualquier otra disciplina artística. Y son tan diferentes estos tres lugares, que puedo darme el lujo —aunque también es una desventaja— de ser de todos y de ningún lado. Pero algo sí te diré: Chihuahua abarca un espacio grande en mi corazón.

Cuéntame sobre tus primeras lecturas. ¿Cómo descubriste tu gusto por la literatura? ¿En qué momento y por quién? ¿Cuáles fueron las lecturas que te marcaron? ¿Cuál fue la razón por la que quisiste dedicarte a la literatura?

Desde que aprendí a leer, mis papás notaron mi gusto por la literatura, por la lectura. Desde la infancia me regalaban libros de cuentos, de mitología, libros clásicos y hasta obras del boom latinoamericano; esto porque mi papá tenía una visión positiva de esa época de la literatura y me compartía los extractos que impactaron en su vida, fragmentos de obras de José Emilio Pacheco, de Carlos Fuentes y algo de la poesía de Paz. Además, recuerdo el programa de la SEP Rincones de lectura —por ahí del 2006 al 2012— que nos era inculcado a través de los libros gratuitos en todas las escuelas primarias en las que estuve. Cada viernes o jueves escogía uno para llevar a casa. Posteriormente, conocí las novelas y los cuentos de Márquez, Aura de Fuentes, a Rick Riordan, el Diario de Ana Frank, cuentos infantiles o clásicos que escuchaba gracias al cuentacuentos Mario Iván Martínez, llegando hasta Marcelino, pan y vino. Además, me nació desde que aprendí a escribir, narrar historias que contaba mi abuelo o que yo me inventaba gracias a mis tiempos de soledad en mi infancia. Recuerdo que era muy fan de las historias y relatos de terror, de las creepypastas y de cualquier historia en Wattpad.

En la secundaria y el bachillerato iba a las bibliotecas. Ahí leí La tumba de José Agustín y me dejó muy enamorada del arte; también los cuentos de Márquez y mi favorito: la poesía de Sabines. Me ganó la magia de saber utilizar el lenguaje, la creatividad, para generar espacios, historias y sensaciones en nuestras mentes. Me la pasé también en talleres literarios, concursos de oratoria, de teatro, declamación, concursos de cuentos y muchos, muchos otros espacios en los que me sentí acogida por las letras y sus posibilidades. Algo que sí me parece muy importante recalcar, es que mi espacio familiar y escolar siempre fueron determinantes para que yo desarrollara un amor por las artes y las letras, sin dejar atrás, claro, la fuerte influencia humanista que hubo detrás de ello. La verdad es que sí puedo decir que llevo ya mucho, mucho tiempo, si no es que toda mi vida, en el bello mundo del arte, que va de la mano, siempre con lo visual, lo histórico y lo sensitivo. No me veo en ningún otro lugar. Lo mío es la exploración literaria, la narrativa y sus posibilidades. Deseo la difusión de la literatura.

¿Recuerdas tu primer escrito? Si sí, ¿de qué trataba?

Pues la verdad escribo desde muy pequeña. Recuerdo que lo primero que empecé a escribir fueron cuentos pequeños, luego historias de terror, hasta que escribí mi primer poema aproximadamente en sexto de primaria, llamado “Mar, ¿me llevas contigo?”. Era sobre la compañía del mar —el mar es profundo, salado, cauteloso, misterioso—, y le preguntaba sobre sus virtudes y al final le pedía que me llevara con él.

Entonces también escribes cuentos.

Sí, de esa manera, me metí a la creación literaria. Me gusta escribir cuentos tristes, sobre violencia o muy nostálgicos. No sé, soy terriblemente sentimental.

Cuéntame un poco acerca de tu proceso creativo.

Me gusta bastante sacar las ideas principales de mis observaciones de lo cotidiano. Casi siempre tomo hechos de una situación. Por ejemplo, siempre me pasan cosas con un gran grado de extrañeza, y suelo escuchar historias de personas de mundos muy variados, desde conserjes de centrales camioneras hasta gente que tuvo que irse de sus tierras por el narco. Todo lo que me conmueve en mi vida, mis viajes, las personas que conozco y las actividades culturales y lo cotidiano, me inspiran. A partir de eso, desarrollo todo lo demás. Mi manera de escribir es de principio a fin. Es raro que planee mis poemas, a diferencia de la narrativa que escribo, ahí sí hago un esqueleto de momentos y conceptos principales. Mis poemas tienen pocas modificaciones, a veces hago muchos de un mismo tema y luego genero uno solo.

Sé que también has participado en obras de teatro como actriz, ¿me cuentas un poco sobre esta otra faceta tuya?

Creo que el teatro también te genera emociones fuertes, y mi trabajo como actriz es dar de mí todo lo físico que se requiera para transmitir un mensaje que recibirá un público. Considero que va de la mano con la literatura, pero aquí mi papel es un poco distinto: es kinestésico, físico, sensitivo, de memoria y de práctica. Me gusta mucho ser visual y ser adecuadamente sonora, en la oratoria de mis ideas y en la declamación de mis poemas.

 

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Foto de Laura Chouette en Unsplash.

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