Giordano Bruno ha sido llamado un pensador que se hallaba delante de su tiempo y de sus contemporáneos1 y como uno de los primeros pensadores que se decidió en teorizar la infinitud del Universo, así como su justificación, aunque haya sido realizada con base teológica1. Durante aquella época, el modelo heliocéntrico de Copérnico estaba tomando importancia y estaba difundiéndose por toda Europa, sin embargo, la Iglesia, y sus allegados, aún favorecían la metafísica de Aristóteles, quien defendía el método geocéntrico y un horizonte celeste o límite del Universo llamado el primium mobile que rotaba por el motor y causa primaria llamada “Dios”.
Para Giordano, como para otro filósofo, Nicolás de Cusa, era demasiado absurdo asignar límites al Universo. En el libro La cena de le ceneri (La cena de las cenizas), Bruno niega las teorías aristotélicas y afirma que ningún cuerpo (ni el sol ni la tierra) se haya en el centro del Universo; luego garantiza que como el Universo fue creado por una sustancia infinita (Dios), así pues, el universo debe ser también infinito. Para Bruno, la excelencia y magnificencia de Dios puede ser atestiguada con sus creaciones, por lo que su reino es infinito y magnífico; por tanto, nuestro mundo y nuestra galaxia no son las únicas, sino que se extienden por siempre hacia el infinito. Con el fin de evitar malentendidos con el señalamiento que solamente Dios puede ser infinito y perfecto, Bruno dice que “Comparado con Dios, el mundo es como un mero punto, como una nada”1.
Según el filósofo, el Universo tenía su propio espíritu, al que llamaba el Alma Universal, la cual permeaba toda la materia y le proporcionaba vida de alguna forma; por ello, incluso los objetos que consideramos no-vivos, como las piedras o los dientes, tienen alguna parte del alma universal y, por ello, tienen cierto tipo de vida. Dios, según Bruno, es el arquitecto del universo, pero su existencia y su esencia es incomprehensible: tan solo podemos deducir que existe, tal como deducimos la existencia de un pintor cuando vemos una pintura. Dios es, deduce Bruno, la naturaleza misma2.
Bruno criticó fuertemente al cristianismo, al que llamó el método fraudulento para llegar a Dios, se quejó de que niega la naturaleza del humano, la cual, según otros pensadores como San Agustín, debía ser rechazada por haber “caído” de la misericordia por su corrupción (pecado original). Asimismo, Bruno condenó a los clérigos como parásitos de las labores de otros y por enfocarse en desprestigiar la vida con el fin de enfocarse en la siguiente. La religión no salió ilesa: Giordano la caracterizó como un conjunto de promesas para entrenar a la gente a tener buena conducta, porque las promesas de castigos y premios no eran necesarias para la existencia de la moral, pues los que busquen la filosofía, y dejen la ignorancia podrán actuar moralmente. En pocas palabras, para el filósofo, el cristianismo era “fe tonta y credulidad ciega” (Knox,2019).
Su teoría de la esencia de Dios, que se ve reflejada en la naturaleza, fue utilizada por los inquisidores como argumento para confirmar su herejía, pues dicha teoría tiene facetas panteístas, que van en contra del teísmo cristiano. Bruno intentó refutar las acusaciones, pues en sus escritos había manifestado que Dios dirigía el mundo de forma providencial, lo cual negaría cualquier querella sobre un aparente panteísmo. Sus intentos no sirvieron para que le retiraran los cargos de herejía. Sus ataques al cristianismo y a los clérigos no le ayudaron tampoco para evadir la categorización de hereje.
Antes de su ejecución, los inquisidores le dijeron que podría vivir si retractaba sus creencias heréticas. Giordano Bruno se negó, pues para él, no había nada que retractar. Así, en la mañana del 17 de febrero de 1600, fue llevado a la plaza Campo dei Fiori, la ropa fue despojada de su cuerpo, le colocaron una placa de metal sobre la lengua, y fue quemado en la hoguera2.
El legado de Giordano Bruno no está vinculado a su filosofía, sino a su valentía para defender sus creencias. El fraile y filósofo es considerado un mártir de la ciencia y un ejemplo del desafío a la Iglesia, que había siempre atacado y prevenido cualquier intento de mostrar la verdad filosófica y científica que fuera en contra de su verdad revelada. Su legado se mantiene hasta hoy en forma de una estatua erigida en su honor en el Campo dei Fiori, lugar donde murió en manos de los enemigos de la ciencia.
Notas
1 (Koyre,1999)
2 (Knox, 2019)
Referencias
Knox, Dilwyn (2019). Giordano Bruno. Stanford Encyclopedia of Philosophy. https://plato.stanford.edu/entries/bruno
Koyre, Alexander (1999). Del mundo cerrado al universo infinito. Sigo veintiuno editores.