Esta novela es considerada uno de los “tres epitafios” de la novela revolucionaria –junto a Pedro Páramo de Juan Rulfo y Los recuerdos del porvenir de Elena Garro-, género que domino la literatura mexicana de 1921 hasta 1964, cuando escritores como Juan José Arreola comenzaron a romper con la temática revolucionaria en favor de nuevos horizontes literarios.
La Feria narra las vicisitudes del pueblo de Zapotlán alrededor de la celebración de la feria dedicada a su santo patrón, San José. Ubicada en una época posterior a la Revolución Mexicana, la obra hace eco de múltiples etapas históricas del occidente de México. La novela consta de 288 fragmentos de muy variada extensión, llegando incluso a ser de una sola palabra, cada uno sin aparente organización u orden cronológico.
La novela carece de un narrador fijo y posee un estilo dialógico, en donde todos los personajes aportan una parte de la historia a través de sus diálogos y soliloquios. Intercalando muy diversos estilos, desde el periodístico, hasta el bíblico y habla popular. A medida que la obra avanza, los fragmentos aparentemente aislados e inconexos van contando historias, que entrelazadas a su vez dan cuenta, de forma caleidoscópica, del universo zapotlanesco de la época, donde la sociedad aparece claramente dividida en su momento actual y en su pasado.