Materialidad y fotografía

En el texto “Espacio, tiempo y materialidad. Algunas Consideraciones sobre y desde la fotografía” la filósofa Paula Bertúa nos invita a reflexionar sobre aquello que es la materialidad fotográfica, en una primera aproximación, la refiere en su esencia material como un objeto, de la forma siguiente:

“… enfocarse desde un estudio pormenorizado de los materiales que componen el medio fotográfico, es decir, de los elementos físicos y culturales, las fuerzas técnicas y sociales que obran en la producción, en el lenguaje y en el dispositivo fotográfico. Así, por ejemplo, podríamos detenernos en los procesos ópticos y químicos, en las manufacturas, soportes, técnicas, en las redes y circuitos por donde se difunden las imágenes, en sus usos y funciones.”[1]

Bajo este argumento se tendría que explorar a la fotografía como objeto, es decir, como papel o impresión en cualquiera de las posibilidades, tales como madera, PVC o material textil, sin embargo, esta concepción se problematiza con la fotografía digital que no tiene materia, si bien es visible en un dispositivo dotado de pantalla, que a través de un código binario se manifiesta ante la mirada del espectador, en este caso no podemos hablar de una materialidad en los términos de este argumento.

Si bien esta primera aproximación del materialismo fotográfico es válida, también es insuficiente para entender lo que la fotografía ha aportado al viaje de lo humano, ni lo que es posible aporte a nuestro futuro; por lo anterior, la propia autora, busca el entendimiento de un materialismo que sea coherente con la realidad de la fotografía en el mundo.

Bajo la premisa anterior, la autora propone:

“Podríamos, por último, […], hacer eje en la materia, entendiéndola como un elemento potencial, indeterminado, por oposición a lo que es actualizado cuando esta se realiza a través de materiales concretos. Y pensar también en la materia como un problema para las ciencias y la filosofía, respecto del cual la fotografía […] ha ocupado un lugar mucho más significativo y revelador que el de ser un simple artefacto de medición, índice de prueba o elemento casuístico, lugares a los que habitualmente se la reduce.”[2]

Con estas palabras, la autora nos lleva a un materialismo a través del cual, la fotografía es una prolongación de nuestros aparatos sensoriales, una extensión y prolongación de nuestra vista que nos muestra la realidad; en conjunto, lo humano y lo tecnológico (fotografía) conforman y crean la realidad o en palabras de Paula Bertúa hacen mundo.

En este sentido, la fotografía no solo capta la realidad luminosa de nuestro mundo, también devuelve al espectador un mundo; la relación fotográfica es de ida y vuelta en la representación de la realidad y su construcción, tal como acontece con aquellas fotografías que han cambiado nuestra realidad.

Como ejemplo de lo anterior podemos citar la fotografía de la “Niña del napalm” captada el 8 de junio de 1972 en el contexto de la guerra de Vietnam, en ella se puede ver un grupo de niños llorando, al centro una niña desnuda con una expresión de dolor en su rostro, con los brazos abiertos, se trataba de Kim Phuc de 9 años que tras el ataque con napalm por parte de los Estados Unidos, sufrió quemaduras en gran parte de su cuerpo, está fotografía fue considerada como la primer derrota militar de los estadounidenses y la desaprobación generalizada de la guerra[3].

Como puede apreciarse en torno de la fotografía, pueden teorizarse varias materialidades, como materia en sí (papel) o como agente modelador de la realidad, dotado de fuerza performativa y modeladora de lo real, sobre esta segunda postura, se puede señalar que:

“Toda fotografía es la producción de una imagen que construye el acontecimiento, lo reitera y lo continúa, tornándose crucial para su producción, su legibilidad y su estatus mismo de realidad. Asimismo, lo fotográfico ha funcionado como modelo para distintas teorías modernas y contemporáneas que conceptualizan la materia y dicha modelización técnica, a partir de un trabajo formante sobre el tiempo y el espacio…”[4]

Desde la evidencia de interacción con la fauna local en las vacaciones, hasta la constatación de tumores al interior de nuestros cuerpos la fotografía es la constatación de la realidad, en ese sentido la cámara fotográfica no es solo un aparato que ilustra “… una idea sino de una suerte de máquinas ópticas que permiten escudriñar formas de pensamiento, modos de percepción e interpretación de la materia en relación con la fotografía o sobre cómo esta ha permitido imaginar, percibir y conceptualizar a la primera en arreglo a un determinado régimen sensible, es decir, a partir de un conjunto de condiciones físicas, perceptivas y de existencia, condiciones que ella misma contribuyó a constituir.”[5]

Como se ha señalado la materialidad fotográfica se puede constatar con la fotografía de la “Niña del napalm” que provoco internacionalmente un rechazo a la guerra de Vietnam y en la política norteamericana suscitó un cambio ante el rechazo de su propia ciudadanía ante los horrores del conflicto, la ciencia también se ha visto beneficiada por el poder constituyente que tiene la fotografía de conformar la realidad.

En el caso particular, Paula Bertúa toma como ejemplo la primera imagen de un agujero negro que se encuentra en el centro de la galaxia M87, dada a conocer el 10 de abril de 2019, si bien la trascendencia de la imagen para la física y la astronomía es de suma importancia, para los efectos del presente trabajo se analiza la imagen por su poder constituyente de la realidad.

La imagen, al contrario de la suposición, no se trata de una fotografía, sino “… de una representación indirecta a partir de la radiación que había atrapado en su campo gravitatorio, pero por primera vez nos permitía tener una idea de la forma que podrían tener estos fenómenos”[6] es decir, la imagen se forma a partir de complicados algoritmos matemáticos que midieron la temperatura y los campos electromagnéticos, que se trasformaron en valores y en una imagen.

El agujero negro es imposible de ver a simple vista o con algún telescopio, no solo por la distancia, sino porque es una representación de la realidad, que se escapa a los órganos de la visión, como lo pueden ser los impulsos eléctricos que hacen funcionar nuestros músculos solo captados por aparatos especializados, pero escapan a nuestros sentidos.

La fotografía de la “Niña del Napalm” y la imagen del agujero negro son la evidencia de la materialidad fotográfica a la cual se refiere Bertua en su ensayo, entendida esa materialidad como un elemento potencial e indeterminado, que extienden además de nuestra visión nuestra comprensión y entendimiento de la realidad, modelando nuestro entorno o materializándolo.

 

[1] Bertúa, Paula. Espacio, tiempo y materia. Algunas consideraciones sobre y desde la fotografía. 27.

[2] Idem.

[3] Fischer, Andrea. La historia de la “Niña del Naplam” la fotografía que marcó la Guerra de Vietnam hace 50 años. Nacional Geographic en Español.

[4] Bertúa, Paula. Espacio, tiempo y materia. Algunas consideraciones sobre y desde la fotografía. 29.

[5] Ídem 30.

[6] Alcalde, Sergi. Captan la primera imagen del agujero negro masivo del centro de la Vía Láctia.. Nacional Geographic en Español.

Related posts