Antes y después de la muerte de Pancho Villa

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“¡Viva Villa!”, se escuchó aquel grito a lo lejos, provení­a de la plaza Juárez, dichas palabras no eran para ensalzar la continuidad de la vida del General Francisco Villa, sino al contrario, anticipaban su muerte. Aquella voz era de Juan López Sanz Pardo, quien se habí­a bajado el sombrero, en la plaza, dando la señal que acabarí­a con la vida de Doroteo Arango, mejor conocido como Pancho Villa.

Entre las pacas de alfalfa, se acomodaron los asesinos, cargaron las armas, apuntaron desde la ventana, para emboscar a Villa en su Dogde Brothers. El último destino del coche serí­a chocar con un poste. Los rifles, los fusiles y las pistolas, cargadas, vomitaron las balas, las cuales penetraron los cuerpos, de Villa quien manejaba el automóvil, su chofer Rosalí­o  y demás acompañantes. Ahí­ termina la vida de un gran personaje, y continuó la historia y leyendas de un héroe, que se siguen contando hasta nuestros dí­as.

Lo que sucedió después de aquella escena trágica hasta nuestros dí­as

foto de una filmación de Villa, en su yegua, siete leguas
foto de una filmación de Villa, en su yegua, siete leguas

De donde las balas salieron, después entrarí­an recuerdos, en fotografí­as, uniformes, armas, documentos, etc. de la época de la Revolución Mexicana, lo que fue una bodega donde se guardaban pacas de alfalfa, ahora se almacenarí­an las remembranzas del General Villa, haciendo de un punto estratégico para su asesinato, un museo para revivir la vida de Pancho Villa, contandala a través de los objetos del museo y los guí­as que narran las experiencias del general, para la curiosidad de cientos de turistas y ciudadanos.

El Museo Francisco Villa se encuentra en la ciudad de Parral Chihuahua, “Parral me gusta hasta pa morirme y quedarme aquí­”, alguna vez habí­a dicho Francisco Villa, y se le cumplió, ya que ahí­ murió y, se quedaron sus restos en el panteón Dolores de la misma ciudad.

Cada año, en las tardes del 20 de julio, reencarna la escena del asesinato de Villa, a través de actores, réplicas del coche Dodge Brothers y, su último recorrido en vida y muerte en su apreciado Parral.

El Museo de Francisco Villa

El museo de Villa tanto como la escena donde matan a Francisco Villa son parte importante para el turismo en la ciudad y el Estado.

entrada al  museo
entrada al museo

Antes o después de presenciar el espectáculo del asesinato de Pancho Villa, la gente entra al Museo. El recorrido empieza con un video bastante interesante, sobre la vida de Francisco Villa, se recorren los cuartos, en donde se aprecian decenas de fotos, documentos, armas, uniformes, objetos, etc., todo de la época revolucionaria.

Cada 20 de julio, Villa reaparece en las calles de Parral, no como un fantasma, sino representado por un actor del Estado de Chihuahua.

La muerte de Francisco Villa, es un suceso que se convirtió en tradición representado año con año.

La última noche de Villa

La última noche que durmió Pancho Villa, fue en una casa que tení­a en la calle Zaragoza, parte de sus postreras horas de vida las pasó con Manuela Casas y Soledad Seáñez, dos de sus esposas.

En dicho lugar, según cuenta Paco Ignacio Taibo II, en su libro “Pancho Villa, una biografí­a narrativa”, Villa habí­a desayunado huevos estrellados, un chile verde con queso, frijoles, tortillas de maí­z y un café de olla, probablemente esa fue su última comida antes de la emboscada.

Pasaron los años, y al recorrer esa calle, donde Villa estuvo el final de sus dí­as, ahora reencontramos aquella casa convertida en un bar, “La casa de Villa”, lo cual es una ironí­a, ya que Villa era abstemio, sin embargo la juventud parralense y de otras comarcas, disfrutan sus noches, bebiendo y cantando, en esa taberna.

El recorrido, antes del asesinato

Villa-Asesinato1Villa tomó el volante, Miguel Trillo se sentó a su lado, con el dinero de los salarios de Canutillo; en uno de los estribos del coche, estarí­an Rosalí­o Rosales, quien habí­a sido su chofer; y en el asiento trasero el capitán primero Ramón Contreras.

Al igual que Villa, en la representación, los actores, transitan por las mismas calles que predestinaban la muerte del general, pero ahora, en el recorrido, el público es enorme, aumentan los testigos del trágico hecho, desde niños hasta adultos, quienes esperan en la plaza, en la aceras de las calles, la emboscada que le hacen al general Francisco Villa.

El recorrido por el museo

Al entrar al Museo se aprecian unas letras de color dorado, con el nombre del museo y el sí­mbolo nacional mexicano (la águila devorando la serpiente).

La primera habitación se encuentra una pantalla grande, en donde se mira un video, que narra brevemente la vida de Francisco Villa.

Al caminar por los cuartos observamos decenas de fotos, las cuales reflejan sus pasiones y su vida como guerrillero.

Saliendo de la primera habitación y al entrar al cuarto de enseguida, se encuentra en medio la legendaria cabeza del general, cuyo objeto es una réplica de su rostro después de muerto, alrededor se visualizan en una pared  fotos con otros guerrilleros, como: Rodolfo Fierro, la mano ejecutora de Villa; Tomas Urbina, militar y artillero de la Revolución, también Manuel Chao, etc.

En otra de las paredes encontramos las pasiones de Villa retratadas (las mujeres, los caballos y los gallos).

Mientras se observan las fotos, un guí­a, disfrazado con un uniforme de dorado, va explicando la vida y detalles de Pancho Villa.

El recorrido termina en la planta alta del museo, en donde se continúa narrando la Vida del personaje, desde su nacimiento,  por una noche de derecho de pernada en un rancho de Durango, hasta los últimos 45 años de la vida de Doroteo Arango.

Donde habí­a pastura de alfalfa, y paredes vací­as, contemplamos murales de Villa cabalgando, con el hermoso paisaje de la ciudad de Parral; objetos reales o imitaciones, que nos permiten imaginar el contexto de la época, como unas rejas, las cuales nos da el antecedente, del tiempo que estuvo en la cárcel Villa; estufas de leña, donde las mujeres cocinaban aquellas tortillas hechas a mano; armas que manejaban tanto los dorados como las Adelitas; una cama donde fue velado ya en su muerte; entre muchos más objetos. Desde aquel segundo piso del museo, se mira las calles donde emboscaron al general.

La emboscada

Villa, Al salir de su casa en la calle Zaragoza, a dos calles lo esperaban sus asesinos, habí­a un sujeto que le decí­a que no fuera hacia allá, ya que lo iban a matar, Pancho habí­a ignorado toda señal que presagiaba su asesinato.

media-79404-284750-440x252El coche siguió su ruta. Recorrió sus últimas dos calles, ¡Viva Villa! se escuchó desde la plaza, los hombres entre las pacas de alfalfa esperaban escondidos a Francisco Villa.,  con sus armas cargadas.

El coche se encontró con un pequeño bordo en la calle, y después con las balas en lo alto del local ya mencionado. Hubo cientos de disparos, Villa con sus últimas fuerzas saco la pistola, pero sin lograr disparar; intentó luchar, como siempre lo habí­a hecho en su vida. La sangre se habí­a derramado en los cuerpos, en el coche y, en parte de la calle, el automóvil chocó con un poste, en donde fue el final del recorrido del automóvil, otras versiones dirán que el último destino del coche fue en las Vegas, ya que López Portillo lo habí­a vendido a unos empresarios estadounidenses.

Cada año se recrea dicha escena, pero el poste, ya no está, éste se convirtió en un árbol, entre las versiones de la gente y documentos, afirman que ahí­ fue donde llegó a parar el Dogde Brothers del general, después de la balacera.

 

El velorio

Hotel Hidalgo, lugar donde velaron a Villa, antes de que lo sepultaran en el Panteón Dolores
Hotel Hidalgo, lugar donde velaron a Villa, antes de que lo sepultaran en el Panteón Dolores

Finalmente la representación culmina, en el velorio que se le hace al Centauro del Norte, en las instalaciones del Hotel Hidalgo.

El Furor Villista cada año renace no sólo con esta tradición sino con muchas más, como las cabalgatas y jornadas Villistas.

 

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