4 condiciones para sobrevivir fuera de casa.

Hay una etapa de la vida de los jóvenes, en la cual deben decidir qué estudiar, muchos buscan emprender sus estudios en otras ciudades, y es que como incipientes adultos apenas están empezando a conocer el mundo y su problemática, no son lo suficientemente maduros para resolver ciertos problemas, en otros lugares son algo parecido a un espécimen que es ajeno al hábitat natural de otra geografí­a.

Para todos aquéllos que estudian alejados de sus hogares, llevando a cuestas las adversidades a las que se tienen que enfrentar dí­a con dí­a, tratando de adaptarse a las complicaciones de otras latitudes. A continuación enumero una serie de condiciones con las cuales tiene que convivir un foráneo:

  1. Cuando el dinero falta, el hambre sobra. Treinta pesos pueden ser la diferencia entre la vida y la muerte. Esto les ocurre a muchos, se vuelven más parcos para gastar porque aprenden a valorar el dinero. Aquel idealismo que caracteriza a los jóvenes se diluye ante la dificultad de una cruda realidad que desconocí­an. Este sistema “altruista” que se denomina capitalismo, en el cual sólo sobrevive quien tiene lo indispensable para alimentarse. Para un “estudihambre”, treinta pesos pueden representar el desayuno, la comida o la cena, con dicho recurso es posible mitigar el hambre o mí­nimo distraer el funcionamiento del aparato digestivo buen rato; ya sea comprando un burrito, media orden de tacos y una soda, etc. si es que todaví­a no aumentan los precios de la canasta básica como la cantidad de hambrientos. Esa cantidad monetaria también podrí­a constituir un apoyo para solventar el pago del transporte público durante algunos dí­as.
  2. El GPS es requisito para no perderse. Extraviarse es un incidente que obliga a los foráneos a conocer mejor la ciudad. El entorno les resulta extraño, no es como en Parral, donde todos se saludan y tanto las novedades como las indiscreciones se están arrebatando de boca en boca; los espacios recreativos y culturales son limitados. En una ciudad grande, en los primeros dí­as, no sabes que camión abordar, donde te tienes que bajar, si la gente es amable o descortés; sin embargo una vez que ya no te pierdes, te familiarizas con el entorno urbano.
  3. Comer ya no estará mami para que te cocine esas ricas enchiladas, flautas o cualquier especialidad que caracteriza a los menús de las cocinas caseras si eres vegetariano, intolerante a la lactosa, o no te gusta algún ingrediente común en la mayorí­a de los platillos tí­picos regionales, tendrás bastantes contrariedades para alimentarte con satisfacción; pero no te preocupes, con el tiempo encontraras un menú a tu gusto, o tendrás que adaptarte a las circunstancias que te suministre la despensa del momento en el hogar donde vivas; y en ocasiones terminas más gordo o más flaco de lo que estabas.
  4. Todos necesitamos de todos. “Socializar”, Maslow lo poní­a en el tercer nivel de la pirámide de necesidades; es lógico tener amigos o pareja, es una necesidad. Estar solo no significa un acontecimiento negativo, pero la compañí­a es una relación indispensable para adaptarse;  para conocer la ciudad es fundamental convivir con su gente, el tedio de la rutina atrofia el espí­ritu, concurrir a fiestas, a noches de francachela, o a poner en práctica las actividades que acostumbran los chavos de otras ciudades, disipa la monotoní­a de tu soledad. Cuando te alejas de tu terruño que no sea únicamente para estudiar, sino también para asimilar experiencias que construyan ocasiones trascendentales para tu vida.

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