La escultura como obra de arte implica una inminente necesidad por parte del escultor, a través de los sentidos en la reproducción de emociones provenientes de su imaginación. Durante el proceso de expresión, su forma se presenta a partir de criterios que fundamentan su composición, su estructura geométrica, su perspectiva, su ritmo, su equilibrio, la simetría, la desproporción y la distorsión entre los aspectos más importantes.
Cito a Rudolf Wittkower (2003):
El escultor visualiza mentalmente una forma compleja de partir de todo lo que es su propio entorno.
Como forma de expresión artística, la escultura, a través de los sentidos, reproduce emociones provenientes de la imaginación de su propio creador. Estímulos provenientes de la observación de la realidad desde otra perspectiva. Su potencial creativo reproduce una reinterpretación de la realidad proyectada con su propio lenguaje. Dicho proceso creativo implica un tejido de elementos y circunstancias que nos llevan a la obra de arte.
Cito a Rudolf Wittkower (2003):
El trabajo del escultor empieza en realidad antes del tallado propiamente dicho, con la elección del bloque. Cualquier escultor de primera fila sabe con gran precisión cuáles son sus necesidades en ese punto.
El proceso creativo del escultor nace de un diálogo casi secreto entre los materiales elegidos y sus manos; sus métodos, habilidades, su actitud estética y sobre todo su formación, ya sea autodidáctica o académica.
Participar del mundo del arte nos lleva a cosechar el proceso histórico por el que ha tenido que pasar la escultura en el ámbito cultural en determinado contexto histórico.
Contemplar la obra en sí misma, sus materiales y propuestas nos remiten a una sutil libertad de pensamiento por parte de su creador; ante nuestra mirada atónita al descifrar la belleza de sus formas, algunas veces incomprensibles al pensar la obra artística como construcción imprecisa en función de la realidad.
Cito a Rudolf Wittkower (2003):
El escultor ya no se ve limitado al mármol, al concepto de monolito, a sus fragmentos clásicos. Su forma de concebir la obra es tan libre como la del pintor.
Las posibilidades creativas que el escultor tiene ante sí para expresar su trabajo artístico son innumerables; pero, a su vez, limitadas por el tipo de material que ha de emplear en la creación de su obra. Modelar, tallar, esculpir en un bloque inerte de concreto a punto de fraguar, un monolito de piedra, un trozo de madera, un puño de barro.
La escultura representa una composición esencialmente involuntaria ante la rienda suelta de la imaginación; un volumen que forma parte esencial de los elementos de una expresión tridimensional que sustenta la obra misma.
Cito a Rudolf Wittkower (2003, pág. 331):
Los escultores del pasado se sirvieron prácticamente de todos los materiales que se presentan a recibir una forma en tres dimensiones, de tal manera que incluso la arena, el cristal de roca o las conchas de moluscos tienen un lugar en la historia de la escultura.
Sin la existencia de instructivos propiamente hechos para la creación de una escultura. Los procedimientos y métodos para llegar a este resultado, nos lleva a tratar interpretar el potencial creativo de la obra en sí misma; a reflexionar sobre los aportes al mundo artístico a través de nuestros sentidos y revistiendo significado a la propia obra de arte.
En nuestro México antiguo los mayas y aztecas lograron consolidar una postura artística en lo que se conoce como Arte mexicano. De acuerdo con Justino Fernández debemos […] descubrir sus propios valores estéticos, su original belleza que es diferente a la clásica y tradicional […] De esta manera podemos mostrar […] como ejemplo claro de este trabajo escultórico […] la soberbia cabeza de perico cuya simplicidad de diseño y perfecta realización formal son de primer orden.
A lo largo de los siglos la escultura ha pasado por diversos procesos, pero a partir del siglo XVIII los escultores han tenido que recurrir categóricamente al oficio del fundidor, quien ha sido aliado imprescindible en la producción artística y la inmortalización de las obras de arte en bronce, material que eternizan la propuesta artística ahí en el transcurrir del tiempo; sustentando y llenando de belleza las plazas de las ciudades del mundo.
Cito El Trabajo de los escultores (2003):
Para simplificar el trabajo del fundidor, las piezas de una obra de arte se moldean y se vacían por separado y después se unen.
Fuentes bibliográficas citadas
El trabajo de los escultores. Biblioteca Mundo Maravilloso, SM Ediciones, Editorial Yolihue, 2003, México, 52 pp.
Wittkower, Rudolf. La escultura: procesos y principios, Alianza Editorial, Madrid, 2003, 331 pp.
Fernández, Justino. Arte mexicano de sus orígenes a nuestros días, Porrúa, México, 1989, 206 pp.