Existe un tiempo imperdible para el amor relatado en segunda persona en la novela Aura de Carlos Fuentes; donde […] se recrea el carácter fantasmagórico del amor a través del personaje femenino de Aura. (Albin, p. 127) Es una historia dentro de la historia.
Felipe Montero, un historiador joven, toma como pretexto su gusto por la escritura para cambiar su condición de “profesor auxiliar en escuelas particulares”. (Fuentes, p. 9) Acude a una vieja casona del centro de la Ciudad de México, incitado por la suma ofrecida en un anuncio del periódico “Parece dirigido a ti, a nadie más […] Se solicita historiador joven. Ordenado. Escrupuloso […] Juventud, conocimiento del francés, preferible si ha vivido en Francia algún tiempo. […] Nadie acudió ayer. Leerás el anuncio. Te detendrás en el último renglón: cuatro mil pesos.” (Fuentes, pp. 9-10).
El joven historiador intenta sentir indiferencia respecto del mundo que está por dejar afuera; renuncia a su vida anterior para ceder su voluntad al destino anunciado. La puerta está abierta, se adentra para cruzar el umbral del jardín de la vieja casona, se incorpora a esa atmósfera sombría, donde la señora Consuelo, hundida en la tenue oscuridad de un altar de veladoras, impone su voluntad.
Aura, […] desencadena la experiencia erótica que guía el relato de principio a fin (Albin, p. 130); es una bella joven de hermosos ojos verdes que es presentada a Felipe Montero como la sobrina de la señora Consuelo. A partir de ese momento, nuestro historiador centrará su atención en ella. Está destinado a enamorarse, a través de las acciones que realiza Aura; quien se irá revelando como el desdoblamiento de la anciana.
Sabes, al cerrar de nuevo el folio, que por eso vive Aura en esa casa. Para perpetuar la ilusión de la juventud y belleza de la pobre anciana enloquecida. Aura, encerrada como espejo, como ícono más de ese mundo religioso, cuajado de milagros, corazones preservados, demonios y santos imaginados. (Fuentes, p. 41)
En el transcurso del relato vamos descubriendo que Aura está ligada a la voluntad de Consuelo; quien a través de la proyección de sus movimientos interpreta actos que reflejan
la manipulación por parte de la anciana; es una especie de imitación, un reflejo de una realidad oculta.
Felipe se encuentra atado a la voluntad de la anciana, de quien recibe órdenes que le indican cada movimiento y acción que debe realizar; lo que puede y no hacer para acercarse a ella dentro de su dominio.
La señora Consuelo representa la figura central del relato, todo gira en torno a ella y a su interés por recuperar las memorias del General Llorente.
Miras rápidamente de la tía a la sobrina y de la sobrina a la tía, pero la señora Consuelo, en ese instante, detiene todo movimiento y, al mismo tiempo, Aura deja el cuchillo sobre el plato y permanece inmóvil y tú recuerdas que, una fracción de segundo antes, la señora Consuelo hizo lo mismo. […] Recuerdas a Aura minutos antes, inanimada, embrutecida por el terror: incapaz de hablar enfrente de la tirana, moviendo los labios en silencio, como si en silencio te implorara su libertad, prisionera al grado de imitar todos los movimientos de la señora Consuelo, como si solo lo que hiciera la vieja le fuese permitido a la joven. (Fuentes, p. 34-35)
Los folios son un recurso narrativo que sirve para justificar la integración del joven historiador en la única posibilidad de reconocerse en todas y cada una de las cosas antiguas que integran la vieja casona. Las fotografías que aparecen en el tercer y último folio confirman a Felipe Montero su idéntico parecido con Llorente y su aceptación del destino sin posibilidad de escapatoria.
Al despertar, buscas otra presencia en el cuarto y sabes que no es la de Aura […] en el recuerdo inasible de la premonición, que buscas tu otra mitad, que la concepción estéril de la noche pasada engendró tu propio doble. (Fuentes, p. 51)
Reconocerse como protagonista de las memorias del General LLorente, lo obliga a aceptarse como el otro; ante un pasado confuso y desolador. Donde el amor revive en cada una de las paredes y objetos antiguos incomprendidos que lo han involucrado sin ninguna prisa.
Alargas tus propias manos para encontrar el otro cuerpo, desnudo […] no puedes verla en la oscuridad […] vaciado de placer, reteniendo en las yemas de los dedos el cuerpo de Aura, su temblor, su entrega: la niña Aura […] al avanzar hacia ti la mujer , los muslos de color de luna: la mujer, repetirás al tenerla cerca, la mujer, no la muchacha de ayer […] parece de cuarenta: algo se ha endurecido, entre ayer y hoy, alrededor de los ojos verdes (Fuentes, pp. 36-37, 46)
Consuelo se vale de la magia para propiciar sus encuentros eróticos y descubrir a su marido muerto en la reencarnación del historiador, a quien atrae con sus poderes de hechicera. (Albin, p.139) Ella es un personaje que todo lo sabe y ha utilizado a Aura para atraer a Felipe Montero; revivir y concretar su amor guardado celosamente en el baúl de su habitación.
REFERENCIAS
Fuentes, Carlos, Aura, ERA, México, 2017, 61 pp.
Albin, María C, El fantasma de eros: Aura de Carlos Fuentes, Atenea, número 494, Universidad de Concepción, Chile, 2006, pp. 127-142. (Vínculo disponible en: http//www.redalyc.org/articulo.oa?id=32849408)