Cuento: Siempre te esperaré

Esperando por ti.

Siempre te esperaré.

Observo como la puerta se cierra detrás de ti, dejándome con lágrimas en los ojos al verte partir, acabas de marcharte de la casa después de haber tenido nuestra tercer pelea del dí­a, dejándome nuevamente sola, y pensativa respecto a nuestra relación, sé que no fue tu intención decirme aquellas cosas hirientes, lo sé porque aún puedo sentir tu amor en esos pequeños detalles que tienes para conmigo.

Recorro la habitación visualizando las diferentes fotografí­as que adornan la sala,  empiezo a recordar aquellos momentos donde me hací­as sentir que nos pertenecí­amos, esos momentos bellos en los que me poní­as como lo primero en tu vida, en los cuales todo tu tiempo era especialmente para mi, y en los que aun creo.

Pero últimamente no puedo evitar sentirme  como si fuera tu plan de apoyo.

Más cualquier pensamiento en tu contra se me olvida en cuanto miro tu sonrisa en las fotografí­as, esa que inconscientemente me obliga a sonreí­r también y alivia mi acongojado corazón.

Me pierdo en tu mirada y en las memorias de nuestro tiempo juntos, volviendo a caer por ti y creyendo nuevamente en tus mentiras.

Me has prometido mil veces que cambiaras, que todo volverá hacer como antes y que volverás nuevamente a mi como siempre los has hecho y aun que te quiero creer, dentro de mí­ sé que no lo harás.

Me gustarí­a que mis sospechas fueran falsas, que esta sensación de pérdida para con tu persona fueran artificiales, más no lo son, al contrario han quedado confirmadas al mirarte el otro dí­a siendo tan cercana a ella, comportándote como solí­as hacer conmigo, y al notar como tus ojos brillaban cuando la veí­as.

Actuando como la persona que yo solí­a conocer.

Desearí­a que estuvieras aquí­, junto a mi, como acostumbrabas hacerlo en esta fecha especial, que entraras por esa puerta con una de tus románticas sorpresas para mi como en cada aniversario pero todo lo que puedo hacer en este momento es mirar como la vela al centro de la mesa se derrite con el pasar de las horas sin indicios de ti.

Velas consumiéndose

Prometiste que estarí­as aquí­ antes de las 10 pero ahora viendo el reloj marcar la 1 de la madrugada me doy por vencida,  limpió la mesa  y retiro aquellas velas consumidas por el fuego partiendo a mi habitación, con tu imagen en mi cabeza.

Pensando tristemente en lo que estarí­as haciendo con ella.

Un rechinido proveniente de las escaleras hace que el sueño se desvanezca y rápidamente me enderezo al creer que has vuelto a casa, más al recorrer toda la habitación me encuentro con la decepcionante noticia de que no ha sido nada más que mi imaginación.

Me duele tu lejaní­a, que todo haya cambiado desde que me pediste compartir tu vida con la mí­a, no sé qué nos pasó, ni en que parte de nuestro camino hubo una bifurcación que con el tiempo nos fue  alejándonos cada vez más, hasta llegar a este punto, yo aquí­ sola en mi cama, abrazándome a modo de consolación sollozando mientras espero tu llegada, cuando tu estas en la cama de otra persona

Me has prometido que volverás pero yo sé que no lo harás.

Y me duele saber que te he perdido.

Una última lágrima resbala por mi mejilla y el sueño me abraza haciéndome olvidar esta triste realidad, más mi sueño se ve interrumpido al escuchar el ruido de la puerta en nuestra habitación indicándome que has llegado y por un momento me siento feliz porque estas de nuevo a mi lado,  pero la agoní­a regresa cuando escucho el agua de la regadera,  el dolor me invade nuevamente porque sé que estas borrando su rastro, permitiendo al agua llevarse tu secreto, y las lágrimas se asoman otra vez mientras me abrazo fuertemente a las sabanas, sintiendo como mi pecho duele con cada respiración, siento tu presencia detrás de mi y aun que mi cuerpo tiembla por mis lamentos cierro los ojos fuertemente al sentir como te aproximas más a mi, para después derretirme bajo el calor de tus manos que delinean mi rostro alejando el cabello de mis ojos, te escucho suspirar tal vez con lastima y resignación mientras me observas  y retiras las lágrimas de mi mejillas sintiendo enseguida tus labios sobre mi frente al mismo tiempo que me susurras un “lo siento” acurrucándote en mi

Y te acepto, acepto tus mentiras, tu engaño y tu calor porque por más mal que suene te amo tanto que prefiero tenerte a mi lado que perderte para siempre.

Prefiero este falso orgullo que me convence de que ella no es nada más que una mujer que usas para tu entretenimiento, y yo soy la mujer que amas- o al menos eso quiero creer-  porque al final del dí­a  siempre regresas a mí­.

Manos entrelazadas.

Brissa Jazmí­n Morales Favela.

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