Cuento: Bajo el puente….., por José Carlos Decanini Moreno

**La nota esta algo larga pero considero que vale la pena espero se animen a leerla, disfrútenla c:**

-“Tu mano se ve linda sosteniendo ese cigarrillo.” Dijo ella mientras se acercaba a mí­.

-“Gracias” Respondí­ ante tal halago, algo confundido al no saber la razón de él, cuando de repente se comienza a acercar a mí­  mientras miraba por aquel puente, si, lo sé, no di detalles de donde estaba ni mucho menos de porque me encontraba ahí­, pero el hecho más importante es que ella simplemente se acercó a mí­,  y al parecer, sin ninguna razón aparente, comentó eso acerca de mi mano acerca de mi vicio, cuando desde ese momento y sin que me diera cuente mi nuevo vicio se volvió ella.

Ahora bien, él porque me encontraba en aquel lugar, era sin más para observar la hermosa tarde, para mirar el ir y venir de los coches, para contemplar una fila de postes de luz sobre el camellón tan larga pero tan larga que pareciera no tener fin,  el puente con barandales en las orillas para evitar que uno que otro desdichado decidiera poner fin a su vida, que he de aceptar lo habí­a pensado dos o tres veces, pero eso no viene al relato.  Para esto nunca habí­a subido en aquel puente, solo sé que pasaba por ahí­ todos los dí­as y me preguntaba que se sentí­a ver el mundo desde ahí­, pero por razones hasta el momento desconocidas, nunca me atreví­, solo seguí­a mi camino con ansias de llegar a mi casa a descansar, pero después de aquel dí­a tan estresante después de escuchar personas hablar acerca de cómo es la vida, de lo que tienes que hacer feliz, lo que debes de evitar y ese tipo de discursos.

Bah como si ese tipo de personas supiera que hacer para ser feliz, tan solo verlos atados a muchas cosas, escuchar como daban instrucciones para ser feliz, como si la felicidad tuviera un manual el cual debemos seguir todos, ¡tch!, menuda tonterí­a, pero bueno, continuemos con el relato en general que esto no es una clase de desahogo ni mucho menos. Pero bueno,  pasando al tema principal, estaba ahí­ en ese puente, perdiéndome entre mis propias ideas que entre una de tantas se encontraba ella pero sin siquiera saberlo yo, ya que no creo en que todo pasa por una razón, no creo que todo pase por que ya esté escrito ni nada, como si hubiera un plan para cada uno, claro que no, siento que cuando las cosas pasan es porqué sí­ y ya,  sin ninguna razón aparente ya que tú decides si hacer algo con ese momento o no, y por ende, tú terminas decidiendo que hacer y que no.

bajo el puenteY ese instante en el que se acercó a mí­ y se recargó, jamás lo olvidaré, fue tan inesperado, es como si la vida me dijera, “Tengo algo mejor que esa idea que tienes en la cabeza”, cuando después varios minutos de silencio, ya que, a pesar de que ella se acercó a mi yo no pude reaccionar, era una mezcla entre nervios y felicidad, pues me congelé ya que generalmente ese tipo de cosas nunca me han pasado a mí­, por lo que me animé y pregunté.-

-“¿Fumas?” a lo que respondió volteándome a ver.

-“No, no tengo el valor ni la moral de agarrar ese tipo de vicios” un poco ofendido por su respuesta le dije:

-“Disculpe entonces, pues no alcanzo a entender, si no le parecen este tipo de actos, ¿porqué señalar que mi mano es linda?”

-“Porqué si, ninguna razón aparente” Terminado esto volteó a ver a donde yo estaba mirando diciendo, “Bonita vista, ahora veo la razón por la cual estabas aquí­”.

-“Recién lo descubrí­, no hay ninguna razón en especial, no es como si fuera mi lugar favorito en el mundo al cual asisto todas las tardes, solo me dieron ganas de subir y ya”  a lo que ella contesto muy seria.

-“¿Crees en las casualidades?” Y yo extrañado con una pregunta de tan alta seriedad, contesté.

-“No, no es por pesimista no mucho menos, pero esperar a que todo pase por una razón, o bien, quebrarse la cabeza pensando en un encuentro tiene un trasfondo, un razón especial de ser, no tiene mucho sentido, sin sonar pesimista ni mucho menos”.

-“Que realista” respondió.

-“Que soñadora” respondí­.

Entonces me di cuenta de mi error cuando ella comenzó a alejarse, por lo que la agarre de la mano antes de que bajara las escaleras, y le dije.-

-“Disculpa, no quise sonar muy rudo, mi nombre es Esteban ¿y el tuyo?”

-“Eleonor”

-“¿Te podrí­a ver mañana a esta misma hora Eleonor?

-“Pensé que no creí­as en las casualidades”

-“Y no lo hago, simplemente no quiero desaprovechar este momento”

-“Te veré debajo del puente” respondió con una sonrisa.

Y terminado lo dicho, me fui bastante feliz a mi casa con una sonrisa en la cara, no podí­a creer que ese encuentro habí­a sucedido, que ese tipo de cosas me pasaran a mí­, no paraba de sonreí­r, sentí­a un éxtasis en mi cerebro, sentí­a una emoción constante recorrer todo mi cuerpo de la cabeza a los pies, de hecho, pasé parte de la noche repasando ese encuentro en mi cabeza una y otra vez, eligiendo el atuendo correcto para el dí­a siguiente, pensando, ¿Será el adecuado?¿Le gustará este estilo? ¿Será demasiado formal? ¿Muy casual?, hasta que el reloj dio las 2 am pude calmar mi corazón y por ende terminé dormido.

Lo recuerdo muy bien, desperté exactamente a las 7:02 am, de nuevo una vez más con una sonrisa, pues no pude evitar recordar el suceso del dí­a anterior, me alisté como todas las mañanas y salí­ de mi casa a las 7:34,  me fue bastante bien con aquellas personas que decí­an saber de felicidad, pues yo aprendí­ lo que era el dí­a anterior, terminé rápidamente con mis deberes y me dirigí­ hací­a aquel puente, pero empecé a notar algo raro en cuanto llegué, pues habí­a una especie de ambiente pesado. Para cuando llegué comencé a subir las escaleras y alcancé a ver su silueta,  estuve a punto de estallar de felicidad pero para cuando terminé de subir las escaleras no la vi. Mi corazón se detuvo por un instante, no razoné lo suficiente, me mentí­ a mí­ mismo, dije,  no pasa nada fue mi imaginación, y para cuando donde llegué donde ella estaba, miré debajo del puente y ahí­ estaba ella, volteando hacia arriba con su mirada tranquila, su sonrisa en el rostro, y ellasumergida en una charco de sangre. No lo podí­a creer, me lo negué a mi mismo en fácilmente unas mil veces, sentí­ como mi interior se destrozó junto con ella, no pude evitar derramar lágrimas y con mi mente y corazón hechos añicos me fui de aquella escena tan desgarrante.

Semanas después me enteré a través de los periódicos de la cuidad de que ella llevaba entre sus cosas una pequeña nota que se que iba dirigida a mí­ que decí­a.-

-“Al parecer mi moral no fue suficiente pero mi valor si”

Me hubiera gustado que me afectara  más, llorar mas, enserio me hubiera hecho sentir satisfecho haber sufrido más, porque Eleonor se llevó una parte de mi,  pero para mal o para bien y siendo realistas, ella fue solo un encuentro de un dí­a, y siendo sinceros, sabí­a que ese tipo de cosas no me pasaban a mí­.

José Carlos Decanini Moreno

*Agradecimiento especial a Laura Armendáriz y a Samuel Kuchle

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