Conversaciones de Madrugada

Escucho sirenas de patrullas en la madrugada, ¿Qué tan temprano? No lo sé, serán alrededor de las cinco cuarenta y cinco,  no puedo evitar notar que amanezco solo desde aquel dí­a, donde no importa solamente maldigo haber despertado  y ya. Las sirenas siguen sonando hasta que después de tres disparos todo vuelve a entrar en silencio por unos instantes, interrumpido brevemente por el sonido de un tren para que una vez más vuelva el sonido de la madrugada acompañado por el cantar de los pájaros de la mañana, pero, al volver a la cama no consigo conciliar el sueño de nuevo a pesar de que todo está en calma. Miles de ideas aparecen en mi mente, dan vueltas como si quisieran ser escuchadas; empiezo a recordar los sueños, las pesadillas que alguna vez llegué a tener con lujo de detalle, como si yo mismo tratara de decirme algo; no importa, al fin y al cabo si ni yo mismo puedo entenderme ¿Quién lo hará?.
En fin, camino hacia la cocina a prepararme un café, dos cucharadas de éste, más tres de azúcar, porque me gusta la combinación entre amargura y dulzura. Terminando de prepararlo enciendo un cigarrillo para calmar el ambiente que mis propios sueños generaron;  todo parece tranquilo hasta que una ola de nostalgia me golpea de la nada “¿Qué es esto?” Me pregunto yo, cuando me responden desde una de las 3 sillas libres de la cocina, “Como si no supieras chico” y se escucha otra voz diciendo “Este tipejo no sabe ni quiénes somos pf” Empiezo a notar auras alrededor de las sillas de mi mesa, hasta que toman forma de demonios; así­ es amigos, con todo y cola, mientras que uno solamente tení­a un cuerno y era de color rojo, los otros dos tení­an cuernos donde regularmente los llevan,  uno era de color negro y el otro era color azul. “Genial” pensé “ya me estoy volviendo loco” en eso me responden los tres, “No lo estás chico, no lo estás”, sorprendido por aquella respuesta,  me les quedo viendo atónito; como si esto fuera producto de un sueño o de una mala pasada, en eso me dice el demonio azul tronándome los dedos enfrente de la cara “Vamos, aterriza; no es tan raro vernos aquí­, ni una bienvenida o un saludo, por lo menos una taza de café”, el de color negro tampoco se quedó callado, “Mira, sí­, si somos demonios y todo eso, pero no somos cualquier tipo de demonios, somos tus demonios en particular”, terminando de hablar éste le continuó el discurso el de color rojo, “Así­ es querido, cuando estás triste, solo o pasas malos ratos; ahí­ estamos presentes, jamás te abandonamos como buenos compañeros que somos”(se comienzan a reí­r todos juntos), para esto yo respondí­, “Y ¿de dónde salieron? O ¿Por qué esta aquí­?”, para esta pregunta me responde el demonio de color azul, “No sabemos, de lo único que estamos seguros es que tú, de alguna manera, nos creaste o nos llamaste, o algo así­; siempre estamos contigo y ya, nada fuera del otro mundo. ¿Entiendes? Otro mundo” seguido con esto, vuelven a reí­r todos juntos.

No sé que estaba pensando esa madrugada, pero realmente estaba escuchando hablar a esas criaturas, por lo que aprovechando ese momento decidí­ preguntarles por sus nombres, para esto, ellos no lo sabí­an; sólo respondieron los tres, “sólo existimos por existir, para estar contigo; nada más y nada menos, nunca dejarte solo pase lo que pase”, entonces me dije a mi mismo, “Bueno, no puede ser tan malo, al menos tengo compañí­a con quien distraerme más seguido”. Comencé a platicar con ellos de cómo habí­an nacido o mejor dicho aparecido; de esta manera, me contaron de cómo se desarrollaron durante el trayecto de mi vida, ellos nací­an de mi miedos, como cuando hací­a algo mal y no lo podí­a olvidar, emergí­an de ahí­ y desaparecí­an de ahí­ si lograba deshacer eso; o bien, tomaba conciencia y aceptaba mis errores;  nací­an cuando no enfrentaba mis problemas, cuando decí­a “Lo resuelvo después” o “Esto no tiene importancia”, y se iban desarrollando conforme no lograba resolver la situación, como me afectaba más y más, haciendo un espacio en mi mente y en mi corazón y luego habitaban ahí­, para quedarse para siempre, a menos que resolviera eso que los creo; también me contaron como conviví­an con los demonios de otras personas, como cuando yo estaba con alguien, sus entes y los nuestros conversaban, como se calmaban entre sí­, haciéndose mas y mas débiles, hasta que yo me separaba de esa persona.

“Te costará mucho trabajo deshacerte de nosotros pequeñajo”, dijo el de color negro, “no hemos conversado con nadie en los últimos 4 años, eso hace más difí­cil tu trabajo”, continuó el de color azul, “¿Qué acaso no quieres ayuda? ¿No te quieres deshacer de nosotros? Digo no es que no nos guste estar contigo pero vaya qué si eres terco”, me puse a pensar  y les dije, “No necesito de nadie para deshacerme de ustedes, si yo los creé me puedo deshacer de ustedes a pesar de que se vayan haciendo más fuertes, yo también crezco con ustedes, aprendo con o sin ustedes; que si sé que me puede afectar en un futuro, pero sé que puedo solo; todo lo he resuelto por mi cuenta, así­ que no empezaré a rogarle a nadie, ni a Dios ni a las personas..” con esto dicho, los tres se esfumaron, diciendo “Este muchacho es mas terco que una mula, nos vendrá matando junto con él algún dí­a, pero bueno que se le puede hacer.” Pasando esto, comencé a reí­r, me puse de pié y encendí­ otro cigarrillo, y mientras lo fumaba observaba  a través de la ventana como lloví­a y en el reflejo mis demonios, observando la lluvia caer conmigo.

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