Ahora que precisamente yo estoy pasando por este proceso, es que me he dado cuenta lo poco que se habla del duelo hacia la mascota.
Y bueno, es que dentro de mi dolor y desesperación hice lo que mi naturaleza me dictaba, buscar información sobre este duelo para poder entenderlo, digerirlo y que a su vez me ayudará a procesarlo.
Pasa que muchos omiten hablar del dolor que produce la pérdida de una mascota y es porque sencillamente mucha gente no lo valida o no empatizan porque tal vez en su experiencia no han tenido algún animalito en sus vidas o tal vez nunca conectaron con ellos de tal forma que su muerte les pesara o tuviera mayor efecto. Pero dentro de mi búsqueda de información para poder tener algún tipo de consuelo encontré varios puntos que fueron catárticos para mi proceso y los cuales pienso compartir.
El primero fue, que para nuestras mascotas, por más que queramos humanizarlos, ellos siguen siendo animales y para ellos la muerte no tiene la connotación que nosotros los humanos le damos, por razones de fe o religión, que incluso si fuéramos de algún tipo de fe que celebra la muerte, las cuales son muy pocas, la muerte la veríamos con otras cosas adjuntas y tal vez serían días de felicidad. Entonces para ellos es natural, no van con miedo, duda o remordimiento, ellos cumplieron su misión y su ciclo de vida, ellos se van en paz y este primer punto me dio justo eso, paz.
Lo segundo que encontré entre tantos artículos sacados del internet y de escuchar programas que justo hablan de este duelo fue, que es bueno llorar y desahogarse, es parte del proceso y es liberador, pero siempre y cuando no se llegue al sufrimiento, que ese ya es opcional.
Un proceso normal de tristeza después de un detonador, sea un recuerdo, objeto o algo que te haga presente la perdida y te haga llorar, deberá ser un proceso de no más de 12 minutos y ese fue un dato obtenido de un doctor en neurociencias, el cual advierte que después de esto vendrá una liberación de endorfinas que tranquilizan, estabilizan e incluso reconfortan.
Dejando en claro que un lapso de llanto que dure más de 90 minutos puede caerse en un caso patológico y se recomienda terapia o tratamiento. Y este segundo punto me permitió llorar a conciencia y así ir soltando, en lugar de reprimir o ir guardando.
Lo tercero que me ayudó fue pensar en mi rutina, ya que mi mascota era parte ella y más que era de edad avanzada, por lo cual requería mucho más de mi tiempo, entonces comencé por pasos pequeños, como al despertar antes de irme a preparar el café, prenderle una vela donde tengo sus cenizas, y por las noches escribirle (sé que suena esto muy raro), pero el escribirle me hacía ya no quedarme con nada atorado en mi garganta, que sí puede llegar por esto mismo a doler y le escribía todo aquello que deseaba decirle, como si de alguna forma mágica ella pudiera leerlo, pero al final como dicen son rituales que ayudan a dejar ir y comprender una pérdida.
Y en el último punto, fue liberarme de toda culpa, porque la culpa suele ser recurrente en el proceso de duelo, se busca un culpable, pero al leerlo y encontrarlo como parte del proceso, y abstrayéndome de la situación, me di cuenta de que uno hace siempre lo mejor que puede con lo que tiene y con lo que se es, y, por otro lado, los animalitos no hacen juicio ellos solo aman.
Entonces un duelo por una mascota es lo más normal y no comprendido por todos y también eso es normal, únicamente hay que ser selectivos con quien nos abrimos respecto al tema, entender que nuestras mascotas parten del amor incondicional y por ese mismo amor debemos aprender a respetar su ciclo y dejarlos ir.