Ya era domingo por la mañana y varias personas adultas tanto mujeres como hombres y niños de todas las edades esperan en diferentes paradas de camión la ruta del Francisco Portillo para poder ingresar al penal del Cereso de Chihuahua de Aquiles Serdán.
Después de pasar por varios sectores el camión va repleto de pasajeros, casi unos encima de otros, se puede observar que llevan pertenencias para cada una de las personas a visitar, se escucha a los chiquillos con gran emoción porque pronto llegaran a ver a mamá.
Al momento de llegar a su destino todos empiezan a bajar del camión desesperadamente para entrar lo más rápido posible al lugar, niños corriendo, adultos con paso veloz y mientras tanto los adultos mayores con gran lentitud.
La entrada hasta el interior del penal es tensa, la lista de colores prohibidos en la ropa para entrar a la visita es el negro, café y beige.
En la entrada del reclusorio femenil se observa decenas de visitantes, así que según las personas que entran a ver a su familiar deben dejar encima de la barra las pertenencias que ingresaran al penal para la revisión por cada una de las custodias.
Después permanecen de pie frente a una cámara detrás de una cinta amarilla voltean a ver a la cámara para quedar un registro de las personas que ingresen al lugar ya que esta es una forma de llevar un control de todas las visitas que ingresan al penal.
De tal manera todos los visitantes pasan por una barra detectora de metales para entrar a dos de los cuartos de revisión, uno de mujeres y otro de hombres, ya que son revisados por las custodias esto es para percatarse que no se pase con un accesorio que no está permitido al reglamento.
Al salir les entregan la comida que llevan caminan por un pasillo donde se puede observar un barandal con rejas blanco y un enorme candado, al cruzar dicho barandal se encuentra un cuartito con puertas demasiado amplias del tamaño de una pared de cristal.
Al momento que las familias llegan al módulo de visitas con cada una de sus familiares empiezan a derramar lágrimas de felicidad, sonrisas, abrazos fuertes y más.
El módulo de visitas donde este domingo pareciera un día de fiesta con tres puestos de venta de comida por algunas de las mismas internas, en uno se encuentran trabajando Natalia, Juana y Bertha con la venta de hamburguesas, tortas y burritos, ellas cuentan con un amplio espacio con una mesa bastante grande ya que encima de ella tienen todo lo necesario para su venta, de tal manera que al lado izquierdo de la mesa se encuentra un asador en el cual están preparando hamburguesas al carbón.
En otro de los puestos Lourdes y María se encuentran desempacando todo para acomodarlo en cada lugar para la venta, ya que cuentan con dos tablas largas atornilladas a la pared que es donde ponen todo lo que se va a vender durante la visita, se puede ver gran variedad de dulces, jugos de naranja del valle, todo lo que es sabritas, marínela, refrescos de la coca- cola, sodas miranda y cerillos para las personas fumadoras.
Marlene se encuentra con íngel su bebé de 10 meses vendiendo carnitas, acompañadas de tortillas, salsa verde, roja y sus verduras.
Todo lo de la venta se paga en efectivo, el dinero recabado es para todas las actividades que se realizan dentro del penal.
En otro de los módulos se ven dos tambos azules para depositar la basura, letreros en las paredes de ruta de evacuación, lámparas de luz blanca en la techumbre del lugar de visita, tres mesas largas con sus bancos y 21 bancos pequeños pegados en el cemento del piso.
En el centro de los dos patios de visita esta una cámara grande, botes de basura en azul, once mesas largas con sus bancos, y al lado izquierdo se puede ver el área de juegos de los niños. En la primer parte están 3 subibajas grandes, al lado un resbaladero con demasiada seguridad para que los pequeños no se lastimen y al finalizar cuatro columpios y enfrente de ellos seis arbolitos pequeños.
El área de juegos es de tierra el lugar está despejado y el rayo del sol apuntando a cada uno de los juegos, ya que ambos módulos tienen piso de cemento firme, mientras en todo alrededor del patio lo único que se puede ver es malla demasiado alta con alambre de púas al final, enseguida de la malla pasillos que apuntan a distintas direcciones del penal y a los lados bardas demasiado altas con alambre de púas también.
El patio de visitas se encuentra con decenas de personas en cada una de las mesas ya que cada quien esta con su familiar disfrutándolas lo más que pueden, los niños y los jóvenes abrazan a sus madres, apapachándolas, besándolas, mientras los más pequeños en sus brazos.
Así como cada una de las madres consintiendo a sus hijos, demostrándoles su amor, unas peinan a sus niñas, otras juegan con ellos, platican con su familia, comen entre todos lo que llevaron o lo que compraron en alguno de los puestos de venta por sus mismas compañeras.
En cada una de las mesas se ve el amor de la familia, risas, ocurrencias, juegan, platican, en todo se observa una enorme felicidad por estar en familia.
Se encuentra una de las madres paseando a sus niños en los juegos trata de disfrutarlos lo más que se puede para que sus pequeños tengan esa hermosa sonrisa angelical en cada uno de sus rostros.
Se cuenta con la presencia de varios niños entre 6 a 8 años corriendo alrededor de las mesas, los juegos y los patios ya que la relación entre los niños es buena porque se conocen de varios días o bastante tiempo.
Ellos mismos juegan a los tasos que les salen en las sabritas que les compran durante la visita. Mientras algunos de los más pequeños no se enteran que están en una cárcel.
Están Marlene una interna del penal y su pequeño íngel en una mesa esperando para la visita a la madre y al padre, mientras tanto se encuentra triste porque sus otros dos hijos de 9 y 7 años no llegaran con sus padres a visitarla ya que solo la visitan cada 15 días por cuestiones económicas.
En una de las mesas íngel juega con la mamá, íngel viste con unos tenis blancos, un pantaloncito de mezclilla azul, una camisetita cuadrada rojo con negro, un chalequito con cuadros negros y rojos y jugueteando con su sonaja de colores, es un niño encantador, le encanta sonreír, jugar y se deja querer por las demás internas, le fascina que lo consientan, ellas juegan con él y sobre todo le emociona gatear por todo el lugar.
Al poco rato llega una de las compañeras de Marlene y lo carga en sus brazos empieza a jugar con íngel y hacerle gran cantidad de cariños y este pequeño siempre dejándose querer ya que recarga su cabecita junto a la de ella y cerrando sus maravillosos ojitos.
Cada vez que pasan las demás compañeras le hacen demasiados cariños y Angelito sigue contento porque ve mucha gente a su alrededor, y más que nada por estar al lado de su madre.
La mamá de íngel tiene todo lo necesario para el bebé. Su leche, biberón, pañales, toallitas húmedas, sonajas, cobijitas y todo sobre su carriola.
Los familiares cada vez que llegan al penal abrazan a las internas con una enorme emoción, ya que se refleja en cada uno de sus rostros y sobre todo en el brillo de sus ojos.
Cada una de las madres dentro del penal durante toda la visita les demuestran el gran amor que les tienen a sus hijos ya que ellos es lo más valioso de sus vidas y por lo tanto no los sueltan para nada la mayoría de los niños prefieren estar junto a sus madres que jugando.
Mónica otra de las internas tiene a Sergio su bebé de dos meses en sus brazos paseándolo en una cobija grande por todo el patio ya que espera que lleguen a visitarla y mientras carga en su hombro una pañalera grande amarilla con las pertenencias de su bebé, ella acaba de ingresar hace aproximadamente tres semanas y solo podrá tener con ella a Sergio su bebé mientras termina la lactancia, ya que este pequeño no nació dentro del penal al terminar el permiso que le otorgan tenerlo con ella, tiene que entregarlo a la persona que se hará cargo de él en lo que ella sale del reclusorio.
Dentro del penal se encuentran siete embarazadas y el 20 de octubre una de ellas se encuentra a punto de dar a luz en el hospital central ya que ellas cuando van a tener a sus bebés son atendidas en el Hospital Central y Hospital General.
Pero en el caso de las internas que no son visitadas ellas permanecen en sus celdas algunas compran y regresan a cada una de ellas.
En el penal hay 27 celdas todo parece como una vecindad celdas abajo y arriba mientras en el centro que es el patio mesas largas con sus bancos para sentarse.
Cada celda se divide en grupos de cuatro internas, el ambiente es frio y gris, dos ventanas pequeñas cada una al lado de la puerta, las paredes blancas y piso firme, al fondo se encuentra una más grande que da para los patios del penal estas iluminan la celda, al fondo de la puerta al lado derecho esta un sanitario de pedestal blanco acompañado de un lavamanos de aluminio color gris, al lado izquierdo una regadera, y en cada lado de la puerta para entrar a la celda solo están dos literas de fierro en color negro, cada una de ellas sostienen una colchoneta con cobijas de color azul marino,
Al término de la visita empiezan las despedidas, llantos, tristezas, algunos alegres porque vieron a su madre, otros abrazándolas sin querer soltarlas y rodando por sus mejillas miles de lágrimas.
Una vez en la calle después de varias horas dentro del penal el bullicio del cereso parece casi silencioso, ya que desde un punto alejado de la entrada se logra ver el penal.
Sales de ahí sin energía, sin motivación, deseando abrazar a los tuyos y quedarse en sus brazos para siempre, sales en silencio, no te puedes expresar, hablar es imposible, respiras, quieres llorar, tienes un nudo en la garganta, sientes un poco de miedo, te preguntas cual es la historia de cada una de ellas, como viven sus hijos afuera, ellas sufren, lloran, los niños igual, ver el amor que sus hijos les trasmiten a sus madres, muchas inocentes, otras con culpa, otras con arrepentimiento, el agotamiento físico y emocional de tan solo haber permanecido todo el día en la visita del domingo, dura varios días, no se quita, invade todo en ti, de estar pensando todo lo que viste durante toda la visita.
Cada una de las vidas de las madres y sus hijos es muy triste y mas el escuchar la discriminación que hay en cada uno de los niños por el solo hecho de tener a sus padres en prisión.