En la basta literatura que existe, muchos libros han sido fuente de inspiración para cineastas, dramaturgos, cantantes, en pocas palabras, artistas. Entre ellas podemos mencionar a “Hamlet”, obra de teatro inglesa que ha sido interpretada incontables veces y cuenta una trágica historia de venganza. Otra obra sería: “Don Quijote de la Mancha” obra maestra del español Miguel de Cervantes Saavedra, que ha sido adaptada al cine en un gran número de ocasiones siendo la más reciente en el 2018 con “El hombre que mató a Don Quijote”. La grandiosa novela española fue también adaptada al ballet hace casi medio siglo atrás en el año de 1973, por uno de los más grandes bailarines que han existido: Rudolf Nureyev.
Dicho esto, y sin querer demeritar lo increíble de las obras mencionadas y de las muchas que se quedaron sin una mención, no creo que exista una obra que cause tanto asombro, inspiración y confusión a cualquier adulto, niño o joven que la lea, que “Alicia en el país de las maravillas” (y su segunda parte por supuesto) de Charles Lutwidge Dodgson, mejor conocido como: Lewis Carrol.
La obra se presenta a primera vista como la historia de una niña inocente que de pronto entra (o mejor dicho “cae”) a un mundo fantástico. La misma ha sido adaptada al cine en más de 20 ocasiones, la más reciente: “Cast away” aún en producción desde el año 2020; ha sido adaptada a la televisión en números similares, existe una versión rusa, un Anime japonés, una película de Stop-Motion de Checoslovaquia por el maestro Jan Svanjmaker, una ópera, un ballet, dos videojuegos, una condición médica nombrada como: “síndrome de Alicia en el país de las maravillas” y si buscamos en internet nos encontraremos con una infinidad de ilustraciones de todo el mundo y productos de todo tipo.
¿Por qué una obra tan reciente y breve ha generado tal impacto en todo el mundo?
Empecemos por el autor y el momento de la creación de la historia que lo llevaría a la fama.
Nuestro autor, famosamente conocido como: “Lewis Carrol”, se encontraba en un paseo en bote por el famoso río “Isis” en Inglaterra, con las hijas de Henry Liddel, un amigo suyo y decano de la iglesia en donde nuestro autor trabajaba como catedrático de matemáticas. Ludwidge, a petición de las niñas, Lorina, Edith y por supuesto, Alice Liddell, decidió contarles un cuento que inventaría en ese momento. Posteriormente y a petición de la misma Alice, estos relatos fueron escritos. Podemos decir que esa fue la primera versión de lo que sería la obra más conocido de Lewis. Más adelante surgió la que sería la “segunda versión”, un manuscrito que tendría el nombre de “Alice´s adventures underground” y que nuestro autor ilustraría él mismo. Esta versión llevaba en sus primeras páginas unas palabras dedicadas a Alice Liddell, en quien se inspiró la obra, y en la última página una foto de la misma tomada por el mismo Lutwidge.
El título se transformaría más tarde en “Alice´s adventures in Wonderland”. O como es la traducción: “Alicia en el país de las maravillas”. Ésta sería la “tercera versión” y contaría con las ilustraciones de Sir John Tenniel.
Lewis Carrol era en primera instancia matemático, podemos apreciarlo en los diversos juegos de palabras con números y las referencias al mundo matemático que se utilizan en la serie sobre Alicia, sobre todo en el segundo. Además de los numerosos libros sobre matemáticas y lógica que publico a lo largo de su carrera.
Antes de pasar al contenido de la obra, indaguemos un poco más acerca de nuestro autor y la pequeña Alice.
Lutwidge Dogson es descrito como una persona muy reservada, de hecho, jamás acepto el crédito por ninguno de sus libros, permaneciendo siempre en prácticamente un anonimato.
Además de la literatura, Dogson pasó veinticuatro años perfeccionando su técnica fotográfica, llegando a tener un acervo de más de tres mil fotografías, de las cuales sobreviven unas mil. Pero entre ellas, una de las series más interesantes, es aquella en la que captura a la ya mencionada, Alice Liddell; Indagando un poco más acerca de la historia clínica de Lewis, debemos hacer mención a sus tendencias asociadas a la pedofilia. Siendo Alice, objeto de su amor. Incluso se rumora, que le propuso matrimonio a la pequeña Alice. Y es verdad que en el texto que compete a esta reseña, hay bastantes partes que se pueden interpretar con un contenido un tanto sexual.
Echemos un vistazo más de cerca a lo que “Alicia en el país de las maravillas” puede ser, es y no es.
Como quedaría demostrado en el estilo del autor, los “juegos” ya sea de palabras, lógicos o matemáticos, estarían por doquier y serían ese toque distintivo por el cual quizá, pasa desapercibido que el lector probablemente no tiene idea de lo que está leyendo, pues hasta en los libros más fantásticos existe una cierta lógica a seguir, en cambio en el mundo de las maravillas, la lógica es algo muy difícil de encontrar.
Durante el siglo XIX el mundo matemático se sacudió varias veces, nuevas teorías surgían vertiginosamente al mismo tiempo de que los paradigmas establecidos se cuestionaban y se intentaban dar pasos agigantados en esa rama científica. Como mencionamos, nuestro autor era un matemático y una persona conservadora, por lo cual la mayoría de las teorías que surgían, le parecían una locura, y podemos apreciarlo en varios pasajes del libro que discutiremos más tarde.
El libro hace también una sátira para nada disfrazada acerca de la vida en la “Época Victoriana”, siendo Alicia un personaje que busca siempre actuar de la manera correcta y educada, en un mundo en donde sus lecciones escolares no le serán de mucha ayuda.
El libro de Alicia fue escrito en una época en donde los libros infantiles eran solo sobre aprendizaje, sin nada de imaginación, es quizá ese contraste tan grande, una de las razones por la cual el ejemplar adquiriría tanta popularidad; al ser completamente contrario a lo “normal” para la época y al tener del mismo modo, un contenido tan inusual para lo conocido en la literatura infantil.
Veamos ahora que hasta unos años antes de la publicación de la sátira, las leyes para el trabajo infantil eran verdaderamente terribles, hasta 1933, los niños podían ser sometidos a jornadas laborales semanales de hasta 48 horas. Y poco después, en 1942, se prohibiría el trabajo bajo tierra a mujeres y niños. Podríamos aventurarnos y decir que Alicia cayendo en un agujero de gran profundidad sin posibilidades de salir es una referencia a esta situación. Y curiosamente, el ilustrador de la “tercera versión”, Sir John Tenniel, también realizó varias ilustraciones acerca de esta problemática del trabajo infantil.
Adentrémonos ahora sí a la obra, hablando un poco de los personajes, empezando por supuesto, por Alicia.
La protagonista de la historia es claramente el personaje más desarrollado, pasando de llorar desconsoladamente a enfrentarse a la reina de corazones al final de su estadía en el país de las maravillas. No obstante, no debemos olvidar que Alicia sigue siendo en realidad una niña pequeña, entonces, por más desarrollo que quisiera dársele, no se puede ir muy lejos, y es quizá esto lo que explica el porqué los demás personajes parecieran tan lunáticos, ya que su desarrollo no puede ir más allá del de la protagonista. El mundo de fantasía funciona así de manera ideal para que todo siga un curso “normal”.
Alicia entra en este mundo solo para mostrarnos la locura del mismo, siendo ella la única persona ajena a los sucesos que ahí ocurren. De este modo nos identificamos con ella al enfrentarnos a los problemas lógicos que plantea el país de las maravillas. Sin importar si somos adultos o niños, es difícil encontrar respuestas a preguntas como la que le hace el sombrerero: “¿En qué se parece un cuervo a un escritorio?”.
La interacción de Alicia con la mayoría de los personajes es muy pasajera, siendo la mayoría de éstos bastante olvidables, a excepción de unos cuantos que han pasado a ser bastante icónicos con el paso del tiempo.
El conejo blanco, la oruga azul, el gato, la reina de corazones, los soldados naipes y por supuesto, el sombrerero; cada encuentro de ellos con Alicia nos deja más pistas sobre la realidad de esta obra tan “ilógica”.
Una vez dentro del país de las maravillas, Alicia se topa con el causante de todo, el conejo blanco, sin embargo, él va tan de prisa que por completo la ignora. Ella comienza a dudar de su propia identidad, así que para intentar confirmarse a sí misma como Alicia, intenta repasar sus lecciones, en éste caso de matemáticas. La frase dentro del libro dice así: “cuatro por cinco es doce, cuatro por seis es trece, y cuatro por siete es…oh dios, a este ritmo nunca llegare a veinte”. Esas operaciones son un verdadero disparate para cualquiera que las escuche. Y la respuesta es muy sencilla, nuestro sistema numérico es base 10. Sin embargo, en otra base, esas operaciones podrían ser completamente correctas, lo que quizá es la primera pista acerca de cómo funciona aquel lugar.
Poco después en la historia viene el encuentro con la oruga azul, que es otra pista de la parodia que hace nuestro autor en cuanto a las matemáticas, en este caso, de la Geometría Euclidiana.
Después de un dialogo bastante complicado para ambos, la Oruga, antes de desaparecer, le dice a Alicia que un lado del hongo la hará crecer mientras que el otro la hará reducir su tamaño. A partir de esto Alicia tiene que descubrir a manera de “prueba y error” que no será tan sencillo, pues al morder el trozo que la hacía crecer, su cuello se volvía extremadamente largo, y por el contrario, al morder el trozo que la hacía pequeña, su torso empequeñecía tanto que su barbilla tocaba sus pies. Vemos aquí el maravilloso juego de palabras y la matemática detrás de esto. La oruga le dice a Alicia: “Keep your temper” (mal traducido en ocasiones a: “¡Haz a un lado tu mal genio!”), sin embargo, la oruga no se refiere para nada a las emociones de Alicia, sino al antiguo significado de “temper” que es: “Una proporción adecuada o equilibrio de cualidades”. Y esto se refiere su tamaño y a las ideas geométricas euclidianas.
Más adelante en la historia, Alicia se encuentra en la casa de la duquesa, la cual le da a cargar un bebé que eventualmente se transforma en un cerdo. Esta “escena” es bastante compleja porque tiene dos interpretaciones bastante interesantes. La primera es matemática, específicamente criticando la “geométrica proyectiva”. Este ejemplo llevado al extremo, ya que parafraseando uno de sus postulados: “una figura que esté sometida a un cambio constante, y que tenga propiedades consideradas como verdaderas, conservara estas propiedades en sus estados posteriores mientras el cambio constante suceda en ciertos límites”; del mismo modo, y como dijimos, llevado al extremo, el bebé comienza poco a poco a transformarse en cerdo, permaneciendo como verdadera su calidad de “bebe” hasta el momento en que Alicia se da cuenta que gruñe en lugar de llorar. La otra interpretación es acerca del ya mencionado gusto de Dogson por las menores de edad. La escena con Alicia cargando al bebé se presta para una interpretación bastante clara de sus intenciones románticas hacia la pequeña.
Una de las partes más interesantes y complejas de la obra, es aquella cuando Alicia llega a la fiesta de Té del sombrerero y la liebre. Hablemos primero del aspecto matemático. El matemático William Rowan Hamilton describiría los “cuaternios”, números complejos que constan de cuatro elementos y que sirven para calcular algebraicamente la rotación. Hamilton pasó mucho tiempo trabajando con solo tres unidades, y en uno de sus libros sugiere que estas unidades complejas están ligadas al tiempo.
Entonces es bastante interesante la interpretación que se le puede dar a la fiesta del té. Alicia llega con los otros invitados, aquí tendríamos ya cuatro términos o unidades, sin
embargo, Alicia no es una unidad especial como lo sería el tiempo, por lo tanto no afecta su visita, y la fiesta debe seguir eternamente viviendo la misma hora y rotando de lugar. Al Alicia irse de la fiesta, se ve al sombrerero y a la liebre intentando deshacerse del ratón, quizá esto como referencia a los números complejos que tienen solo dos unidades, es decir que si se liberaban del ratón terminaría su tormento como “cuaternios” esperando siempre a “el tiempo”.
Regresando a la fiesta, pero ahora por la parte lógica y lingüística, es del mismo modo, bastante interesante. Haciendo al mismo tiempo juegos de palabras y lógica que nos hacen preguntarnos los límites del lenguaje, y como el mismo se ha transformado a nuestra conveniencia perdiendo su sentido estricto en muchas ocasiones para poder funcionar dentro de nuestra sociedad.
Una última mención interesante es que la Reina de corazones, salvaje, deseosa de sangre, es interpretada en muchas ocasiones como la menstruación, otra alusión al deseo de Carrol porque Alicia Liddell alcanzara cierta maduración sexual.
Nos vamos acercando al final de ésta reseña y de la historia, y no queda más que decir que Alicia en el país de las maravillas es una obra magnifica, con infinitas interpretaciones que por desgracia o fortuna, no podemos refutar ni confirmar. Una historia llena de juegos de todo tipo, y la verdad es que, al final, es eso, un juego, de naipes cuando Alicia descubre el país de las maravillas y un juego de ajedrez cuando atraviesa el espejo.
Ahora bien, cabe mencionar que la mayoría de la belleza de la obra puede perderse en su traducción, ya que los juegos de palabras, que están conectados a los juegos lógicos por el significado de las mismas, se pierden muchas veces de un idioma a otro, encontrando traducciones pésimas, regulares y buenas de la obra, sin embargo, para poder adentrarnos un poco más al mundo ilógico del Sombrerero, la Oruga azul y demás personajes, es imperativo leer la obra en su idioma original.
Por último quisiera hacer notar la dificultad para encontrar una obra parecida, ya que en esta época, la especialización no permite esas cosas. Como dijimos, Dogson fue antes que nada, matemático. Hoy en día los literatos son eso, y difícilmente algo más, por lo cual podemos encontrar obras increíbles, pero con esa falta de “dualidad” por la cual “Alicia”, triunfó tanto.
Referencias:
Carrol, Lewis. 1960. Alice’s adventures in wonderland & Through the looking-glass. Ilustraciones por John Tenniel. Introducción de Martin Gardner. Signet classics.