Desde 1985, la Unión Internacional de Arquitectos (UIA) designó al primer lunes de octubre de cada año como la fecha de celebración del día mundial de la Arquitectura, disciplina milenaria que ha permitido al hombre construir viviendas en donde se formarían hogares, puentes que permitirían el comercio y la expansión; lujosos palacios para reyes y fortalezas para los más déspotas monarcas.
Desde siglos la Arquitectura forma parte de las siete bellas artes, a saber: arquitectura, escultura, pintura, música, danza, literatura y cine, la última disciplina en ser incorporada.
Las bellas artes fueron consideradas en un inicio como destinadas a la contemplación, no sorprende entonces que desde la antigüedad existan templos de belleza incomparable y monumentos hechos para los dioses mismos, no obstante, el arquitecto siempre ha tenido una función muy importante, como se mencionó anteriormente, las edificaciones han tenido, además del estético, distintos propósitos a lo largo del tiempo, el arquitecto no puede enfocarse solamente en el aspecto estético o en el aspecto funcional, el arquitecto debe convertirse en un alquimista del espacio y los materiales, se debe transformar en un músico que tiene a su disposición no un número finito de instrumentistas sino el espacio mismo, desde los cimientos en las profundidades del suelo hasta lo más alto del cielo.
La música y la arquitectura
Goethe llamó a la arquitectura “música silenciada” (verstummter Tonkunst), mientras que Schelling la llamo “música congelada” (Die Architektur ist die erstarrte Musik); ambos autores parecen tener una idea similar, y es que en una pieza musical uno no puede de pronto detenerse sin ningún motivo, no puede uno cambiar de tonalidad sin una razón, la música es la expresión de la armonía, pero ¿ocurre lo mismo en la arquitectura? La respuesta es, desde mi punto de vista, un rotundo sí.
La arquitectura es la expresión visual de la armonía (en distintos niveles), es la edificación de una sinfonía, es la modulación de los espacios y los materiales, es un contrapunto de formas.
Para ilustrar esto, podemos ver algunos de los edificios más emblemáticos e arquitectónicamente imponentes del mundo:
Palacio de los vientos. Jaipur, India.
Este impresionante palacio fue construido en 1799 por el Marajá Sawai Pratap Singh con el fin de albergar a las mujeres de su harem.
La construcción llama la atención por dentro y por fuera, la simetría y la manera en que está realizada su fachada son un gran atractivo, además del color casi uniforme que da aún más la sensación de armonía.
Basílica de la sagrada familia. Barcelona, España.
Obra en progreso desde hace más de un siglo, ideada por la mente de Antonio Gaudí, magnífico arquitecto español cuyas edificaciones se caracterizan por ser extraordinarias, no solo en el sentido de increíbles, sino por salirse justamente de lo ordinario.
La sagrada familia es un edificio sublime cuyas dimensiones, formas y detalles abruman a quien se atreva a mirarla, sin embargo, por dentro puede apreciarse la verdadera música de este edificio.
El interior de la basílica se vuelve una melodía que cambia de un color a otro, pero que jamás nos hace sentir perdidos, al contrario, nos hipnotiza, nos atrapa y nos lleva a mirar con asombro los colores y las formas de su interior, similar a como cuando una canción nos atrapa y no podemos más que abstraernos de nuestro ser para escuchar con atención hasta el momento en que queda solo el silencio del final.
Auditorio de Tenerife. Tenerife, España.
Construido en 2003 por el arquitecto Santiago Calatrava, el auditorio Tenerife juega con las formas para crear, de manera poco convencional, una armonía sublime que sorprende a todo espectador.
Esta construcción podría ser uno de los mejores ejemplos para describir o explicar las frases de los alemanes Goethe y Schelling, la arquitectura como música congelada y como música silenciada parece tomar sentido cuando uno ve una edificación que parece de pronto congelarse o detenerse en el aire como lo hace el Auditorio Tenerife, la parte derecha que asemeja a un cuarto de luna menguante invertido parece cerrar la forma que uno intuye al ver el auditorio, así mismo, hace un contraste con las formas que se encuentran justo debajo, las cuales parecen intentar estirarse hacia el otro lado, se da un contraste de formas, de intenciones, mientras unas intentan encerrar el espacio, otras intentan expandirse en él, pero juntas no se anulan, sino que se armonizan.
Para cerrar la nota damos el ejemplo contrario, una pieza musical que puede fácilmente ser imaginada como edificio, no, como un palacio más bien. ¿Si la arquitectura es música congelada, la música es arquitectura líquida?