Desde las tranquilas puestas de sol en la llanura hasta las más majestuosas montañas, la naturaleza ha sido una fuente de inspiración para los artistas de todas las épocas; en la música, la naturaleza ha encontrado un medio fantástico para expresar los infinitos matices de su belleza.
Los instrumentos musicales pueden imitar o expresar los sonidos que en la naturaleza encontraremos, pero pueden también expresar las emociones y los matices que produce la estética del mundo natural; los compositores han representado sus impresiones de la naturaleza de distintos modos, yendo estos desde una representación fiel hasta una fuerte abstracción del entorno natural.
Los elementos que han inspirado a los compositores a través del tiempo han sido tan variados que encontraríamos difícil encontrar elementos naturales que no hayan sido ya representados de un modo u otro. En ocasiones, los compositores realizan piezas que abarcan una gran variedad de elementos naturales, en otras ocasiones se compone con la inspiración de uno solo, en otros casos, se toma todo un conjunto de elementos. Las cuatro estaciones de Antonio Vivaldi es un ejemplo perfecto del último caso: El compositor italiano se inspiró en las características únicas de cada estación para escribir su serie de conciertos para violín y orquesta. En esta obra podemos escuchar las tormentas invernales, pero también podemos escuchar la calma del otoño o el cantar de las aves en primavera.
Invitamos al lector a escuchar la obra:
Otro ejemplo de inspiración en la naturaleza son las “piezas líricas” del compositor Edvard Grieg, quien compuso 66 piezas de inspiración diversa, aunque en muchas de ellas encontramos elementos naturales, como por ejemplo en “Aften på højfjellet”, que significa: “tarde en la montaña”, o en “Springdans” que significa: “Danza de primavera”. Estas composiciones fueron inspiradas también por el folclor de Noruega, país ampliamente conocido por la belleza natural de sus bosques, lagos y montañas.
En sus piezas líricas Grieg logra la perfecta combinación entre el folclor, belleza musical y belleza natural, a pesar de la “simpleza” de las piezas, estas logran representar un ambiente natural único, en “Skogstillhet” (“El silencio del bosque”) podemos sentirnos en medio de uno de estos bosques noruegos, podemos imaginar la tranquilidad que existe ahí, podemos ver el sol que pasa a través de las hojas, podemos comprender la inspiración del compositor al entender la belleza natural de la obra a través de la música.
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Siguiendo adelante en el tiempo, la música ha evolucionado, pero también lo ha hecho el medioambiente, este último ha sufrido por deterioros importantísimos a raíz de la creciente demanda por recursos naturales y el uso desmedido de agentes que interactúan de manera negativa con la naturaleza. Quizá el ejemplo más importante sea el derretimiento de los polos y el aumento del nivel del mar, lo cual traerá consecuencias devastadoras a nivel mundial.
Al respecto aparece la pieza “Become Ocean” de John Luther Adams, obra orquestal cuya estética y temática reflejan el mar, pero en la cual sentimos también la tensión que hay en este al ser uno de los espacios naturales más contaminados. Así mismo, el nombre de la obra “Volverse océano”, es una clara referencia a la idea de que nuestras ciudades quedarán sumergidas en el océano si no tomamos acciones para frenar el cambio climático.
La obra crea atmósferas y colores marinos, pero sobre todo representa las olas y la fluidez del mar; de principio a fin la obra se desliza sin interrupciones, teniendo contrastes sonoros entre los tres grupos instrumentales en los que se divide la orquesta para esta obra, pero teniendo también contrastes temáticos, sin embargo, la atmósfera en la que se desenvuelve la obra hace difícil el separar una melodía o un tema específico, esto permite, sin embargo, que se puedan hacer una imagen y un sentir mucho más fiel sobre los paisajes oceánicos.
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