La arquitectura brutalista es un estilo arquitectónico que nace después de la segunda guerra mundial, como una propuesta adecuada a las necesidades de todos los países, los cuales no se encontraban en las mejores condiciones
Este estilo se caracteriza por el uso de hormigón, un material muy barato y con infinitas posibilidades dentro de la construcción. Así mismo, el concreto sería otro material característico del estilo, por encima de los materiales utilizados en la época como acero, vidrio, etc.
El material y la masa caracterizan el brutalismo; las construcciones eran inmensas y comúnmente “desnudas” o “transparentes”, es decir, no se ocultaba el material con el que fueron construidas. Esto generó edificaciones geométricas en imponentes que se elevan a lo alto como si fuera más bien un monumento que un edificio funcional.
Podemos apreciar esto en la siguiente obra:
La arquitectura brutalista tiene un fuerte carácter práctico, proliferó entonces la construcción de casas y edificios que tenían un bajo costo gracias a los materiales, sin embargo, también gracias a su estética y características particulares, las clases altas apostaron por este estilo y aunque hoy en día hay muchas construcciones brutalistas en estados deplorables, existen también muchas en perfecto estado.
Por ejemplo, la Biblioteca Geisel de San Diego que se presenta a continuación:
Gracias a los materiales utilizados para su construcción, las edificaciones brutalistas están destinadas a perdurar a lo largo de los años, su longevidad es característica, es un tipo de arquitectura que requiere un mínimo mantenimiento para que su belleza continúe.
Del mismo modo, los materiales como el concreto y la falta de adornos en los edificios brutalistas hacen que la luz interactué con ellos de una manera única. La sombras que se crean en la interacción con la luz hacen un contraste que acentúa las texturas de los materiales típicos de este estilo, por ejemplo, el hormigón. Los fuertes contrastes crean una profundidad especial, haciendo que estos edificios puedan tener un “rostro” distinto a lo largo del día en relación con la interacción que tengan sus superficies con la luz.
La arquitectura brutalista es el ejemplo perfecto del cómo la simpleza puede convertirse en belleza. A pesar de que el origen de este estilo tenía motivos de ahorro económico y de practicidad, este se convirtió en una joya inolvidable que ha dejado edificaciones majestuosas e impresionantes para todo aquel que las observe.
En este movimiento arquitectónico las construcciones no se funden con el ambiente, tampoco interactúan con él o con el hombre, se posicionan, por el contrario, en el centro, en el punto de partida, las edificaciones brutalistas se vuelven sí o sí el protagonista de la historia, se apoderan del espacio y se vuelven inamovibles una vez que encuentran un lugar; podríamos decir que el brutalismo entra en la categoría estética de lo majestuoso. Además de su belleza, gracias a sus contrastes, su geometría y su simetría, su aspecto gigantesco y majestuoso es algo imposible de dejar pasar. La construcción brutalista se erige en todas dimensiones y direcciones, dejando de lado al hombre quien se vuelve una mota de polvo frente al poderoso concreto brutalista.
Despedimos la nota con una fotografía de las Torres Blancas de Madrid, ejemplo maravilloso de la arquitectura brutalista.