Hablar de la fiesta brava es abordar un tema de mucha controversia y un sinfín de opiniones, algunas a favor, otras en contra, estas últimas, en su mayoría sin fundamentos, pues rara vez se encuentra un antitaurino con pruebas contundentes en contra del toreo.
Lo cierto es que la tauromaquia ha sido y es apoyada, a lo largo de la historia, por hombres llenos de cultura y fama, basta con mencionar unos cuantos para imaginar de lo que estamos hablando: Agustín Lara, Armando Manzanero, Loret de Mola, Picasso, Juan Manuel Márquez, Jorge Hank Ron, quien además tiene un hijo torero, entre muchos otros.
Una tarde de toros, está llena de emociones; en solo dos horas puedes presenciar folclor, música, felicidad, nervios, sangre, vida, muerte. Ver como un hombre se enfrenta a una bestia es algo simplemente increíble.
Un toro de lidia vive alrededor de 7 años en el campo, llevando una vida como si fuera un rey; su mantenimiento es de un costo muy elevado y lo único para lo que sirven es para las corridas de toros, pues por naturaleza tienen bravura. Si no existieran las corridas de toros, el toro bravo se extinguiría.
Los toreros llevan una preparación física igual que la de un atleta de alto rendimiento, con la única diferencia que ellos también se preparan ensayando el toreo, para así, a la hora de la corrida dar un buen espectáculo.
Si el toro es del agrado del juez, este puede perdonarle la vida y el toro es indultado, siendo semental hasta su último día de vida.
Es importante mencionar que antes de la corrida de toros, el toro no sufre en lo absoluto; existen muchos mitos sobre cosas que se le practican al toro, pero lo cierto es que el toro es bravo por naturaleza, por lo que no es necesario hacerle nada.