“La trágica muerte de un menor de edad conmociona a la comunidad de Camargo, Chih., quien decidió quitarse la vida tras no poder emular el estilo de vestimenta y la música que vio en las redes sociales. Este caso, que ha generado gran atención mediática, se suma a una serie de incidentes similares que han venido ocurriendo en la ciudad desde hace un año.
Esta situación la publicó el Diario de Delicias el 6 de febrero de 2023, más aparte el periódico The Wall Street Journal saco a la luz que Instagram ha reconocido que sus efectos negativos en los usuarios jóvenes son la ansiedad, la depresión y los pensamientos suicidas. Instagram tiene más de 1.221 millones de usuarios activos en un mes. Todos esos datos los reconoció Facebook en septiembre del 2021, siendo dueño de la red social mencionada.
La constante exposición ha contenido de influencers en redes sociales puede contribuir a la idealización de estándares de vida inalcanzables, lo cual podría tener un impacto adverso en la salud mental de quienes consumen ese contenido.
El psiquiatra Raúl Gutiérrez revela que atiende en promedio 25 casos similares cada fin de semana, evidenciando una alarmante tendencia. En sus palabras, “existe una marcada desinformación acerca del manejo de las emociones y cómo la presión ejercida a través de las redes sociales puede afectar a las personas. Los influencers y artistas no solo entretienen, también educan, moldeando culturas y patrones de pensamiento, como los relacionados con la moda y la música, que pueden generar un impacto profundo en la autoestima y el bienestar emocional”.
¿Qué significa realmente ser un influencer? Esta interrogante abre un abanico de posibilidades, especialmente cuando se escruta desde la complejidad de la psique humana. Sin embargo, desde el ángulo de la comunicación y la salud, diversas definiciones arrojan luz sobre este fenómeno social en constante evolución.
Gutiérrez enfatiza que la “exposición constante de influencers y la ostentación de bienes materiales, experiencias lujosas, entre otros aspectos, en las redes sociales puede desencadenar un conflicto interno en la psique de los individuos, llevándolos a experimentar depresión y sentimientos de inadecuación.”
La Word of Mouth Marketing Association (WOMMA) define a un influencer como una persona o grupo con un potencial notable para impactar a través de una combinación de factores como la frecuencia de comunicación, persuasión personal, alcance y prominencia en las redes sociales, entre otros aspectos cruciales.
En una entrevista con la psicóloga Araceli Jáquez, con 19 años de trayectoria, destacó el desafío de definir los influencers en redes sociales en el ámbito de la salud mental debido a su constante evolución con relación al impacto en nuestra vida diaria. Sin embargo, es innegable, según Jáquez, que las redes sociales desempeñan un papel significativo en el surgimiento de problemas como la ansiedad, la depresión y otros trastornos mentales en la sociedad contemporánea.
Por otro lado, la Real Academia Española (RAE) presenta una definición más general, la voz influencer es un anglicismo usado en referencia a una persona con capacidad para influir sobre otras, principalmente a través de las redes sociales. Como alternativa en español, se recomienda el uso de influyente: Cómo ser un influyente en redes sociales.
En una entrevista exclusiva con el psiquiatra Francisco Perches Dávila, con 30 años de trayectoria, resalta la falta de una definición concreta de los influencers o las redes sociales en el ámbito de la salud mental. Sin embargo, Perches señala un cambio en curso: “cada día, la interacción entre la salud mental y las redes sociales, así como entre usuarios y contenidos, se vuelve más evidente. Es solo cuestión de tiempo antes de que se abra un campo de estudio dedicado a esta relación.”
El Instituto Nacional de Tecnologías y de la Comunicación (INTECO) lo define como una identidad digital que engloba la experiencia de los ciudadanos en el mundo virtual.
Al analizar a los influencers, no solo como medios de comunicación, sino también desde el área mental, ambos aspectos no están aislados, cada día lo que se consume en redes sociales está tomando una forma en nuestra realidad, es una variable que sigilosamente está adquiriendo fuerza en la salud mental de las personas y que tienen una consecuencia real.
En la era digital, ser un “influencer” se ha convertido en mucho más que una simple moda; es una carrera en sí misma, con sus propias reglas y desafíos. Para adentrarse en este universo, es necesario más que solo tener una presencia en redes sociales; se requiere un conjunto específico de habilidades, estrategias bien definidas y, sobre todo, autenticidad.
Según estadísticas recientes, el mercado del marketing de influencia ha experimentado un crecimiento fenomenal en los últimos años. En España, por ejemplo, las empresas destinaron la asombrosa cifra de 35 millones de euros a campañas con influencers en 2018, marcando un aumento del 400% en comparación con el año anterior. Esto no solo refleja el potencial lucrativo de esta industria, sino también la creciente confianza de las marcas en el poder de los influencers para conectar con sus audiencias.
El objetivo del influencer es claro y esencial: es crear y compartir contenido por dinero, no precisamente contribuir positivamente a la sociedad; tienen una visión clara de lo que desean lograr y cómo planean llegar allí. Esta claridad de propósito guía todas sus acciones y decisiones en línea.
Un ejemplo es la nota de Manuel Espino para el Universal, México, D.F., publicada el 13 de marzo de 2022:
“Luego de que la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes señalara que en páginas de internet los llamados influencers promueven el consumo de drogas en las redes sociales, la directora de los Centros de Integración Juvenil, Carmen Fernández Cáceres, consideró que deben prohibirse los sitios que promueven la producción y el consumo de drogas.
“Ponen modelos y estilos a seguir en los niños y jóvenes, como los influencers, con modas de consumo. Parece que el que tiene más likes es el que más consume y eso pone en un gran reto a las instituciones que debemos utilizar las redes sociales”, expuso.
Raúl Martín del Campo Sánchez, representante de la JIFE en México, reveló que se han detectado sitios web donde se explica cómo preparar y consumir sustancias sicotrópicas.”
Aunque no todos los influencers son malos y algunos contenidos pueden llegar a ser educativos y proactivos, este tipo de situaciones refleja que no hay una verdadera regulación de los contenidos en las plataformas para los influyentes o al menos no las suficientes para proteger la salud mental de los usuarios.
En una entrevista con la Psicóloga Claudia Rascón, hace alusión que los influencers refuerzan actitudes ya marcadas en las personas como el narcisismo, baja autoestima, ansiedad y depresión, pero al mismo tiempo refleja un descontento que tienen los mismos líderes de opinión en sus vidas.
Cabe destacar que la psicóloga Jáquez nos cuenta que, desde su análisis, los influencers no tienen un verdadero interés por abordar o tomar en cuenta la salud mental global, muchas veces lo hacen por su estabilidad mental, para ellos expresarse, para no estar encerrados en sus propias vidas más aparte que mucho influencer no tiene la madurez suficiente y solo quieren impresionar.
Este fenómeno revela que no solo los usuarios son afectados mentalmente por los influencers; estos últimos también son víctimas de sus propias vulnerabilidades. De manera simultánea, los seguidores pueden identificarse inconscientemente con esas inseguridades.
Un ejemplo de esto fue Delfina Pignatiello, nadadora argentina de 21 años, que anunció que se alejaría de las redes sociales, en particular de su afición por el streaming, publicó Alejandro Wall para El Diario de El Paso, Texas, el 10 de septiembre de 2023.
Por fuera de los resultados, lo que la arrastró a la decisión fue la lectura de mensajes de odio, burlas ofensivas, obra de usuarios que en las redes se conocen como haters. Lo que pudo resultar tal vez imperceptible para el resto, para ella fueron puñales emocionales.
“Me siento muy lastimada y necesito priorizar mi salud mental y bienestar”, publico Pignatiello en su red social de Twitch.
Y casos como estos, van en aumento cada día, es como dijo el psiquiatra Perches si los influencers tienen el “binge-watching” (acto de consumo excesivo) de lo que supuestamente publican, es normal que exista un efecto colateral negativo, que impacte deliberadamente a su sentir, pensamientos y autoestima. Por otro lado, si tienen un bagaje teórico-práctico de lo que transmiten, sería muy beneficioso sus creaciones.
En conclusión, es fundamental subrayar la importancia de reconocer que los contenidos en las redes sociales están teniendo un impacto significativo en la salud mental, emocional e incluso física, tanto de los usuarios como de los propios influencers. Esta creciente preocupación es una llamada de atención que se vuelve cada vez más evidente y demanda ser abordada con prontitud.
Muestra indicios de una generación que parece estar desamparada, carente de orientación, perdida y fragmentada debido a la falta de valores, estabilidad y amor. Es imperativo tomar medidas para mitigar este efecto y brindar apoyo a aquellos que se ven afectados por esta compleja interacción entre la tecnología y el bienestar humano.