En un artículo anterior ya se explicó que aquellas actividades que hacemos típicamente humanas tienen un trasfondo filosófico (aparte del mismo filosofar, claro). La guerra, aunque sea despreciada por muchos acorde a filosofías pacifistas, es algo intrinsecamente humano y por lo tanto también hay filósofos que la han estudiado como tal.
¿Pero en qué consiste la filosofía de la guerra?
En primer lugar no hay que confundir la normativa humanitaria que restringe (o lo intenta al menos) una guerra con la filosofía de la misma. La primera es una serie de reglas morales que buscan evitar que sufran víctimas civiles (por ejemplo bombardeando ciudades con gente dentro o bloqueando el paso a ayuda humanitaria), o que un bando utilice armas o tácticas consideradas inhumanas o deshonestas (como las armas de destrucción masiva o la perfidia). La filosofía de la guerra implica una reflexión acerca de qué es la guerra y cómo afrontar a ésta para salir victorioso, o por lo menos no mal parado.
La preparación, el conocimiento, la actitud, el liderazgo y carácter son algunos de los elementos de estudio de esta rama. La podemos considerar dentro de la axiología y la ética eudemonística, pues es una filosofía que estudia los valores que nos conducirán virtuosamente en la más dura prueba que puede sufrir un ser humano, y más cuando ocupa un puesto importante como militar o gobernante, así que también guarda una relación estrecha con la filosofía política (ver ramas de la filosofía).
Por ejemplo, el bushido japonés es un código ético de conducta que deben seguir los samurais en su afán de superarse y servir a un señor o daimyo. También las artes marciales tradicionales tienen un marcado carácter filosófico que pretende mediante la práctica de éstas desarrollar el potencial humano de sus luchadores. En este sentido, la filosofía de la guerra guarda también una relación con la del deporte y la techné o técnica: el aspirar a la mejora en una práctica deportiva o de habilidad (en este caso artes marciales) implica una mejora en el carácter personal. El psicólogo español Bernabé Tierno analizaba esta relación entre forjar el carácter y practicar artes marciales con su libro Karate mental.
En definitiva, la filosofía de la guerra reconoce la existencia del conflicto entre las personas o grupos de éstas, y hace hincapié en estar preparado ante dicho problema y estudia el cómo hacerlo.
Filósofos bélicos
Los dos autores más conocidos son el chino Sun Tzu (hacia el siglo V a.C), reconocido por El arte de la guerra, y el prusiano Carl von Clausewitz (1780) con su obra De la guerra. El primero fue un estratega y consejero real del que se duda incluso su existencia, como muchos otros filósofos y personajes de la antigua China que se desdibujan entre la historia y la leyenda. Su libro es conocido por dar valiosos consejos no sólo en el aspecto puramente militar, sino también de liderazgo político (como hiciera Maquiavelo en El Príncipe) y empresarial. Es sabido que El arte de la guerra figura como lectura casi obligada entre empresarios de cierto nivel.
En cuanto al segundo autor, fue un militar que combatió contra Napoleón y hace una serie de reflexiones sobre la guerra que a día de hoy perduran entre los estudiosos de política y geopolítica. A él pertenece la famosísima frase “la guerra es la continuación de la política por otros medios”, que más tarde invertiría el filósofo frances Foucault en su empeño de darle la vuelta a todo. De manera platónica reflexiona acerca del concepto de guerra, idealizándola como guerra absoluta (que no debe confundirse con la guerra total) y a partir de aquí el pensador castrense invita al lector a reflexionar con qué limitaciones cuenta y cómo preparar la campaña, la población ante este evento, o incluso cómo y cuando rendirse o reconocer las fallas en su estrategia.
Igual que el autor chino, es una invitación a la reflexión, la adaptación ante la situación, y sobre todo la autocrítica. También Clausewitz, como si de un filósofo clásico griego fuese, llama a no perder la cabeza durante el conflicto. Considera la guerra un crisol de pasiones de todo tipo donde más fácilmente se pierde la cordura, y que una vez empezado el conflicto es fácil perder de vista los motivos y objetivos que la motivaron, terminando por hacer la guerra por la guerra, una situación que el autor lo considera el peor escenario posible.
Clausewitz admiraba la capacidad de su enemigo, Napoleón, no sólo por su táctica militar brillante, sino la capacidad de convencimiento ante su pueblo para llevarlos directos a la guerra contra toda Europa… y vencer casi siempre. Las guerras que sostuvo a principios del siglo XIX contra este peculiar personaje forjaron sus ideas para plasmarlas en este poco conocido libro fuera de los ambientes militares y geopolíticos.
El caso de la guerra de Ucrania: Zelenski vs Putin
¿Y qué ocurre si analizamos un caso actual a partir de las enseñanzas de estos filósofos? Veamos el caso de la guerra de Ucrania y cómo han ido actuando cada uno de sus máximos dirigentes.
En el caso de Putin, parece que la máxima de Sun Tzu “conócete a ti mismo mejor que al enemigo” no fue aplicada por el líder ruso. En primer lugar no solo subestimó al ejército enemigo, sino al propio Zelenski. Puede que en su apreciación errónea influyera el hecho de que el líder ucraniano fuese antes un actor cómico, es decir, Putin siempre consideró a Zelenski como un payaso que a la mínima saldría huyendo. Pero el mayor error de Putin, de acuerdo a las enseñanzas de Sun Tzu, se dio antes del inicio de la contienda: no tener una evaluación honesta del estado de sus propias tropas le llevó a embarcarse en una operación especial que no era posible llevar a cabo. Tanques abandonados por escasez en el suministro de combustible, armamento defectuoso porque no había sido renovado o bien mantenido debido a la corrupción sistémica del ejército ruso, soldados y pilotos con un entrenamiento insuficiente ante un rival claramente motivado… y así un largo etc.
En la otra esquina, Zelenski sabía bien que no tenía opciones reales de victoria sin apoyo extranjero. Por eso, apenas empezó la guerra ofreció a Rusia negociar pero todo acuerdo posible fue rechazado cuando en el Kremlin aún pensaban en una victoria como algo indiscutible. Así que por un lado se mostró racional y dispuesto a un nuevo tratado de paz, dando concesiones, con tal de evitar una guerra total contra Rusia que no eran capaces de luchar, tal como ambos filósofos habrían recomendado. Sin embargo, esto denota que aunque Zelenski conocía bien su situación, no así la debilidad militar de su enemigo.
Cuando el convoy enviado por Putin para tomar Kiev se atasca bajo el intenso fuego ucraniano, quedó claro que la estrategia militar ucraniana habia sido y estaba siendo la correcta: como no tenían medios para crear un gran ejército que plantase cara al ruso, optaron por armarse desde la anterior incursión en 2014 con armamento anticarro de infantería. Esta medida, económica y fiable, les dio muy buenos resultados, y expusieron dos puntos: en primer lugar el mal funcionamiento táctico del ejército ruso (falta de apoyo aéreo y descoordinación entre blindados, artillería e infantería). En segundo lugar, que la moral y determinación ucraniana eran claras, desde los soldados en combate hasta su dirigente, quien no huyó porque tenía claro que debía inspirar a su pueblo y dar ejemplo. De haber huído, los ucranianos probablemente se hubieran sentido defraudados y sin ganas de seguir luchando cuando su líder se exilia, y la ayuda internacional no hubiera llegado nunca.
Aquí queda clara otra lección tanto de Sun Tzu como Clausewitz: para ganar una guerra, debes motivar a tu pueblo. Puedes para ello mostrarte como alguien que está a su lado, no lejos del conflicto, y esto es lo que Zelenski supo hacer desde el primer momento. Muy al contrario que su homólogo ruso, se mantuvo cerca de su población, resistió con los demás durante el ataque a Kiev, y periódicamente lo demostraba con fotos en sitios emblemáticos de la ciudad apesar de que el convoy ruso seguía en camino a la capital. La otra lección de la filosofía de la guerra aquí demostrada es que si eres inferior militarmente a tu oponente, debes ganarte la ayuda de potencias extranjeras. Ucrania supo aquí también conseguir el apoyo de Occidente al mostrar la capacidad de combate de su ejército con los escasos medios conque contaba en ese momento frente a la descoordinación rusa. Cuando nadie apostaba por ellos que aguantasen más de una semana, se mostraron como una promesa capaz de plantar cara al oso si se les daba el material correcto para ello.
Por el lado ruso, tenemos un claro error de Putin al insistir en seguir la guerra. Los objetivos de Rusia eran no sólo someter a Ucrania como un estado títere similar al bielorruso, sino evitar que el resto de Occidente se uniera contra ellos. Todos estos fines se mostraron imposibles cuando Rusia no consiguió conquistar Ucrania en poco tiempo: países históricamente neutrales como Suecia han terminado por entrar en la OTAN, partidos y líderes políticos apoyados por el Kremlin en distintos países europeos fueron defenestrados, las sanciones levantadas y ostracismo internacional han convertido la antigua potencia mundial en una regional de segunda, Rusia en un paria internacional. Clausewitz llama siempre a ser racional y no dejarse llevar a hacer la guerra por la guerra. Si no has logrado tus objetivos, reconoce el error antes de que se haga mayor y con peores consecuencias. Pero en lugar de ello, el líder ruso ha seguido insistiendo en una guerra ya perdida (tal vez buscando un empate) por motivos de prestigio personal frente a su pueblo.
Esta es la gran paradoja de los líderes autocráticos: que se vuelven en víctimas y esclavos de su propia imagen popular. En su búsqueda y determinación de mantenerse en el poder, se vuelven esclavos de éste. Si Putin reconoce su error y manda retirar sus tropas de regreso a Rusia, se mostrará débil e incompetente frente a su entorno político, y no sería raro que hubiera un golpe de estado (como casi sucede con la revuelta del PMC Wagner o incluso que fuese asesinado. Así que antes de ser apartado del poder, prefiere arrastrar su país consigo. Esto no es lo deseable dentro de las lecciones políticas de la filosofía de la guerra, que llama a un liderazgo honesto e inspirador con el pueblo, en vez de cruel y represivo.
Por el lado ucraniano, actualmente está por ver si se mostrarán tan fieles a las enseñanzas de la filosofía bélica. Es lógico que mientras tengan la posibilidad de reconquistar territorios con un nivel aceptable de bajas no estén dispuestos a sentarse a negociar con Rusia. Esperar a estar en un situación de ventaja es esencial en las conversaciones que puedan dar fin a una guerra. Sin embargo, la crueldad mostrada por Rusia con la población ucraniana (como se vio en Bucha), la afinidad del Kremlin por no respetar los tratados y la posibilidad de hacerse cada vez más fuertes que sus rivales (quienes no dejan de menguar) invita a que la guerra continúe todavía por mucho tiempo.
Sun Tzu y Clausewitz se mostrarían acordes con continuar la guerra si se logra mantener el apoyo popular y hay posibilidades reales de recuperar el territorio ocupado. Pero lo más importante es garantizar que Rusia no se recupere para volver a atacarlos de nuevo, como ya ha ocurrido; así que lograr una derrota rusa definitiva es esencial para Ucrania. Si no puede conseguir claramente sus objetivos Kiev por la fuerza, tocará sentarse entonces a negociar cediendo territorios, pero a cambio de buscar entrar en la OTAN para conseguir el escudo que los proteja del imperialismo ruso. Hacer lo contrario sería cometer el mismo error del que advierte Clausewitz (la guerra por la guerra) y en el que ha caído Putin. Si Ucrania se ha escindido realmente del sistema oligárquico postsoviético y es realmente una democracia con aspiraciones a occidentalizarse, no obedecerá a los intereses personales y pasionales de su líder, sino a las razones de su pueblo.
El tiempo mostrará finalmente qué bando sigue las enseñanzas de Sun Tzu y Clausewitz en esta segunda mitad de la guerra. Rusia desde luego hasta ahora no lo ha hecho.
Reflexión final
Un lector pacifista seguramente no llegue hasta aquí y piense que todo lo relacionado con la guerra es malo, empezando por una posible filosofía sobre ésta. Pero lo cierto es que leídos con atención, tanto Sun Tzu como Clausewitz a lo último que invitan es a empezar a la ligera un conflicto bélico. Sus textos son un llamado constante a la precaución, a la preparación real y visible como medida de disuasión (si vis pacem, para bellum) y especialmente a no caer en la vorágine de la guerra cuando esta te absorve por completo, como hemos visto en el caso de Putin. Es un llamado a mantener la cordura y el raciocinio dentro del momento más oscuro que puede ocurrir en la vida de los seres humanos; considerando la guerra como una prueba de fuego (literal) de la que el salir exitoso (que no triunfante) nos abrirá las puertas a la sabiduría y la vida buena.