Estas elecciones generales de julio de 2023 en España han marcado un antes y un después para este partido, quien se encuentra inmerso en una situación de crisis que amenaza incluso con su disolución a futuro. ¿Pero qué es Vox?

EL ORIGEN Vox fue fundado en diciembre de 2013 por Ortega Lara (funcionario de prisiones que estuvo secuestrado por la banda terrorista ETA durante 532 días), Santiago Abascal y otros militantes del Partido Popular (PP) que se sentían descontentos con el viraje de su partido de origen hacia el espectro político de centro (en vez de seguir siendo derecha conservadora) ante las presiones populares por los recortes sociales de la crisis del 2008. En un principio renegarían del PP, a quienes acusaban de “derechita cobarde”, y luego se mostrarían como reacción política ante nuevos partidos de izquierda más radical como Podemos, situado más a la izquierda que el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

Tras unos vaivenes en la dirección de este nuevo barco en el aburrido panorama político español (que había tenido por décadas únicamente a dos partidos generales dominantes, PP y PSOE, y de repente contaba con cinco en total), se impone como presidente Santiago Abascal, sociólogo pero quien nunca ejerció trabajo alguno más que de político.

LA RADICALIZACIÓN A pesar de haberse mostrado como “la verdadera derecha española”, retomando el testigo político del PP en sus inicios (conservador en lo social, liberal en lo económico, tradicionalista, nacionalista y centralista); con el paso de los años fue reconociendo su admiración por Donald Trump, captador de atención de la Alt-Right americana (movimiento claramente supremacista blanco) y finalmente ha tenido varios escarceos con la extrema derecha europea, que se muestra antimigración, antiderechos LGTB, anti-Unión Europea, y anti cualquier política social que suene a cambiar mínimamente las cosas para ventilar las habitaciones del olor a naftalina.

Este cambio en el espectro político hacia la derecha más radical se apreció en eventos como la asistencia de Abascal a la cumbre euroescéptica en Coblenza en enero de 2017, donde se codeó con personajes como Marine Le Pen, entre otros lideres de extrema derecha europea. También hicieron ojitos con Steve Bannon, estratega político de Trump, quien los definiría como “la nueva derecha española”. Pero si quedaba alguna duda, Vox actualmente ha tratado de borrar (sin éxito) cualquier huella de su relación de amor ideológico con el régimen de Putin.

Sin ir más lejos, el propio Abascal citaba a Putin cuando afirmó agresivamente que buscaría y acabaría con los yihadistas responsables de abatir un avión ruso en Egipto. Twit que luego borró, como otros donde apoyaba a Rusia o Putin, especialmente tras el conflicto entre Ucrania y Rusia.

Esta actitud la comparte junto a otros muchos líderes de extrema derecha de Europa, que niegan la hemeroteca que refleja su proximidad al Kremlin ahora que la opinión pública occidental los considera (nuevamente) enemigos declarados. Y es que de Rusia los derechistas no sólo recibían ejemplos y alabanzas en sus posturas políticas tradicionalistas y ultraconservadoras, sino también rublos.

Como una de las primeras paradojas de Vox, está precisamente este tema de admitir fondos de regímenes dictatoriales. Abascal y otros líderes de Vox se llenan la boca hablando de que su antagonista, Podemos, recibe dinero de Irán, Venezuela y Cuba.

Pero lo curioso es que esos tres países son aliados de Rusia, el principal benefactor extranjero de Vox. Y he aquí la segunda paradoja voxita: su discurso nacionalista (aunque poco populista) habla de proteger a España de enemigos extranjeros, pero recibe apoyos económicos de Rusia, y mientras tanto el propio Putin ofreció a Puigdemont, líder secesionista, el apoyo de militares rusos durante su referéndum ilegal.

También el apoyo ideológico se hace patente en la polémica figura del pensador de Dugin, filósofo ruso de extrema derecha que considera a Rusia el verdadero faro moral de Europa… cuando la domine bajo cualquier medio, junto a Asia.

EL ASCENSO En un país políticamente moderado como es España, que arrastra una grave complejo tras casi cuatro décadas de dictadura derechista que dejó miles de muertos en las cunetas (aún por descubrir), la irrupción y posterior radicalización de Vox era una apuesta arriesgada.

Sin embargo, la también aparición de Podemos como izquierda moderna y más alejada del centro que el apolillado PSOE y la anticuada Izquierda Unida (IU), lo convertía en su espejo en el espectro sociopolítico. Muchos nostálgicos del régimen (falangistas y franquistas) se subieron pronto al carro voxista, pero seguían siendo una minoría que no daba al partido un papel claro en el nuevo escenario político español.

Mientras que PSOE y Podemos se aliaban incluso con IU en un gobierno de coalición en 2019 (algo impensable antes), PP junto a Vox y Ciudadanos (otro partido de derecha, pero más centrista, de hecho extremadamente centrista) era una conjunción imposible. El PP buscaba calar en el electorado más moderado y abundante que en el radicalizado y minoritario de Vox, quien era visto como un apestado por partidos pequeños pero importantes para pactos en el Congreso, como los nacionalistas regionales o el propio Ciudadanos.

Sin embargo y contra todo pronóstico, Vox inició su ascenso precisamente en las elecciones de noviembre de 2019 cuando obtuvo 52 escaños y se volvió la tercera fuerza política del país. Posteriormente y precisamente gracias a muchas políticas del gobierno de coalición de izquierdas que resultaron ser o bien arbitrarias y negligentes (cuando no autoritarias) durante la pandemia, o bien demasiado idealistas e irreales como sus políticas igualitarias, su apoyo mediático y popular siguió aumentando, como bien muestra este meme.

Respecto a México, también este partido se ha visto favorecido por polémicas con AMLO y sus exigencias der disculpas oficiales por parte de España por la Conquista, a las que el partido político español respondió muy airadamente en sus RRSS. También fue el principal promotor de la Carta Madrid que redactaron junto al PAN mexicano y otros partidos latinoamericanos conservadores “en contra de la expasión comunista en el continente”.

Si se añade a lo anterior la mala imagen del PP por los escándalos de corrupción y su impopular gestión de la crisis de 2008, o la irrupción del referéndum secesionista catalán en 2017, se entiende mejor el ascenso de Vox. Hay que añadir también que el polemizar y reaccionar frente a partidos opuestos fue también el alimento de Vox en su imagen de fuerza política activa y luchadora por unos ideales, en contra de partidos más antiguos que sí se mostraron más descafeinados en sus programas y acciones.

¿Pero realmente esto era así? LA CAÍDA Y LA PARADOJA.

POLÍTICA VOXITA Los vaivenes e incongruencias y demás tropiezos de PSOE y sus socios durante el gobierno de coalición desde 2019 no solo ayudaron teóricamente a Vox, sino también al PP, quien en las encuestas de intención de voto de hace unos días salía como claro ganador, pero lo importante es que muchas de estas encuestas mostraban que los populistas junto a Vox podían alcanzar la mayoría absoluta.

Sin embargo, la realidad ha sido ligeramente distinta a la esperada: ni la derecha española obtuvo tantos votos ni la izquierda perdió tantos como se vaticinaba, dejando al país en una situación de ingobernabilidad porque no es posible alcanzar la mayoría absoluta con ninguna combinación de pactos. ¿Qué es lo que ocurre entonces? Vox bajó de 52 escaños a 33, y a pesar de la subida del PP (136 frente a 89 en el 2019), se quedan a 7 diputados de los 176 necesarios para gobernar en mayoría absoluta.

Esto en principio no sería tan problemático… de no ser por las características propias de Vox, y he aquí la paradoja que ha sellado su destino: en su discurso radical que le dio la clave de su ascenso (oratoria próxima en ocasiones a la del odio hacia ciertos colectivos como inmigrantes, homosexuales o nacionalistas de regiones españolas como Cataluña o País Vasco) estaba también su perdición.

Ningún partido político pactará con el PP si el convenio incluye a Vox, y el propio Vox no puede defraudar a su electorado, radical por definición, participando en una coalición junto a independentistas o partidos más moderados. Era una apuesta por el doble o nada, y salió la opción negativa para este partido. En las pocas provincias donde antes consiguió administraciones se mostraron sus políticos locales como auténticos caciques corruptos e ineptos, noticias que la prensa izquierdista se encargó de magnificar todo lo posible.

Ante estos primeros escándalos que lo mostraban como “el mismo perro con otro collar”, sólo podía huir hacia adelante, pero el tropiezo con la piedra del 23-J en las elecciones hispanas ha sido insalvable.

Apestado por todos los partidos, incluyendo su nave nodriza (el PP) por serle un aliado inútil que espanta al resto de posibles amistosos, Vox tiene ahora la difícil tarea de reinventarse moderándose en su discurso (algo opuesto a su estrategia radicalista) o seguir con esta estrategia que tiene claros síntomas de agotamiento.

Poco importa sus políticas antimigración cuando éstas son impuestas desde la UE, y sus críticas a la UE se muestran imposibles cuando España fuera de esa zona económica es una opción inviable. Muchos ven este episodio de la política española como una esperanza y lección frente al ascenso de los partidos de extrema derecha en Europa, pero la realidad es que los partidos de izquierdas, con el presidente actual a la cabeza (Pedro Sánchez, PSOE), no han hecho ascos a mentir descaradamente una y otra vez, llenando sus discursos de incongruencias y contradicciones.

Han supuesto estas elecciones españolas el triunfo del relativismo hipócrita de la izquierda cortoplacista frente al autoritarismo rancio y reaccionario de la derecha. Como un jugador de mus diría, “estamos con la jugada del tío Perete”, donde con un cuatro, un cinco, un seis y un siete en la baraja de la política española muestra que no hay opción buena por ningún lado y sólo la mediocridad más inmadura e infructífera campa a sus anchas.

¿Veremos algún día esto en México, o lo estamos viviendo desde hace décadas? Juzguen ustedes mismos.