En medio de la avenida Revolución, la más visitada de la ciudad de Tijuana, existen unos animales que desde que fueron traídos, han sido un atractivo más para que miles de turistas de todo el mundo se lleven un recuerdo de esta frontera.
Son burros disfrazados de cebra que por más de un siglo, han sido testigos de la transformación de esta céntrica avenida, preferida por los residentes del sur de California.
Aunque originalmente el atractivo era retratarse disfrazado de charro montado en un burrito, cerca de la línea internacional o en un legendario casino que operó en la ciudad en la década de los 20, la tradición de adornar carretas con burros rayados comenzó en los 30 del siglo pasado, cuando los fotógrafos que ofrecían la foto del recuerdo a los visitantes, se dieron cuenta que los colores café y gris de los asnos no favorecían las impresiones fotográficas en blanco y negro.
A partir de ahí se dieron a la tarea de conseguir burros blancos para pintarles rayas en todo el cuerpo semejando a una cebra, y de esa forma que resaltaran en las fotografías tan solicitadas por los turistas.
El señor Jorge Bonillas Velarde lleva dedicado a este oficio desde 1938. Desde muy pequeño se acercó a las carretas que había en esa turística avenida y después de muchos años se convirtió en el “burrero fotógrafo” más antiguo de la zona.
“Le puedo decir que es internacional, de todos los países me ha tocado retratar platicar con ellos, alemanes, franceses, españoles y también de aquí, del Distrito Federal, de Sonora, es general”. Comenta don Jorge.
La mala imagen que generan los problemas de la inseguridad sobretodo hace algunos años, han hecho mella en la actividad turística y desde luego la falta de visitantes extranjeros es evidente. Don Jorge lo sabe pero confía en la fuerza de la tradición.
“Ahorita actualmente nos está sosteniendo mucho la clientela del estado, porque anteriormente los padres se retrataron cuando eran niños y ahora ellos traen a sus hijos, los retratamos y es un bonito recuerdo”. Insiste.
“No nos afecta mucho porque la tradición es subirse arriba del burro y tomarse una fotografía, hay turistas que traen sus cámaras y cuando se acercan que quieren subirse al burro o piden un sombrero les cobramos 1 o 2 dólares y salimos adelante”. Yo digo que la tradición del burrito no va a desaparecer, estamos pasando por una crisis pero es general la crisis, yo tengo confianza en que más adelante vuelva a surgir lo que era antes el burrito”. Confía el señor Bonillas.
Actualmente existen 22 permisos expedidos por la autoridad municipal para este tipo de negocio, pero sólo diez se mantienen “al pie del cañón”. Aunado a la falta de clientes se suma la cada vez más creciente dificultad para conseguir asnos blancos o de colores claros, algunos “burreros” aseguran que están en peligro de extinción.
Para tratar de rescatar la tradición se conformó una asociación que no sólo procura que siga siendo negocio, sino también la capacitación de los burreros y fotógrafos, mejor cuidado a los animales y hasta llamar la atención de la autoridad para la obtención de apoyos y hasta lograron que el “burrocebra” fuera declarado como Patrimonio Cultural de Tijuana.
Mientras tanto, uno que otro rebuzno todavía se escucha cuando uno camina por la avenida Revolución, y le salen al paso los solícitos fotógrafos que lo invitan a montar a la carreta, ponerse el sombrero mexicano y decir “wisky”, para salir guapos y bonitas en la foto que sellará su visita a esta frontera.