En el mundo del periodismo contemporáneo, el conocimiento profundo de la ley y la filosofía no es opcional, sino esencial. Como señala Christian Edgardo Zelaya Colón, periodista y académico salvadoreño, “desconocer la ley, ya sea en su aspecto jurídico o filosófico, es letal para un periodista”. Su análisis se enfoca en la importancia del periodismo comprometido con la verdad, basado en una interpretación crítica y consciente de la realidad, para no caer en el error de transformar la labor periodística en mero entretenimiento.
El periodismo, argumenta Zelaya, no debe limitarse a ser un simple transmisor de información, sino que debe desempeñarse como un mediador entre la información y la opinión pública. Este enfoque requiere que el periodista tenga un dominio no solo de las técnicas periodísticas, sino también de un bagaje filosófico y jurídico. La filosofía, como método de indagación crítica, y el derecho, como baluarte de los derechos humanos, son herramientas indispensables para el ejercicio responsable del periodismo.
En su exposición, Zelaya insiste en que el buen periodismo necesita de un compromiso ético riguroso. El pensamiento crítico, visto como un método filosófico, es clave para garantizar que la información transmitida sea un reflejo de la verdad objetiva. En esta línea, el periodista debe evitar los prejuicios para poder comprender e informar con precisión y claridad. “Si hay prejuicios, no hay forma de comprender la situación y, por ende, de informar con certeza y objetividad”, afirma.
Derechos Humanos y Periodismo: Un Binomio Inseparable
Zelaya también resalta el rol central de los derechos humanos en el periodismo, subrayando que estos son inherentes a todos los seres humanos sin distinción de raza, sexo, lengua o religión. El derecho a la libertad de expresión, consagrado en los derechos humanos, implica no solo la libertad de emitir una opinión, sino también el derecho a no ser molestado por ella. El periodista, en este sentido, no solo tiene el deber de informar, sino también de defender la dignidad humana, convirtiendo al receptor en un participante activo que informa, crea y reflexiona. Es así como el público pasa de ser un mero sujeto pasivo a convertirse en un mediador entre la información y la opinión.
Este compromiso ético también exige que el periodista tenga un profundo conocimiento de las leyes y los derechos humanos, y que sepa utilizar el lenguaje con las características propias del periodismo: claridad, precisión, profundidad y brevedad. Estas cualidades no solo facilitan la transmisión efectiva de la información, sino que también contribuyen a la formación de una opinión pública informada y crítica.
Filosofía, Derecho y Periodismo: Un Enfoque Integral
La labor periodística, según Zelaya, debe partir de un profundo respeto por la dignidad humana, sensibilizando a la población sobre la importancia de esta dignidad. Además, el periodista debe plantear preguntas que despierten la conciencia social, con el fin de indagar y exponer hechos sociales o jurídicos desde una perspectiva ética y racional. Como decía Heidegger, “el ser humano es la única especie que cuestiona su propio ser”. De este modo, el periodista tiene la responsabilidad de cuestionar, investigar y exponer los “qué” y “para qué” que rigen la sociedad.
Un periodismo que no cuestiona, que no es crítico, es todo menos periodismo. Por eso, Zelaya sugiere que los periodistas adopten métodos filosóficos como el socrático, y enfoques jurídicos como el iusnaturalismo y el positivismo jurídico, con el fin de asegurar que su labor no solo esté al servicio de la información, sino también de la verdad y el respeto por los derechos humanos.
En definitiva, un periodismo comprometido con la verdad, que se fundamenta en la filosofía y los derechos humanos, es clave para construir una sociedad más crítica y consciente. Como dice Zelaya, “bien hecho es mejor que bien dicho”. Este principio guía al periodista no solo a comunicar, sino a hacerlo con responsabilidad, ética y un profundo respeto por la dignidad humana.