Pierre Bourdieu, uno de los sociólogos franceses más influyentes del siglo XX, exploró cómo las diferencias en el gusto y las prácticas culturales sirven para reforzar las desigualdades sociales. Su obra La distinción: Una crítica social del juicio (1979) revela que el gusto no es simplemente una preferencia individual, sino una construcción social ligada a la posición de los individuos en la estructura de clases.

El gusto: Un Marcador Social
Para Bourdieu, el “gusto” está determinado por el habitus, que es el conjunto de disposiciones adquiridas a lo largo de la vida en función de nuestro contexto social. Las clases sociales desarrollan un habitus particular que estructura cómo perciben el mundo y lo valoran. Así, el gusto no es inocente ni universal, sino un medio por el cual las clases dominantes legitiman su posición social.
Tipos de capital: Más allá del dinero
Bourdieu argumenta que el poder y las diferencias sociales no dependen únicamente del capital económico, sino también de otros tipos de capital.
Capital cultural: Conocimientos, educación formal y habilidades que permiten a las personas acceder a posiciones sociales privilegiadas.
Capital social: Redes de relaciones y contactos que facilitan oportunidades.
Capital simbólico: Prestigio y reconocimiento social.

El capital cultural juega un papel central en la distinción de clases. Aquellos con un alto capital cultural tienden a preferir formas de arte y cultura consideradas “elevadas” o “legítimas”, mientras que las clases populares suelen preferir expresiones más prácticas y accesibles.
Ejemplos de distinción en la vida cotidiana
El arte y la música
Una persona de clase alta podría disfrutar de la música clásica, la pintura impresionista o el cine de autor, considerándolo como formas “superiores” de cultura.
En contraste, alguien de clase trabajadora podría preferir géneros populares como la música urbana, el reguetón o las telenovelas. Aunque igualmente válidas, estas formas culturales a menudo son vistas despectivamente por las élites.
La alimentación
Las clases altas tienden a consumir alimentos “orgánicos”, platos gourmet y bebidas exclusivas, lo que refleja no solo su capital económico, sino también un capital cultural asociado con el conocimiento gastronómico.
Por otro lado, las clases trabajadoras priorizan comidas más prácticas y accesibles, como la comida rápida, por razones tanto económicas como de tiempo.
El ocio y el deporte
Prácticas como el tenis, el golf o la equitación suelen asociarse con las clases dominantes, ya que requieren una inversión significativa de tiempo y dinero.
Deportes como el fútbol, por el contrario, están más ligados a las clases populares, al ser más accesibles y de raíces comunitarias.
Estas diferencias en el gusto y las prácticas culturales no son neutrales. La clase dominante utiliza su capital cultural para marcar una “distinción” con respecto a las demás clases y legitimar su posición de poder. Al hacerlo, refuerza la idea de que ciertos gustos son más “legítimos” o valiosos que otros, desvalorizando las expresiones culturales de las clases trabajadoras.
La obra La distinción de Pierre Bourdieu nos invita a pensar sobre cómo el gusto y las prácticas cotidianas no son decisiones meramente individuales, sino que están moldeadas por la estructura social. Al comprender cómo el capital cultural, social y simbólico opera en la sociedad, podemos cuestionar las desigualdades que se perpetúan a través de estas distinciones.
En un mundo donde las diferencias culturales a menudo son utilizadas para dividir y jerarquizar, el análisis de Bourdieu sigue siendo una herramienta poderosa para entender y desafiar las estructuras de poder.
Bibliografía:
Bourdieu, P. (2012). La distinción: Criterio y bases sociales del gusto. Taurus.
Bourdieu, P., & Passeron, J.-C. (2003). Los herederos: Los estudiantes y la cultura. Siglo XXI Editores.