La cultura construye la humanidad y la esencia social a cada persona que toca y se refugia en su interior hasta lograr un enriquecimiento en el pensamiento individual para construir una sociedad conocedora de arte popular. La cultura y sus colaboradores artísticos buscan a cualquier circunstancia expandir su perspectiva y sentimientos a través de obras que también necesitan ser vistas, difundidas y compartidas con todo el público posible al alcance de este radar, aunque poca respuesta es devuelta a estos artistas, pues, con el paso de los años, las obras artísticas de cualquier categoría poco importan y poco abarcan en los intereses de la gente, del gobierno y del ojo mediático a menos que ya tenga un nombre y carrera solidificada.
Al gobierno mínimo le importa mirar al gremio artístico porque prefiere gastar el fondo público en rifas, casas o lavado de dinero, dándole aún menos presencia en cualquier plan de estudios de escuela básica porque el arte no es algo serio y los que se dedican a eso, si no tienen suerte, “se mueren de hambre”. Sin embargo, los prejuicios de la gente no se construyeron solos y es que a nadie le nació la idea de despreciar el arte, solo es la falta de conocimiento quien los ciega a las maravillas del arte, antes era por el límite de clases y ahora porque poca atención recibe y la gente no voltea a donde no alcanza a mirar y el eslabón mediático ha sido consecuente de esto.
No se trata de cargarle la culpa a un bando, pero siendo los medios periodísticos, la voz entre el exterior y el público, mucha responsabilidad recae sobre estos, y periodistas culturales hay, con una experiencia y trabajos magníficos, lo que no hay son medios que tomen en serio la información literaria cuando puede tener a miles formados por lo que dijo tal político y como le contesto aquel.
Los periodistas culturales inundan su mente de todo y su forma de razonamiento y pensamiento se expande a niveles inimaginables, son los mismos autores de estas obras que los llevan por ese camino de repensar y los socratizan en cada aspecto en búsqueda de información, pues es el periodismo cultural quien transmite esos mismos pensamientos que son de mayor importancia para la construcción plena del lado humano y racional de la sociedad, así lo expresa la revista digital “Culturel”. La preservación de esa información es esencial para que traspase intactos los golpes del tiempo y el castigo del olvido público y es entonces que el periodismo cultural trata de emigrar a canales menos efímeros y que puedan guardar cada dato para la posteridad… esa es la semblanza sintetizada de lo exhibido por Javier Aranda Luna en el segundo día de la Semana de la Radio, que con singular voz nos llamó a aprender de sus experiencias y a mostrarnos el mundo cultural y la importancia de la radio para este.
El periodista Aranda Luna es periodista especializado en el ámbito cultural desde 1984, fundador del periódico la jornada y locutor de Vuelta al aire, la conversión radiofónica de la revista vuelta, en donde también trabajo con las recomendaciones del escritor Octavio Paz. Como si de un cuento se tratase, nos fue guiando por su propia historia y sus propias experiencias, reporteando y aprendiendo de Paz, “conociendo el verdadero corazón de las cosas” según afirma, expandiendo su razonamiento sobre aquellos temas en donde no imaginas que lo que ves o aprendes es solo lo de encima, entender que nos falta visualizar un futuro de las cosas y nos sobra valentía para defender la difusión de conocimiento puro. Javier Aranda Luna nos llevó por todo el camino lleno de baches que los fundadores de la revista vuelta vivieron para no dejarse vencer por la ignorancia que otros buscaban plantar en la sociedad y acabar con la censura de sus palabras magistrales solo por exceder un poco los límites de la libertad y querer fundir en los jóvenes estos aspectos en su presente para verlos aplicados en el futuro.
Todo medio que reparta y exteriorice las formas culturales es de gran ayuda para acabar con la barbarie y ayudar al mundo a volver a esos principios racionales, pero como lo menciona Aranda Luna, todo es limitado, efímero y el preservar cada detalle de lo que la cultura expone es trabajo de nosotros, las nuevas generaciones que con las tecnologías y la modernización de la radio a los podcast guardar cada audio y palabra de quienes nutren al cerebro y corazón para poder reproducirlo cuando la humanidad vuelva a al caos en el que de vez en cuando se sumerge, podemos comprobarlo echando una mirada al exterior.