En la Primera Guerra Mundial alrededor de la Navidad de 1914 mientras los soldados se encontraban en batalla a lo largo del Frente Occidental ocurrió un suceso que nadie esperaba en la guerra. Las tropas de los países enfrentados se preparaban para pasar su primera navidad en las trincheras, en medio de un conflicto que se pensaba sería rápido. Con la angustia en su cabeza, los nervios de lo que pasaría después y la nostalgia al recordar los anteriores festejos en familia los soldados franceses, británicos y alemanes promovieron la llamada “tregua de navidad”, ceses al fuego no oficial y encuentros que se ven hoy como momentos simbólicos de paz y humanidad en medio de la barbarie.
Los contendientes abandonaron las trincheras y cruzaron el frente, situándose en tierra de nadie donde intercambiaron momentos de conversación, comida, tabaco, alcohol y chocolate. Igualmente, los soldados disputaron partidos de fútbol y sobre todo, recuperaron los cadáveres de sus compañeros que habían quedado del otro lado para poder dar ceremonias funerarias. Otras conversaciones podrían ser tan banales como discusiones sobre el clima o tan lastimeras como mensajes para su pareja. Un fenómeno que creció en intensidad fue la música donde se juntaron los dos bandos para cantar villancicos y hacer la navidad más amena.
La prensa alemana se vio obligada a reimprimir un aviso del Gobierno recordando que confraternizar con el enemigo constituía traición lo que obligó a los soldados a regresar a sus trincheras y proseguir con la guerra. Aunque los soldados volvieron al resguardo para seguir con la guerra se encuentran registros donde ya no se quería pelear en ese sector, lo que ocasiono que los oficiales sustituyeran a los soldados por otros y estos fueran removidos a otro frente. Esparciendo así el suceso humanitario de la llamada: “Tregua de navidad”