La palabra cebra que utilizan los hablantes de español deriva del nombre del “zevro” o “cebra”, un équido salvaje que habitó la península ibérica por lo menos hasta bastante avanzada la Edad Media. Por su aspecto y carácter salvaje, les debieron recordar a los zebros, por lo cual les dieron dicho nombre. Las cebras presentan un tamaño medio de 2.3 metros de longitud, 1.2-1.5 metros de altura a la cruz y un peso de aproximadamente 300 kilogramos. Cuentan con un excelente sentido de la vista y se cree que pueden ver en color.
De todos los animales africanos el que más se trató de domesticar fue este, debido a lo costoso que resultaba importar caballos a las colonias a diferencia del caballo, que fue domesticado por los Botai, un pueblo de cazadores y recolectores que habitó el norte de Kazajistán hace 3,000 años y el asno que fue domesticado en Mesopotamia, se ha intentado entrenarlas como animales de montura, pues son más resistentes a las enfermedades africanas que los caballos. Aun así, la mayoría de estos intentos fracasaron, debido a la naturaleza más impredecible de las cebras y a su tendencia de dejarse llevar por el pánico cuando se ponen nerviosas.
Las cebras presentan rasgos que hacen que su domesticación sea imposible, entre los puntos se encuentra:
1.- Su espalda no se adecua a la forma de una montura
2.- La segunda y más irónica: el caballo y el asno si desconfían patean y huyen, la cebra te pateara, morderá, pisoteara y no se detendrá hasta matarte o dejarte inválido, además de que no tienen una jerarquía y eso sumado a su actitud violenta demuestra que no son animales domables
Lo curioso sería la cantidad de reportes de la época de los que murieron tratando de domesticar a este herbívoro, que muerte tan dolorosa y vergonzosa