Cuando nos enfrentamos a la pregunta ¿qué es la ciencia?, encontramos respuestas que involucran palabras como: conocimiento, método, experimentación, validez, confiabilidad, objetividad, entre otros. Estas palabras por separado no dan una idea siquiera próxima, lo que es la ciencia; es solamente, en su conjunto ordenado en el cual, podemos dar un significado más próximo a la misma. La realidad y el estudio de la misma, ha sido por mucho tiempo el interés que comparten tanto filósofos y científicos.
Una concepción que me parece interesante y actual sobre la ciencia, es la que menciona Sagan, citado por Ensuncho, Almanza, y Arrieta (2022) describiéndola como: “Una forma de razonar y el mejor modo ideado hasta la fecha (pese a que sigue teniendo imperfecciones) para descubrir progresivamente la manera más adecuada de aproximarse a la realidad de las cosas” (p. 36).
La ciencia concebida como: “un cuerpo de conocimientos racionales, sistemáticos, verificables, y fiables” (Méndez, 2000) ha sido construido a través del tiempo, en diferentes contextos históricos, sociales y culturales; así mismo ha respondido a diferentes necesidades originadas en el hombre y por el hombre mismo.
La ciencia es un conocimiento útil para el ser humano, de ello se desprende su relevancia y permanencia a través del tiempo. Cañedo (1996) menciona: “la ciencia se halla con regularidad en función de la solución de problema. Es difícil establecer si el problema a resolver es una interrogante proveniente de un programa de investigación de una disciplina académica, o si este se escogió porque es relevante para solucionar alguna necesidad práctica humana” (p.2).
El ser humano, al enfrentarse a una pregunta, duda o problema del medio en el que se encuentra, emprende una serie de acciones para resolver, entender o solucionar lo percibido por sus sentidos. Estas acciones, al parecer, son únicas del ser humano, y difieren ampliamente de otras especies. Ruiz (2006) menciona:
Del cerebro humano procede todo sentimiento, pensamiento, emoción, recuerdo, deseo, lenguaje o capacidad de aprender, de razonar y de investigar. De este órgano se gesta la creatividad y la imaginación, él y los órganos sensoriales son el puente entre el mundo físico de los objetos y el mundo de las ideas y representaciones del hombre; que a través del conocimiento de los fenómenos logra entender las leyes que gobiernan en la naturaleza y en la sociedad. Y es así que con la ayuda de la ciencia y la tecnología, el hombre, puede transformar los recursos que se encuentran en el medioambiente, en beneficio de la humanidad. (p.1)
La ciencia como proceso —haciendo referencia a la investigación científica— es resultado de un problema originado en el cerebro humano. Ensuncho, Almanza y Arrieta (2020) mencionan: “Tanto la ciencia como la investigación científica tienen su raíz evolutiva en el desarrollo de la corteza prefrontal, la última estructura del sistema nervioso central en alcanzar la madurez estructural” (p.36). Del cerebro humano, emergen tanto las dudas como las soluciones a los problemas cotidianos, transformados —ya sea en un aula o en un laboratorio— en problemas de investigación científica.
El problema de investigación, tienen su origen en las preguntas que el hombre se ha hecho a través del tiempo, de sí mismo y sobre lo que le rodea. “Y es que la ciencia empieza cuando se formulan preguntas y se intentan buscar las soluciones a estas preguntas… de las respuestas a estas preguntas parte una de las características de la investigación científica. Y esa pregunta parece ser el motor impulsor del desarrollo de lo que hoy conocemos con el nombre de ciencia, la capacidad de asombro y descubrimiento, es lo que hoy podríamos llamar investigación” (Ensuncho, Almanza y Arrieta, 2020, p. 35).
Así mismo, en la historia de la humanidad, menciona Cañedo (1996): “La principal función de la ciencia fue explicativa y su tarea fundamental consistió en proporcionar conocimiento necesario para ampliar los horizontes de la visión del mundo y de la naturaleza, parte de la cual es el hombre mismo… Desde la antigüedad existieron en diversas sociedades manifestaciones más o menos desarrolladas, con interés por comprender el mundo. Estas se pueden calificar de científicas y están enmarcadas en el periodo que va desde mediados del primer milenio a.n.e.” (p. 1).
Según Ensuncho, Almanza y Arrieta (2020): “La investigación científica permitió sortear los obstáculos que a lo largo de la historia se le fueron presentando a los humanos, ya que, a través de la sabiduría tradicional, de métodos empíricos y científicos, logró predecir, modificar y adaptarse a acontecimientos y fenómenos naturales, amén de observar, seleccionar, decidir, planear, preparar y organizar acciones en pro de la supervivencia y de su propia existencia” (p. 37).
Pese a que el conocimiento histórico de la ciencia es indeterminado, se plantea que la ciencia comienza cuando se establece la relación entre causa y efecto, en los fenómenos naturales (Cañedo, 1996). Así mismo, los rudimentos científicos, datan de las civilizaciones antiguas como la egipcia, la babilónica, china e hindú. “Allí se acumularon y racionalizaron los conocimientos empíricos sobre la naturaleza y la sociedad, surgieron los gérmenes de la astronomía, las matemáticas, la ética y la lógica” (Cañedo, 1996, p. 1), tal conocimiento se encontraba entremezclado con el pensamiento mítico y religioso. Fue hasta el inicio de la filosofía griega, en la isla de Jonia, “donde los humanos comenzaron a abandonar el pensamiento mítico para sustituirlo por el pensamiento filosófico” (Priani y Aguilar, 2017, p. 13).
En los siglos posteriores surge los inicios de la ciencia moderna, tal cual y la conocemos hasta ahora. En la época del renacimiento y posteriormente de la ilustración “ocurrieron los más grandes avances científicos, llamados así quizás, por el poder que estas investigaciones y publicaciones tuvieron en su momento, logrando impactar en la forma de ver y de percibir el mundo por partes de las sociedades, creando un cambio de pensamiento insospechado en el momento” (Ensuncho, Almanza y Arrieta, 2020, p. 38).
Según Cañedo (1996): “La consolidación del pensamiento científico como institución social ocurrió en Europa occidental… En el capitalismo, la ciencia rompió con la visión de sí misma heredada en la antigüedad —como actividad primordialmente centrada en la comprensión intelectual del mundo sin actuar sobre él— para convertirse en la base de la evolución técnica que caracteriza al mundo moderno desde la revolución industrial (s. XVIII y XIX) hasta nuestros tiempos” (p.1). En esta época, es visible una estrecha relación entre los cambios sociales y los cambios científicos, siendo los unos dependientes de los otros, hasta el momento. Tal es el caso de la llamada revolución industrial, definida como “el conjunto de transformaciones económicas y sociales que definieron el punto de partida del proceso de industrialización en general y que tuvieron lugar en Gran Bretaña, entre los años 1760 y 1820” (Cañedo, 1996, p.1).
Para Méndez (2000): “El Darwinismo del siglo XIX, consolida la modernidad al descartar el origen divino del hombre, al insertarlo en su teoría evolucionista” (p. 511). Para Ensuncho, Almanza y Arrieta (2020): “Con su libro, El origen de las especies, Darwin marcó un hito en la historia de la investigación científica, siendo para muchos es libro de la investigación científica más importante de la historia” (p. 40).
En el siglo XX, los cambios científicos se introdujeron con rapidez, “gracias a la disminución del tiempo que transcurre entre los descubrimientos científicos y su utilización práctica. Tal revolución abarcó simultáneamente la esfera de la ciencia y de la técnica, de ahí que se le identifique como la revolución científico-técnica” (Cañedo, 1996, p. 2).
La ciencia a través del tiempo se ha construido “en términos de continuidad y discontinuidad teórica, metodológica, epistemológica e histórica. Han existido periodos de enfrentamiento como por ejemplo entre el empirismo y el racionalismo, pero también han existido convergencias y acuerdos metodológicos y epistemológicos” (Méndez, 2000, p. 528). Este camino recorrido por la ciencia para su construcción ha sido dinámico y complejo; especialmente las denominadas ciencias del hombre “las cuales tuvieron grandes dificultades para obtener reconocimiento y lo lograron por un camino de fragmentación” (Albarracín, 2009, p. 2).
La ciencia se construye a través de la vinculación con otros saberes culturales tales como la filosofía, el arte, la religión, el sentido común, así como con el contexto económico, social, cultural y político, donde se desarrolla (Méndez, 2000).
La ciencia ha contribuido en el desarrollo de las civilizaciones, permitiendo, por medio de la explicación, predicción y control del entorno, una mayor adaptabilidad y permanencia humana. La ciencia cobra relevancia debido a que el conocimiento obtenido por medio de la misma, ha influido a través del tiempo en la manera de concebir el mundo y la forma en cómo se desenvuelve el ser humano en el mismo.
La ciencia ha tenido en cuenta al ser humano para su desarrollo en cuanto que “la ciencia produce saberes que responden a diversas necesidades del ser humano, entre ellas la necesidad de conocer. El ser humano necesita comprender el qué, por qué y cómo de la naturaleza, el qué, por qué y cómo y para qué de la sociedad, del mundo y del cosmos, entender el qué, para qué, cómo y para qué de sí mismo, su corporalidad y subjetividad, su angustia y búsqueda de felicidad, su existencia y su sentido de vida, modo de ser, obrar y vivir en comunidad, la presencia de la injusticia y la pobreza en el mundo… saberes que ayuden a comprender la organización, el desarrollo y el sentido de la realidad material y simbólica que construye” (Tintaya, 2012, p. 13).
La ciencia es un conocimiento necesario para el hombre, este se ha ido construyendo a través del tiempo, es por ello que el mismo es un conocimiento inacabado. Sin duda, la misma nos ha permitido comprender el mundo que nos rodea y las vicisitudes del mismo. El conocimiento científico se transforma junto con el mundo, esto la hace dinámico y necesario.
REFERENCIAS
Albarracín, D. (2009) La enseñanza en la construcción histórica de las ciencias acerca del Hombre en vista de un aprendizaje significativo. En Torres-Calderón (Comp.) Ciencia y tecnología, Reflexiones humanas. (pp. 1-13). Ed. UDIUNC.
Ensuncho, C., Alamanza, J. y Arrieta, D. (2020) La investigación científica derivada de la historia de la ciencia. (33-46) Dialogus ISSN Electrónico. DOI: https://doi.org/10.37594/dialogus.v1i5.440
Méndez, E. (2000) El desarrollo de la ciencia. Un enfoque epistemológico. Espacio Abierto. Red de Revistas Científicas de América Latina, España y Portugal. Vol. 9 Pp. 505-534.
Priani, E. y Aguilar, S. (2017) Filosofía. Ciudad de México. Ed. Pearson.
Ruíz, R. (2006) Historia y Evolución del pensamiento científico. Cd de México. La educación en el S. XXI.
Tintaya, P. (2012) Ciencia. Construcción de saberes válidos. Psicología: saberes, innovaciones, métodos y prácticas para la vida. Recuperado de: chrome-extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/http://www.scielo.org.bo/pdf/rip/n7/n7a02.pdf